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Las autoridades europeas advierten a Portugal de que con el rescate no se juega

  • Sócrates asegura que su gobierno liderará las negociaciones sobre la ayuda
  • La oposición conservadora pide poder negociar el rescate al llegar al poder

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El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, el presidente del Ecofin y ministro de Economía húngaro, Gyoergy Matolcsy y el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, en la última reunión de ministros de finanzas
El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, el presidente del Ecofin y ministro de Economía húngaro, Gyoergy Matolcsy y el presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet, en la última reunión de ministros de finanzas europeos celebrada este 9 de abril.

La lucha electoral en Portugal se endurece y los últimos mensajes de los partidos rivales -socialistas y socialdemócratas- han alertado a las autoridades europeas, que temen que ese tenso enfrentamiento impida el pacto político entre ambas fuerzas que exigen la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para poner en marcha el rescate financiero del país que rondará los 80.000 millones de euros.

Las delegaciones de esas tres instituciones llegan este martes a Lisboa para iniciar los primeros contactos sobre los detalles técnicos de la ayuda exterior. Insisten en que esa asistencia sólo podrá prestarse si todos los partidos políticos portugueses se comprometen con un programa de ajustes fiscales y reformas económicas que empiece en mayo y continúe después de las elecciones generales anticipadas al 5 de junio.

Las negociaciones de dimensión más política entre Comisión, BCE y FMI -por un lado- y los partidos políticos portugueses comenzarán el 18 de abril.

Pelea electoral

La base para definir ese programa debe ser -según ha marcado la propia Unión Europea- el plan de recortes elaborado por el Gobierno saliente del socialista José Sócrates, que fue rechazado por el Parlamento luso el pasado 23 de marzo. Así, el todavía primer ministro ha asegurado que será su Gobierno quien gestione las negociaciones con la troika en coordinación con el resto de fuerzas políticas.

Sin embargo, el líder del Partido Socialdemócrata (PSD) -conservador, de centro derecha-, Pedro Passos Coelho, ha advertido este domingo en un mitin electoral que cualquier acuerdo que se alcance debe tener en cuenta las políticas económicas y financieras de su partido.

Ha insistido en que Sócrates sólo tiene autoridad para negociar "un marco de ayuda mínimo" y que debería dejar al gobierno salido de las elecciones que negocie el paquete "más sustancial, el de medio y largo plazo".

Avisos desde Europa

Esa pelea electoral ha provocado frustración entre las autoridades europeas. El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, ha advertido a los políticos portugueses que no deben realizar "un debate público diario" sobre el rescate y sus condiciones.

Un mensaje similar al del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, quien recuerda que la negociación del plan de rescate es "un trabajo muy duro" que no debe "discutirse ante la opinión pública" dadas las "sensibilidades" que implica una campaña electoral.

Por su parte, uno de los miembros del Eurogrupo, el ministro de Finanzas de Holanda, Jan Kees de Jager, ha avisado a los portugueses ante cualquier relajación de los esfuerzos de austeridad comprometidos que se produzca después de los comicios de junio. "Si tras las elecciones, Portugal no se atiene al programa previsto, las transferencias de fondos se detendrán de inmediato", ha declarado el holandés a un diario alemán.

Mientras ese programa de rescate se negocia y define, Portugal debe seguir recurriendo al mercado para obtener la financiación que necesita para pagar sus deudas. Pero la desconfianza de los inversores en su capacidad de devolver el dinero que le prestaron ha disparado la rentabilidad de sus bonos a medio plazo por encima del 10%, mientras la de los títulos a 10 años supera el 8,6%, unos intereses que agravan aún más las cuentas del Estado luso.