Lecciones para recordar
- Michael Keaton hace un trabajo memorable en Birdman
- Ethan Hawke destaca como secundario por su evolución en Boyhood
A la hora de valorar el trabajo de los actores nominados a los Oscar, parece oportuno hacer alguna reflexión sobre la proporcionalidad entre el trabajo del actor en cuestión y la calidad de la película en la que participa, de manera que puede darse el caso, de hecho se da con relativa frecuencia, que la interpretación esté por encima del conjunto de la película.
La sorna biográfica de Michael Keaton
Los candidatos de este año, al menos entre los nominados a mejor actor principal, surgen de películas que también se cuentan entre las ocho elegidas para competir por la estatuilla más preciada. Así que empezando por lo más alto, se puede constatar que Michael Keaton, seguramente el favorito para muchos, ya refrendado con el Globo de Oro como mejor actor de comedia de hace unas semanas, hace un trabajo verdaderamente memorable en una película tan original y tan desbordante de contenido como Birdman, encarnando a un actor en un momento crítico de su carrera irregular, más bien declinante, que se mueve en la pantalla en varias dimensiones, como individuo atormentado, como actor que interpreta sobre un escenario, como esquizoide que conversa consigo mismo en su doble papel de individuo de carne y hueso y de imaginario superhéroe que azuza a su yo más humano a revelarse contra sus limitaciones y, nunca mejor dicho, a levantar el vuelo con desinhibida libertad.
Keaton aporta con meritoria sorna residuos de su propia biografía, sobre todo como superviviente de sus encarnaciones de Batman en la pantalla grande a las órdenes de Tim Burton, y saca a la luz habilidades prácticamente desconocidas o poco practicadas a lo largo de su filmografía, como su capacidad para moverse en el estrecho filo que separa la comedia del drama o el realismo de lo caricaturesco o lo fantasioso, por separado, en secuencias individuales, o en armoniosa complicidad con un deslumbrante reparto coral en el que brilla especialmente Edward Norton, también nominado en la categoría de actor secundario, por su papel de reconocida estrella del panorama teatral, reclutado para sustituir a uno de los protagonistas de la obra que está a punto de estrenarse, una adaptación de un texto de Raymond Carver, espléndido en sus duelos con el propio Michael Keaton y también insinuándose a la jovencita Emma Stone, talento en permanente ascenso en el Hollywood actual.
Aterrador Steve Carell
Un caso diferente es el de Steve Carell, nominado por su trabajo sobrecogedor en la tremenda y magnífica Foxcatcher, donde literalmente se transmuta para encarnar a un potentado inquietante empeñado en acuñarse por cualquier medio una reputación de triunfador vampirizando a un campeón olímpico de lucha libre interpretado por Chaning Tatum, que también podría estar perfectamente nominado.
Foxtcatcher, tercer largometraje del director Bennett Miller, tras las sobresalientes Capote y Money Ball, con las que tiene más en común de lo que pueda parecer a primera vista, es realmente una historia de terror en la que Steve Carell es el monstruo, el que encarna lo más oscuro y sórdido del sueño americano, víctima de una madre autoritaria y despectiva, obsesionado por las armas, el éxito y los valores más conservadores y atávicos de su país, un ser patético y al mismo tiempo peligroso, aterrador a través de la mirada oblicua, como de águila al acecho, y los movimientos descoordinados que le imprime un Steve Carell en estado de gracia, radicalmente alejado de la imagen, más de actor cómico, en la que ha venido prodigándose.
Foxcatcher ha resultado también doblemente nominada en el apartado de interpretaciones masculinas, con el siempre competente y sorprendente Mark Ruffalo, muy cambiado en su aspecto físico en el papel del hermano mayor y entrañable mentor del luchador de pocas luces que encarna Chaning Tatum, también deportista de élite, más lúcido, abnegado, conciliador, que acepta por el bien de todos las estrambóticas condiciones que impone el disparatado millonario, como la de hacerse pasar como entrenador del equipo nacional de lucha.
Mimético Redmayne
Entre los que su trabajo sobresale por encima de la película que lo alberga, es cuestión de opiniones, destaca Eddie Redmayne y su mimetización con la reducción a un físico prácticamente vegetal como envoltorio de la mente superdotada del científico Stephen Hawking en la eficaz, quizás algo convencional, pero más que correcta La teoría del todo, que viene a ser lo más parecido a una biografía canónica del autor de Breve historia del tiempo contada desde la perspectiva de su primera esposa.
Redmayne afronta tan difícil reto con apabullante contención, proyectando el grueso de la inteligencia y la expresividad del personaje sobre la mirada. Ya se sabe de las preferencias de los que deciden premios de interpretación por los papeles de disminuidos, handicapados y demás crueldades de la naturaleza sobre los individuos, y a esa escuela se sumaron ya con entusiasmo los que le votaron como mejor intérprete masculino de película dramática en los pasados Globos de Oro.
Sugerente Cumberbatch
Otro tanto puede decirse de Benedict Cumberbatch, asombroso en su estupendo equilibrio entre contención y vehemencia, como protagonista de la entretenida y didáctica The imitation Game (Descifrando el enigma), en su doble condición de matemático visionario, ensimismado en la construcción de su máquina para quebrar el lenguaje cifrado de la Alemania nazi, y de homosexual obligado a la clandestinidad en una sociedad atrapada todavía en la estrecha moralidad victoriana.
Cumberbatch, tan sugerente como acostumbra, afronta este oscuro aspecto planteando a su vez al espectador el esfuerzo de descifrar el enigma de su reprimida personalidad.
Inspirado Cooper
En un registro radicalmente distinto se sitúa Bradley Cooper en su interpretación de El francotirador, nueva película de Clint Eastwood, un soldado con exacerbado sentido del deber que pone su extraordinaria puntería al servicio de las misiones militares de su país antes, y especialmente después, del 11 de septiembre.
Cooper, nominado por tercer año consecutivo, como protagonista en 2013 por El lado bueno de las cosas y como secundario en 2014 por La gran estafa americana, es de esos actores que hacen parecer a sus personajes menos de lo que son en realidad y facilitan que el espectador les descubra bajo su apariencia trivial, especialmente inspirado aquí en los momentos en los que hace lo que se espera de él, disparar a distancia contra alguien que puede ser un peligro o simplemente una sospecha de peligro, enmascarando sus dilemas morales en la apariencia de un reptil a la espera de tener al alcance un insecto que atrapar con su vertiginosa lengua.
Ethan Hawke brilla como secundario
En el apartado de los nominados como secundario, parte de los ya mencionados Edward Norton y Mark Ruffalo, la pugna será también descomunal, dada la talla de los contrincantes.
En primer término, Robert Duvall, que siempre merece ser premiado, haciendo de padre de Robert Downey Jr. en la deslavazada El juez, la única, junto a Foxcatcher, que no compite en la categoría de mejor película, un thriller judicial que pasó con más pena que gloria por las pantallas de por aquí, en la que casi lo único rescatable era el trabajo de los actores.
En esa categoría brilla con luz propia Ethan Hawke en su papel de padre del protagonista de Boyhood, mostrando un estupendo crecimiento personal del personaje, valga la redundancia, a lo largo de los años, en paralelo al que encarna la magnífica Patricia Arquette como madre, en el que él, tan habitual en las películas de Linklater, haya tenido que recurrir a un llamativo bigote para desmarcarse del pacto con el diablo que parece haber hecho y subrayar en lo físico la comprensible maduración que muestra en lo emocional.
Por último, J.J. Simmons como el estricto profesor de música, pesadilla del percusionista que encarna Milles Teller en Whiplash. Simmons aporta energía y entusiasmo, pero también cinismo y humor sarcástico a su personaje y se convierte en el motor, junto al joven protagonista, de esta propuesta pequeña pero exultante y resultona en la que el jazz, el buen jazz, acaba inundando la pantalla y aparentemente el ritmo del relato con su espíritu de inagotable improvisación.
Si hay que apostar, apostemos, en la categoría principal por Michael Keaton y su sorprendente trabajo repleto de recovecos en Birdman y por Ethan Hawke y su evolución hacia una madura responsabilidad en la fascinante Boyhood en la de secundario, pero disfrutemos también de todos y cada uno de los trabajos de los demás. Al fin y al cabo lo mejor, el néctar de esta cosecha de exquisiteces en lo que casi lo único inquebrantable suele ser el trabajo de los actores.