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Los Veintiocho acercan posturas en la definición de un proceso común para reestructurar bancos

  • Es vital para la unión bancaria, cuyo fin es acabar con diferencias de crédito
  • Berlín aceptaría una red de depósitos nacionales con un fondo común mínimo
  • También parece dispuesto a que sea la Comisión quien guíe las resoluciones

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Los Veintiocho acercan posturas en la definición de un proceso común para reestructurar bancos

Las negociaciones de los últimos días del núcleo duro de la UE han dado sus frutos y, por primera vez en muchos meses, los 28 Estados miembros de la UE parecen dispuestos a cerrar un acuerdo político para establecer un proceso de reestructuración y liquidación de entidades financieras para aplicar en toda la Unión. También parece cercano un pacto sobre la creación de un sistema de fondos que se utilice para cubrir eventuales quiebras y que esté financiado por la banca europea. Alemania, la más reticente hasta ahora en ambas cuestiones, habría cedido en parte de sus exigencias a cambio de que no se pongan en común todos los depósitos de garantía: la solución podría ser coordinar los actuales fondos nacionales en un período de transición durante el que se estaría gestando un depósito común de 55.000 millones.

Los ministros de Economía y Finanzas de la UE reunidos en el Ecofin tratan de limar las últimas diferencias este martes sobre ese mecanismo común de resolución bancaria, la segunda pieza de la unión bancaria tras el de supervisión común que dirigirá el Banco Central Europeo. Esa unión bancaria es crucial para poner fin a la actual fragmentación del sistema financiero de la  eurozona, que está castigando sobre todo a empresas y bancos de países como España, que pagan intereses más altos por su financiación que otras homólogas en Estados menos golpeados por la crisis económica.

Además, ese mecanismo de resolución pretende que en el futuro sean los bancos y no los  contribuyentes los que paguen las quiebras de las entidades, ya que solo se recurrirá al dinero público del fondo de rescate europeo como último recurso, cuando la asunción de pérdidas de accionistas, poseedores de deuda subordinada y preferentes, y depositantes con más de 100.000 euros (lo que se conoce como bail-in o rescate desde dentro) no baste para cubrir las necesidades de capital de una entidad con problemas o las obligaciones de pago pendientes en el caso de una quiebra.

Diez años de transición para lograr un fondo único

Detrás de las objeciones de Alemania está el temor de que la creación del fondo común sea una forma encubierta de mutualizar la  deuda bancaria, que le obligue a asumir pérdidas de entidades de otros  Estados miembros.

Berlín había propuesto hasta ahora como alternativa  una red de fondos nacionales. Finalmente, la solución podría estar en un híbrido entre ambas fórmulas:  una red de depósitos de garantía nacionales durante el período de  transición, durante el cual se iría constituyendo un fondo común de  55.000 millones de euros con las aportaciones de los bancos europeos.

"Para nosotros es clave que  durante el período de transición, cuando  no haya bastante dinero,  haya una red de seguridad creíble para el  fondo", ha indicado Asmussen, antes de añadir que "al final de un  período de  transición tendremos un fondo único".

Sin embargo, algunas fuentes señalan que el Gobierno alemán estaría tratando de crear compartimentos estancos dentro de ese fondo único para separar el dinero aportado por bancos de cada país y así controlar en todo momento que sean los bancos de un Estado los que paguen los problemas de su respectivo sistema bancario.

Una autoridad limitada para la Comisión Europea

Respecto a la autoridad que guiará los procesos de resolución de las entidades con problemas, Alemania se oponía a que fuera la Comisión Europea.  Al final, podría haber levantado ese veto a cambio de que, en el  momento que un proceso necesite recurrir a fondos comunes -ya sea el  depósito de garantía común o el fondo de rescate europeo-, la Comisión ceda el testigo a los Estados y se limite a ratificar la decisión del Consejo Europeo.

Por su parte, el Ejecutivo comunitario reclama un "sistema integrado, mutualizado y eficaz" y,  siempre que se garanticen estas condiciones, está dispuesto a aceptar  compromisos e incluso a renunciar a los poderes de autoridad de  resolución.  "Si se encuentra una idea mejor que el que sea la Comisión quien  apriete el botón, ¿por qué no? Lo que hace falta es que funcione y sea  eficaz",  ha señalado el comisario Barnier.

Además, Alemania también está interesada en conseguir adelantar dos años (a 2016, en lugar de 2018) la aplicación del modelo de rescate interno, similar al que se ha aplicado en la reestructuración bancaria española.

También quiere limitar el ámbito de aplicación de ese mecanismo para que solo se aplique en las 128 entidades que vigilará el Banco Central Europeo como supervisor común de la zona euro. Por contra, el BCE ha reclamado que ese proceso se implemente en todas las entidades de crédito de los Estados miembros.

Otra reunión para cerrar los flecos pendientes

"Espero que podamos progresar hoy, quizás llegar a un compromiso  político entre los ministros", ha dicho el comisario responsable de Servicios  Financieros, Michel Barnier, a su llegada a la reunión del Ecofin.  También el ministro francés de Finanzas, Pierre Moscovici, y su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, han reconocido que "es posible un acuerdo político", aunque no ha descartado una  nueva reunión del Ecofin la semana que viene para cerrar los flecos  jurídicos.

En el mismo sentido se ha pronunciado el ministro de Economía,  Luis de Guindos, que ha dicho que espera "hoy, al menos, un acuerdo  político". "Otra cuestión es que tengamos una reunión adicional para  rematar el acuerdo político que hoy alcancemos", ha agregado.

El más pesimista ha sido el representante alemán en el directorio  del Banco Central Europeo (BCE), Jörg Asmussen, quien ha advertido que, "probablemente será una tarde muy larga" que no logre "un acuerdo final". "Así  que ya he previsto otro Ecofin antes de la cumbre", ha apuntado el germano.

Precisamente, Asmussen ha adelantado las líneas  generales de lo que podría ser ese acuerdo político: poner en marcha una  autoridad única de liquidación "desde el principio" -que podría ser  la Comisión, según el ministro de Economía francés-, mientras que el fondo único  solo se crearía "al final de un período de transición". Algunas fuentes comunitarias fijan esa transición en 10 años.

Para Francia también es fundamental crear "un auténtico mecanismo  de resolución único, con un fondo que sea realmente único", aunque  Moscovici acepta que pueda haber un período transitorio. Avanzar en  la unión bancaria permitirá, según el ministro galo, "poner fin a la  fragmentación financiera, que hace que una empresa, según esté a un  lado u otro de una frontera, pague tipos de interés distintos".