Meles Zenawi, el amigo de Occidente que lideró el renacer de Etiopía a costa de eliminar la disidencia
- Nacido en 1955, con solo 20 años fundó su movimiento de guerrilla
- Tras quince años de guerra, derrocó al régimen comunista en 1991
- Se convirtió en uno de los jóvenes líderes africanos apoyados por EE.UU.
- Instauró un régimen parlamentario pero laminó a la oposición
Crecimiento económico y aplastamiento de la disidencia. Éstas son la cara y la cruz de la trayectoria de Meles Zenawi, el primer ministo etíope fallecido este lunes, que ha gobernado con mano de hierro su país desde 1991 y se ha convertido en una figura esencial para explicar su historia reciente.
Nacido con el nombre de Legesse Zenawi en 1955 en Adwa, el lugar de la victoria más celebrada contra la antigua potencia colonial, Italia, en 1896, adoptó el nombre de guerra de Meles como homenaje a Meles Tekle, un joven activista asesinado por el gobierno.
Cuando el coronel Mengistu Haile Marian, el líder de la junta comunista que dirigió el país entre 1974 y 1987, lanzó su purga del terro Rojo en 1977, Meles ya había dejado sus estudios de medicina y luchaba como líder pujante del Frente de Liberación Popular Tigray, que él mismo fundó con apenas 20 años.
Este grupo se alineó en el llamado Frente Popular para la Revolución Democrática de Etiopía, que consiguió entrar en Adis Abeba en 1991 entre el asombro popular.
En esos años conoció a su esposa, también guerrillera y una de las figuras más poderosas del país, Azeb Mesfin, madre de sus tres hijos, figura de contrastes como su marido: líder en la campaña de lucha contra el sida, ha sido criticada por sus actividades empresariales.
Lector de 'The economist'
Al triunfar la revuelta, Meles se convirtió en el primer presidente de transición y posteriormente, tras las poco disputadas elecciones de 1995, en el primer ministro de la ahora República Democrática Federal de Etiopía, un mandato que revalidaría en 2005 y en 2010 en elecciones que los grupos pro derechos humanos han denunciado que estaban plagadas de irregularidades.
En el exterior, Occidente acogió con los brazos abiertos desde el principio al que por aquel momento era el líder más joven de África, agradecido por derrocar a un régimen comunista e impresionado por la forma en que adoptó su propio llenguaje -era lector asiduo del semanario The Economist y de los informes del Banco Mundial- y por su importante papel para la seguridad regional al tener uno de los mayores ejércitos de África.
El expresidente estadounidense, Bill Clinton, le situó como parte de una "nueva generación" de líderes africanos junto con el ruandés y fue invitado por el entonces primer ministro británico, Tony Blair, para unirse a la llamada Comisión por África.
Además, se alejó de la vida ostentosa y de lujo de otros líderes africanos y cultivó una imagen casi de "emperador" de Etiopía, según un antiguo diplomático etíope, que considera que para él "el poder continúa siendo una especie de mito, con una dimensión mística".
Crecimiento económico
Dentro del país, Meles trató de sacar al país de la pobreza, comprometiéndose a lograr el crecimiento económico y mejorar las condiciones de vida de los agricultores.
Para el año fiscal 2011/2012 se espera un crecimiento econónico del 11% por el aumento de la producción agraria, en el séptimo año consecutivo de crecimiento de dos cifras. Sin embargo, la inflación se mantiene en torno al 20%.
Introdujo un sistema de federalismo étnico, abrió parlamento regionales, dando a los principales grupos étnicos la oportunidad de gobernar las áreas que dominaban.
Bajo su liderazgo, el país del Cuerno de África también emprendió proyectos de energía e infraestructuras, mientras hospitales y escuelas se han extendido en todo el país.
Para conseguir estas inversiones estableció estrechos lazos comerciales con India y Turquía, así como China, que ayudó a pagar buena parte de la factura de la nueva sede de la Unión Africana, situada en Adis Abeba.
Guerras en el exterior y persecución con la oposición
Pero Meles también se embarcó en una sangrienta guerra con la vecina Eritrea y mandó sus tropas en dos ocasiones a Somalia para combatir a los islamistas rebeldes de Al Shabab, que ya se han felicitado por su muerte.
Aunque lo que más ha ensombrecido su mandato ha sido la firme persecución de los disidentes. Tras el contestado resultado de las elecciones de 2005, Etiopía encerró a casi todos los líderes de un grupo opositor que consiguió un número de escaños sin precedentes en el parlamento y los encerró de por vida por traición.
En 2009 aprobó una ley antiterrorista, bajo el cual más de un centenar de figuras de la oposición fueron arrestados, aunque el gobierno insiste en que estos grupos tienen lazos con Al Qaeda y su archienemigo, Eritrea.
Además, más de 10 periodistas han sido encarcelados bajo esta ley, según el Comité de Protección de Periodistas, que dice que Etiopíoa está cerca de superar a Eritrea como el país africano con más informadores entre rejas.
Dos periodistas suecos fueron encarcelados
y condenados a 11 años por entrar ilegalmente en el país y ayudar a un grupo rebelde.
Navi Pillay, la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, condenó esta sentencia, asegurando que informadores, activistas pro derechos humanos y críticos con el régimen se enfrentan a un "clima de intimidación".
Meles respondió de manera desafiante al calificar a los dos periodistas como "los chicos de los recados de grupos terroristas".
Durante la reunión del G-8 en Chicago el pasado mes de mayo, fue interrumpido poco después de empezar su discurso por un asistente.
"¡Eres un dictador! ¡Has cometido crímenes contra la humanidad!", le gritó ante la sorpresa y conmoción de Meles.
Según su portavoz, a esas alturas Meles ya estaba gravemente enfermo, lo que hizo que se retirase de la vida pública unas semanas después para tratarse de una enfermedad desconocida en un hospital en Bruselas de la que finalmente no ha podido recuperarse.