Alberto y Charlene, la historia de amor que hizo esperar a los monegascos
- La pareja se conoció en el 2000 pero formalizó su relación en 2006
- Alberto de Mónaco, de 53 años, es el último soberano europeo en casarse
"Creedme, me casaré... Pero cuando encuentre a la persona adecuada". Cuando Alberto de Mónaco pronunció estas palabras en julio de 2005 ya la había encontrado, lo que pasa es que tardaría un año en reconocer que sí, que Charlene Wittstock era la mujer de su vida, y la que le iba a hacer abandonar su cotizada soltería.
El amor por el deporte les unió en el Encuentro Internacional de Natación de Montecarlo en el año 2000. Ella ganó la medalla de oro de 200 metros a espalda. Él, como príncipe de Mónaco, presidía el certamen. Los que estaban aquel día en la piscina olímpica del estadio Louis II aseguran que Alberto se quedó prendado de la nadadora sudafricana.
Sin embargo, no fue hasta dos años más tarde cuando el príncipe le pidió una cita en otra competición de natación en la que se encontraron. "El no no sería una buena respuesta", le dijo Alberto por si ella tenía alguna duda, según recoge un reportaje del diario La Vanguardia.
Desde entonces hasta 2006, la relación no terminó de cuajar por el obstáculo de la distancia. Y cada uno siguió con su vida.
Comienzos díficiles
Alberto siguió engrosando su lista de conquistas -más de 130 según sus biógrafos- y alimentando su fama de 'playboy' de la realeza europea. Mujeres como Brooke Shields, Claudia Schiffer o Tasha de Vasconcelos forman parte de ese historial de romances.
A Charlene se le atribuye una relación por esa época con el jugador de rugby sudafricano André Snyman, pero su pasado amoroso es mucho menos dilatado que el de su prometido.
Todos los hombres de su vida han sido deportistas profesionales. Entre 1999 y 2000 salió con el nadador sueco Lars Frölander y luego se enamoró de Snyman, cuya ruptura le afecto muchísimo. El nadador francés Robin Franciso el italiano Massimiliano Rosolino han sido otras de sus parejas.
Pero este intervalo de tiempo no logró apagar la llama, y la pareja por fin se decidió a dar el paso definitivo en febrero de 2006 en los Juegos Olímpicos de invierno de Turín, donde la pareja hizo público su noviazgo.
Desde entonces, las apariciones de Charlene en la vida pública monegasca se fueron haciendo cada vez más numerosas y deslumbró con su discreción y sencillez en los tradicionales Baile de la Rosa y la Gala de la Cruz Roja.
El heredero llegará pronto
Su traslado a Mónaco, a la residencia de verano de Roc Agel en 2007 terminó de confirmar que la relación iba viento en popa.
“Esta boda contribuirá a corregir la imagen esterotipada de Mónaco“
En los últimos cuatro años, la joven sudafricana se ha dedicado casi en exclusiva a prepararse como Su Alteza Serenísima. Clases de francés, de protocolo, de historia de Mónaco... que ha compaginado con labores humanitarias y su afición a los deportes y la poesía.
La última prueba de fuego, que superó con nota, fue la boda de Victoria de Suecia y Daniel Westling el 19 de junio de 2010, a la que acudió como pareja oficiosa del príncipe de Mónaco. Cuatro días más tarde Alberto anunció su compromiso. El próximo mes de julio, Mónaco tendrá por fin su princesa.
“Esperamos tener un hijo pronto“
“Esta boda contribuirá a corregir la imagen estereotipada de Mónaco, a que se conozca mejor la identidad monegasca y sus valores económicos, sociales, culturales, humanitarios, deportivos y medioambientales”, declaró el príncipe Alberto en una entrevista al Le Journal du Dimanche, donde también dejó abierta la puerta a que pronto anuncien la llegada de un bebé.
“Me encantan los niños y tener una familia está entre nuestros proyectos. Esperamos tener un hijo pronto”, subrayó Charlene. El heredero está en camino.