Las cárceles de Honduras, seguras en el papel
- El sistema penitenciario hondureño está compuesto por 24 cárceles
- En todo el país hay más de 12.000 presos; algunos no han sido juzgados
- Las recomendaciones de diversos organismos no se han puesto en práctica
La muerte de más de 350 presos en una cárcel de Honduras ha evidenciado de nuevo que las prisiones de este país solamente son seguras en los planes y diseños en papel.
Las 24 cárceles que constituyen el sistema penitenciario hondureño están colapsadas desde hacer varios años, pero las autoridades solamente retoman el asunto cuando ocurren matanzas o incendios que dejan muertes y ruinas materiales.
El asesinato el 5 de abril de 2003 de 66 reos y tres mujeres, incluida una niña, que visitaban a parientes suyos en la Granja Penal de El Porvenir, en el Caribe hondureño, hizo creer a muchos ciudadanos del país centroamericano que el trágico suceso marcaría una verdadera reforma de todas las cárceles.
Pero un año después, el 17 de mayo de 2004, morían quemados en un incendio 107 reos del presidio de San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante de Honduras, en el norte, por fallas estructurales.
Tras los dos hechos sangrientos, abundaron las declaraciones oficiales anunciando medidas preventivas y la mejora de la seguridad interna, y sobraron proyectos de cárceles seguras para garantizar la rehabilitación de los reos.
La sociedad civil y otros sectores, entre ellos la Iglesia católica representada por el obispo auxiliar de San Pedro Sula, Rómulo Emiliani, propusieron un sitio seguro para el nuevo presidio de esa ciudad, cuya construcción ofrecieron empresarios israelíes, pero el proyecto aún no tiene ni cimientos.
Las muertes violentas en los centros penales no cesan, aún cuando con alguna frecuencia sus autoridades hacen operaciones de limpieza en las que decomisan armas blancas y de fuego, drogas y teléfonos móviles, entre otros objetos, como evidencias, en algunos casos, del movimiento del crimen detrás de las rejas.
El hacinamiento: un grave problema
El hacinamiento es otro de los problemas que caracterizan el sistema penitenciario de Honduras, donde las cárceles a veces tienen más del doble de reos de los que son capaces de albergar.
En todo el país hay más de 12.000 presos, algunos de los cuales llevan varios años encerrados sin que se les haya hecho justicia.
En julio de 2010, el presidente Porfirio Lobo declaró una "emergencia" carcelaria para afrontar el hacinamiento en el sistema, pero el problema en las prisiones sigue igual.
De todas las cárceles, la única con una relativa seguridad es la Penitenciaría Nacional, cercana a Tegucigalpa, aunque con alguna frecuencia, también aquí, aparecen reos asesinados o ahorcados, sin que nadie haya visto nada, según informes de las mismas autoridades.
Los últimos gobiernos han recibido planos y modelos de cárceles seguras de países como Israel y Estados Unidos, entre otros, que al final no han pasado de ser proyectos de buenas intenciones para una nación sin recursos económicos suficientes para hacer frente a los múltiples problemas que aquejan a la mayoría de sus ciudadanos.
Recomendaciones en el olvido
De poco o nada han servido las recomendaciones de diversos organismos de defensa de los derechos humanos, nacionales y extranjeros; iglesias y empresarios, entre otros sectores, para que mejore el sistema penitenciario hondureño.
Representantes de las Naciones Unidas han visitado Honduras para conocer la situación de las cárceles y se han ido tras dejar múltiples recomendaciones a las autoridades, que después no se ponen en práctica, al menos en lo que a garantizar la vida de los presos se refiere.
“Estas tragedias se pueden prevenir, pero lamentablemente son inevitables“
Para el analista Manuel Torres, tragedias como las de la Granja Penal de Comayagua, la de San Pedro Sula en 2004 y la de El Porvenir en 2003, "se pueden prevenir, pero lamentablemente son inevitables" en Honduras.
Para algunas autoridades, las cárceles del país son "universidades del crimen", mientras que organismos de derechos humanos han reiterado que son verdaderas bombas de tiempo con una mecha corta encendida. Seguras, solamente en el papel.