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Crítica: 'The Suburbs'

Arcade Fire se desnudan en 'The Suburbs'

  • Ya a la venta el esperadísimo tercer álbum de la banda canadiense
  • El barroco anterior se quiere vestir de rococó, y todo lo domina la cuerda

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Por

The suburbs (2010)

Merge Records

Tracklist:

01 The Suburbs

02 Ready to Start

03 Modern Man

04 Rococo

05 Empty Room

06 City With No Children

07 Half Light I

08 Half Light II (No Celebration)

09 Suburban War

10 Month of May

11 Wasted Hours

12 Deep Blue

13 We Used to Wait

14 Sprawl I (Flatland)

15 Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)

  • 16 The Suburbs (continued)

Un disco de debut inmejorable. Un segundo álbum notable. Llega el tercero y esperadísimo, y lo hace en forma de brisa que golpea el toldo del porche de la casa donde crecimos.

Sonidos que se levantan sobre el humo del Cadillac de papá, entre los cubos de basura y bajo la sombra de la palmera que plantamos cuando éramos jóvenes y fuertes.

Vuelven Arcade Fire con un nuevo disco temático. Todo arranca tranquilo en The Suburbs, y termina tranquilo. Se esfuma gran parte del drama en la voz de Win, que nos susurra ("Wasted Hours") en busca de armonía. Los aires de luto y rabia dan paso a aires de ataraxia, aunque cargados de melancolía.

Se pierden el acordeón, el metalófono; el órgano -rey absoluto en Neon Bible- da paso a una tímida y resultona electrónica digna de los mejores Editors.

Pero, ¿dónde están esos maravillosos coros? Aquellos gloriosos cambios de ritmo, los épicos finales que nos convertían en aves cantoras que, galleando a voz en grito, se ponían la piel de un erizo.

En The Suburbs el barroco se quiere vestir de rococó, aunque sólo en el título de la canción. "Rococo" ocupa el lugar de "Neon Bible" en la anterior entrega de los canadienses.

El esfuerzo por ser minimalista de un grupo grandioso, al que se escucha y se siente como si sus siete, ocho (¿o son ochenta?) miembros se agarraran a tus entrañas para escalar vértebra a vértebra hasta que llegan a la garganta, ahí donde antaño se ahogaban los oh oh oh oooooh y los no cars go que nos emocionaron en el pasado.

De los tubos del órgano de 'Neon Bible' a la cuerda de 'The Suburbs'

En la tercera puesta de largo de Arcade Fire todo lo domina la cuerda. Será por el virtuosismo creciente de Owen Pallett, o porque esta vez no tiene muchos tormentos que plasmar, salvo la depresión de la ciudad, el cojamos el coche y vayamos a cualquier otra parte (que ya nos anticipaban los de Montreal en su anterior trabajo: el don¿t wanna work in a building downtown -no quiero trabajar en una oficina en el centro de la ciudad-).

Se echa de menos la voz de Régine Chassagne, quien, como siempre, pone el punto divertido con su voz despreocupada y ese bizarrismo a lo Björk. Los coros de la esposísima suenan refrescantes en Empty Room. Su canción, Sprawls II, añade un punto de luz a The Suburbs, como Haiti lo hacía en Funeral. Sólo que esta vez cambian los sonidos caribeños por una enorme bola discotequera de los ochenta.

Con los instrumentos de toda la vida, un puñado de recuerdos y ecos del mejor Springsteen, Arcade Fire golpean de nuevo en su tercera entrega.

The Suburbs quizá no asombre, no consiga que los vecinos golpeen nuestras puertas o no hermane cantando al unísono a miles de personas en el directo. Pero, sin duda, no decepciona.