Historias mínimas en un año máximo para el cine español
- La película de Rodríguez, clara favorita por guion, dirección y actuación
- Relatos salvajes deslumbra por su desparpajo y renovación del género
- Magical Girl es la 'otra' gran película española del año
- Loreak es una pequeña joya y El Niño el cine que hace falta hacer
En el que ha sido el mejor año para el cine español en lustros, si no el mejor de la historia, con una cuota de pantalla del 25% (en buena parte eso sí, gracias al soberano éxito de Ocho apellidos vascos), las finalistas al Goya son muy representativas de lo que es el panorama cinematográfico nacional actual.
A destacar, por destacar algo, que en realidad ya va siendo irrelevante, es la excelente factura de todas ellas. Hace años ya que el cine español no adolece precisamente de una factura pobre. Todo lo contrario.
Eso significa entre otras cosas, además de la solvencia de quienes hacen las películas, que el entramado industrial que sustenta la producción de las películas, aunque herido por la crisis y una política fiscal a años luz de aquellas de eso que solemos llamar "los países de nuestro entorno", sigue funcionando con una solvencia a prueba de crisis o bombas.
Voy a pasar a valorar las cinco películas candidatas al Goya a mejor película, y de paso, a hacer mi particular apuesta.
La isla mínima, la gran favorita
La isla mínima, con 17 nominaciones, es mi gran favorita y mi apuesta personal. Ganadora en los Premios Forqué, en los II Premios Días de Cine -los premios que entrega el programa, tanto en lo que toca a la elección de la redacción del programa como en lo que toca a la votación del público y en los Premios Feroz de la crítica cinematográfica española. También ganó el premio de la asociación de críticos en el pasado Festival de San Sebastián, aunque el certamen optó por Magical Girl.
Me parece la mejor película por su guion, por la dirección soberbia de Alberto Rodríguez, por sus dos fabulosos intérpretes (Javier Gutiérrez ha ganado también en los premios anteriores), pero, sobre todo, porque todo ello y todos ellos está al servicio de una muy buena historia ambientada en un momento crucial de la reciente historia de España, en1980, cuando los coletazos de la dictadura franquista aún se sentían más de lo que casi toda España quisiera.
En realidad, Alberto Rodríguez cuenta su película en clave de cine de género básicamente, en concreto del policíaco apartado Buddy movie, o sea, esas películas con dos policías antagónicos que se complementan y sobre los que pivota la acción. Es curioso que al ser preguntado Alberto Rodríguez sobre sus semejanzas con la serie True detective ha contestado siempre que su historia estaba escrita antes de saber siquiera de la serie. En cualquier caso, y habiendo dicho yo mismo en alguna ocasión que la cinta del director sevillano es como una especie de True Detective en Doñana en lugar de en Luisiana, ello no le resta un ápice de valor.
Lo dicho, La isla mínima es mi favorita en los Goya de este año como mejor película (y en otros apartados también).
Relatos salvajes, el desparpajo
Relatos salvajes, con nueve nominaciones y que ha contado con el apoyo y participación desde el principio de TVE, sería mi segunda favorita (curioso: también ha quedado segunda en el ranking de @DiasDeCine), por su desparpajo para contar esos relatos salvajes de forma que el punto cómico y de humor negro esté siempre presente.
Por lo original de su apuesta, renovando un modelo de película, el de relatos independientes entre sí, que cobra fuerza por su cercanía (casi todos nos sentimos identificados con esos personajes en esas situaciones). También porque lo muy divertida que es quita hierro a situaciones que son bastante (o totalmente) intolerables.
No sabría destacar a ningún actor sobre otro o un relato sobre otro. Son todos ellos un compendio tragicómico de la condición humana. Damián Szifron lo hace muy bien. ¿Qué más puedo decir? Acaba de ganar el Forqué a la mejor película iberoamericana. De haber habido un premio en esa categoría en los @Premios_DDC (que lo habrá ya el año que viene) lo habría ganado también.
Magical Girl, la otra gran película española del año
Tambien participada por TVE, Magical Girl, con siete nominaciones, es desde su estreno la 'otra' gran película española del año, junto a La isla mínima (en realidad, hay más).
La apuesta de Carlos Vermut es radicalmente distinta a la de Alberto Rodríguez, y fruto de ello es, creo, las opiniones absolutametne contrapuestas que suscita. Yo creo que Magical Girl tiene una dirección estupenda y unos actores fantásticos. Bárbara Lennie (ganadora “en diferido” del Forqué), está soberbia. Y, ¿qué decir de José Sacristán?
El problema que yo personalmente tengo con Magical Girl es que no acabo de pillarle el punto al universo perturbado de sus personajes. Yo soy de los que creen que siendo el espectador alguien de quien se espera sea inteligente, el trabajo del guionista debe ser lo suficientemente claro como para que haya cosas que queden, o bien suficientemente claras en su transparencia, o en su turbiedad. No sé si se entiende, pero yo no entiendo el porqué de algunas cosas que parece ser se dan por hechas que tengo que saber. Quién sabe… a lo mejor es problema mío.
El Niño, las historias que hay que empezar a contar
Las dos películas que me quedan por comentar son de corte radicalmente distinto. Con El niño (16 nominaciones), Daniel Monzón demuestra su extraordinaria solvencia como director en una película que cuenta ese tipo de cosas que el cine español va empezando a contar.
Una historia de policías, traficantes, y droga en un punto tan caliente como es el estrecho de Gibraltar. Una película de esas que deberíamos ver más en el cine español, por factura, por presupuesto, por dirección e interpretaciones (estupendas todas) y por resultados en taquilla, por ser pragmáticos.
Loreak, pequeña e intimista
Y termino con la última de las nominadas, también participada por esta casa, TVE, Loreak (dos nominaciones), película rodada en euskera en la que destaca una estupenda actriz, Itziar Aizpuru, reconocida en los premios Feroz.
Una película pequeña e intimista, pero también cálida y acogedora, quizás debido a la sombra de ese “ramito de violetas” de la canción de Cecilia que sus directores, José María Goenaga y Jon Garaño, citan como inspiración.
Pues eso ha sido todo. La isla mínima, una experiencia máxima, como sabiamente dijo alguien especialmente inspirado en la gala de nuestros II @Premios_DDC.