1,7 millones de vascos acuden a las urnas por primera vez sin la amenaza de ETA
- La jornada de reflexión coincide con el primer aniversario del cese de ETA
- La izquierda abertzale vuelve tras una legislatura de ausencia por ley
- Los pactos postelectorales serán básicos para llegar a la Lehendakaritza
Un total de 1.775.291 electores están llamados a las urnas en el País Vasco el próximo 21 de octubre, unas elecciones a las que los vascos acuden por primera vez sin la amenaza de ETA, tras el anuncio de "cese definitivo de la actividad armada" hace un año y un día, y marcadas por la vuelta al escenario electoral de la izquierda abertzale tras una legislatura ausentes por la ilegalización de sus siglas.
Habrá 57.435 nuevos electores, aunque 715 menos que en el censo de las autonómicas de 2009 -el número de electores ha ido cayendo desde 1998-, que podrán ejercer su derecho en las 2.739 mesas repartidas por 760 colegios.
Los vascos acudirán a esos colegios electorales después de una jornada de reflexión que coincide con el primer aniversario del anuncio de ETA del cese de la violencia al adelantarse unos comicios que estaban previstos para marzo de 2013. Una coincidencia que el lehendakari, Patxi López (PSOE), niega que fuera intencionada, aunque defienda como "el mayor logro" de su legislatura el fin del terrorismo.
Serán las décimas elecciones autonómicas vascas y las primeras sin la amenaza real de las pistolas y las bombas de ETA, aunque ya en 1998 los vascos acudieron a las urnas un mes y medio después de que la banda terrorista decretara una "tregua unilateral e indefinida", que dio por finalizada 14 meses después, en diciembre de 1999.
Así, sí será esta la primera vez que muchos políticos acudan a las urnas sin tener que ser acompañados de escoltas, pese a que la banda terrorista no se haya disuelto. Precisamente, el continuar gestionando el fin del terrorismo, tarea iniciada por López, será una de las tareas que tenga que retomar el próximo lehendakari, ya sea el mismo socialista, o alguno de los otros tres con mayores opciones: Íñigo Urkullu (PNV), Laura Mintegi (EH Bildu) o Antonio Basagoiti (PP).
La vuelta de la izquierda abertzale
La ausencia real de ETA en el panorama electoral - solo para el 1% de los vascos el terrorismo es la principal preocupación, el nivel histórico más bajo, según el Euskobarómetro de mayo- permite a EH Bildu concurrir a las elecciones vascas con serias opciones de gobernar.
De hecho, las encuestas -el último Euskobarómetro y los sondeos de los medios- sitúan a la coalición de Izquierda Abertzale, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y Aralar como la segunda fuerza más votada y algunas, incluso, vaticinan el 'sorpaso' y que arrebatará al PNV el primer puesto como lista con más apoyo electoral -en las generales del 20-N, los nacionalistas solo les sacaron 39.000 votos de ventaja-.
Tras el 21-O, la izquierda abertzale volverá a sentarse en los escaños del Parlamento vasco tras una legislatura de ausencia tras la ilegalización de sus siglas en virtud de la Ley de Partidos. No obstante, Bildu ya pudo concurrir a las elecciones municipales de mayo de 2011, al permitirlo el Tribunal Constitucional -aunque ETA seguía activa, el TC dijo que no había pruebas para ilegalizarla-, y resultó la segunda fuerza más votada en Euskadi. También estuvo en las papeletas de las generales del 20-N bajo la denominación de Amaiur, junto a Aralar, y repitió como segunda fuerza del País Vasco, pero con un escaño más en el Congreso de los Diputados que el PNV.
La candidata de EH Bildu espera hacer trizas el mejor resultado histórico de la izquierda abertzale en Euskadi, el que consiguió Arnaldo Otegi al frente de Euskal Herritarrok (EH) precisamente en los comicios de 1998, con 14 escaños y 224.001 votos. Entonces fue la tercera fuerza más votada, aunque HB consiguió ser la segunda lista en las primeras autonómicas, las de 1980, pero solo con 151.636 votos y 11 escaños con un censo menor.
Si se toman como base los datos de las municipales y las generales, Bildu contaría al menos con entre 276.134 y 284.528 votos, si repitiese opción política esa bolsa de electores.
Los posibles pactos
Con la duda de qué fuerza será la mayoritaria el 21-O y con el voto poralizado entre los bloques nacionalista y constitucionalista, lo que parece claro es que ninguno de los partidos logrará los 38 escaños que dan la mayoría en el Parlamento de Vitoria y serán necesarios pactos postelectorales.
Las dos fuerzas constitucionalistas, PSE y PP, ya han descartado a EH Bildu de cualquier posible acuerdo de gobernabilidad, aunque son conscientes de lo difícil que será el 21-O sumar escaños suficientes para reeditar su acuerdo de esta legislatura -que el PP dio por finalizado en mayo-, que posibilitó investir al primer lehendakari no nacionalista. Esta inédita circunstancia fue propiciada por la ausencia de la izquierda abertzale en las urnas.
Tanto Basagoiti como López ven posible un acuerdo con el PNV, y así dejarían alejada de Ajuria Enea a la izquierda abertzale, aunque los populares no se ven dentro del Ejecutivo. Los socialistas vascos ya gobernaron con los nacionalistas en cuatro legislaturas entre 1986 y 2001.
Ni el PNV ni EH Bildu descartan a nadie para pactar.
La campaña del bloque constitucionalista
El PSE de Patxi López enfoca su campaña electoral con la esperanza de que la imagen institucional de lehendakari le permita arañar algunos votos el 21-O. Con la baza del fin del terrorismo bajo su mandato, que el socialista no ha dudado en adjudicarse -"Puedo decir con orgullo que hemos puesto fin al terrorismo"-, López también se presenta como adalid de la defensa del Estado de bienestar contra los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy.
La crisis económica y su gestión es otro de los grandes temas de fondo en esta campaña. Pese a que Urkullu llegó a denunciar que el Gobierno vasco estaba en "quiebra inminente", el Gobierno vasco espera cumplir sin problemas el objetivo de déficit del 1,5% y en el primer semestre del año tenía el más bajo de todas las comunidades, un 0,19%. Tampoco ha pedido acogerse al fondo de liquidez de las autonomías, y ese aval es el que defiende el socialista.
No obstante, en la legislatura han subido las cifras de paro (11,9% en el segundo trimestre) y las de endeudamiento de Euskadi (en junio era de 7.153 millones de euros, el 10,8% de su PIB).
El PP de Basagoiti centra su campaña en presentarse como fuerza necesaria para frenar la ofensiva nacionalista que se desplegaría en Euskadi ante un posible pacto entre PNV y EH Bildu. Esas tensiones soberanistas, que han estado alejadas durante esta legislatura y han dejado olvidado en el tiempo el polémico Plan Ibarretxe, se convertirían en otro dolor de cabeza para Rajoy, que ya tiene el problema catalán sobre la mesa gracias a Artur Mas. Así, Basagoiti se está esforzando en la campaña en intentar desprender a Urkullu de su "disfraz" de moderado, y no duda en creerle capaz de repetir lo que hizo Ibarretxe.
En contra del candidato popular pueden pesar los recortes del Gobierno de Rajoy, el rescate bancario y la petición de rescate, de los que los comicios vascos y gallegos serán el verdadero test porque cuando se celebraron las andaluzas y asturianas todo esto aun estaba lejos-. No obstante, Basagoiti no ha dudado en pedirle el respaldo en campaña a su presidente -estará en dos actos-, después de que ya asistiera al acto de homenaje a Miguel Ángel Blanco como muestra de apoyo a las víctimas de ETA, tras la polémica suscitada por la excarcelación del preso etarra enfermo de cáncer Iosu Uribetxebarria Bolinaga.
La ruta del PNV para volver a Ajuria Enea
Los 'peneuvistas', que rompen con Urkullu su tradicional bicefalia que separaba a presidente del EBB y el candidato a lehendakari, solo tienen en el horizonte el reto de recuperar Ajuria Enea tras su inédito paso por la oposición -desde 1980 a 2009 siempre había habido un lehendakari nacionalista-.
En su camino hacia la Lehendakaritza, Urkullu, al que siempre se ha definido como nacionalista moderado, se ha encontrado con el despertar de las reclamaciones soberanistas de Cataluña. Y, también con la amenaza del 'sorpaso' de EH Bildu, el candidato del PNV ha elevado su tono y reclama más autogobierno para Euskadi para tener cada vez "más soberanía" y a la vez "menos dependencia" y se aventura a reclamar un modelo de "Estado-región dentro del marco de la gobernanza europea".
No obstante, aunque reconoce que el PNV "busca la independencia", dice que son "conscientes del tiempo en el que vivimos" y aboga por una reforma estatutaria que cambie el encaje del País Vasco en España.
El PNV también quiere impulsar en la campaña la imagen de partido con 30 años de experiencia de gestión para sacar al País Vasco de la crisis y a un Urkullu como representante de los intereses de Euskadi, y no de los de España que achaca al actual lehendakari.
EH Bildu es la única fuerza que se presenta con un discurso independentista sin tapujos, aunque la izquierda abertzale ha moderado su postura respecto a ETA, en la línea de su lenguaje de los últimos tiempos. Con una candidata no afiliada y de perfil intelectual, como Laura Mintegi, los abertzales pretenden rentabilizar el fin del terrorismo y arrimarse el voto de independentistas contrarios a la violencia con la búsqueda de "la paz basada en la justicia", también para los presos etarras.
También se presentan como una fuerza capaz de luchar contra la crisis con políticas de izquierdas y exhiben el bagaje de su poder en Guipúzcoa como muestra de que "otra forma de gobernar es posible".
Los otros dos únicos candidatos con opciones de ocupar un escaño en Vitoria son Mikel Arana, que se ha mostrado dispuesto a apoyar las "políticas de izquierda" de PSE o EH Bildu, y Gorka Marinero, de UPyD, que luchará por rebañar votos de votantes del PP disgustados con la gestión del final del terrorismo de Rajoy.
Pero, el 21-O todos los partidos políticos tendrán enfrente un enemigo común: la creciente desafección ciudadana con los políticos, contra la que deben luchar nacionalistas y constitucionalistas. El dato de participación será otra de las claves de la jornada electoral.
Mientras, el Árbol de Gernika espera al próximo lehendakari para acoger su juramento.