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Análisis

Reino Unido, un sistema electoral cuestionado

  • Las encuestas vaticinan un empate técnico entre los dos grandes partidos
  • La distribución del voto condiciona el resultado
  • El sistema perjudica a los partidos minoritarios

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La primera ministra escocesa y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Sturgeon, en un acto en Largs
La primera ministra escocesa y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Sturgeon, en un acto en Largs.

Durante los últimos seis meses los institutos demoscópicos del Reino Unido han publicado más de un centenar de sondeos pero ninguno de ellos ha sido capaz de predecir con exactitud cómo va a quedar configurada la Cámara de los Comunes el próximo 8 de mayo, el día después de las elecciones británicas. Las encuestas vaticinan un empate técnico entre conservadores y laboristas y coinciden en que ninguno de los dos grandes partidos obtendrá la mayoría absoluta. Una situación que en el Reino Unido se conoce como hung parliament.

Salvo que las encuestas yerren de forma estrepitosa, el próximo gobierno británico será un gobierno de coalición o, en su defecto, un gobierno en minoría. Las dos posibilidades constituyen en sí mismas una anomalía en un sistema bipartidista como el británico. La ley electoral, vigente desde 1885, favorece la formación de grandes mayorías y durante 130 años ha garantizado la alternancia en el gobierno de dos grandes partidos hegemónicos que han gestionado el poder como un duopolio.

El sistema electoral se conoce popularmente con el nombre de first-past-the-post (FPTP). Se caracteriza por ser muy poco proporcional y por castigar dramáticamente a los partidos minoritarios. Funciona de la siguiente manera: el Reino Unido está dividido en 650 circunscripciones electorales. Cada una de ellas elige un diputado. El candidato, en representación o no de un partido, que más votos reciba se asigna el escaño mientras que el resto de los sufragios caen en saco roto.

Pongamos como ejemplo una circunscripción en la que el Candidato A obtiene 30.000 votos; el Candidato B, 25.000; y el Candidato C, 15.000. El escaño en este caso se lo adjudicaría el Candidato A, provocando que los 40.000 electores que votaron por los Candidatos B y C –que son mayoría- se queden sin representación en la Cámara de los Comunes. El FPTP es tan poco proporcional que es matemáticamente posible que un partido que haya conseguido el 49,9% de los votos a nivel nacional pueda obtener cero escaños.

La distribución del voto

El resultado final de las elecciones depende en buena parte de factores como la distribución del voto. En 1951 el Partido Conservador de Winston Churchill obtuvo más escaños que los laboristas a pesar de tener menos votos. Lo mismo ocurrió, pero a la inversa, en 1974, cuando los laboristas de Harold Wilson, con menos sufragios, consiguieron más diputados que los conservadores. Los tories tienen su voto concentrado en Inglaterra y su presencia en Escocia, Gales o Irlanda del Norte es muy marginal. Si hacemos un repaso de las 17 elecciones generales celebradas desde 1945 veremos que los conservadores siempre han necesitado al menos el 42% de los votos para obtener la mayoría absoluta. Al laborista Tony Blair le bastó el 35% en 2005.

El sistema electoral hace que en la actualidad muchos votos conservadores se vayan directamente a la basura en el norte de Inglaterra y lo mismo sucede con muchos votos laboristas en el sur. El FPTP daña los intereses de los dos grandes partidos en distintas zonas del país, pero nada comparado con lo que le ocurre a los partidos políticos minoritarios. El UKIP, los liberal-demócratas o los Verdes son las verdaderas víctimas del FPTP y los principales damnificados por lo que los politólogos llaman la "maldición de Duverger". Los estudios de este politólogo francés demostraron que los sistemas de mayoría simple suelen conducir a sistemas partidarios duales mientras que los sistemas de representación proporcional favorecen el multipartidismo.

El sistema electoral evita que la nueva realidad política y social del Reino Unido se traslade a la representación parlamentaria

En 1951 laboristas y conservadores aglutinaron el 97% de los votos. A lo largo de las décadas ese porcentaje ha ido decreciendo progresivamente hasta caer por debajo del 70%. Esa pérdida de votos no se ha traducido sin embargo en una reducción significativa de diputados. En 2010 conservadores y laboristas recibieron conjuntamente el 65% de los votos pero se adjudicaron el 86% de los escaños. El FPTP evita por lo tanto que la nueva realidad política y social del Reino Unido tenga una traslación en la representación parlamentaria de los distintos partidos en la Cámara de los Comunes.

Nigel Farage, líder del UKIP. Foto: Afp/Adrian Dennis

El castigo a los partidos minoritarios

Según las encuestas el UKIP, el partido que lidera Nigel Farage y que preconiza la salida del Reino Unido de la UE, podría lograr el jueves alrededor del 15% de los votos. No obstante es muy probable que sólo consiga un puñado de escaños, puede que incluso ninguno, cuando con un sistema puramente proporcional le habrían correspondido en torno a cien. En el otro lado de la balanza está el Scottish National Party (SNP) que siendo la sexta fuerza política del país podría ganar hasta 59 escaños y ser la llave del gobierno con sólo el 4-5% de los votos. Los nacionalistas escoceses serán el tercer partido en número de diputados a pesar de que recibirán muchos menos votos que el UKIP (13-15%), los Lib-Dems (8-9%) o los Verdes (5-6%). El SNP se va a beneficiar de la ventaja que supone tener todo su voto concentrado en las circunscripciones escocesas.

Al margen de su evidente poca proporcionalidad, el sistema FPTP presenta otras características negativas como la posibilidad de desincentivar la participación en aquellas circunscripciones donde la elección está a priori decidida. La Electoral Reform Society asegura que cerca de 400 escaños están ya decantados antes de que se abran los colegios electorales. Son los llamados safe seats, en los que uno de los candidatos disfruta de una ventaja en intención de voto insalvable para el resto de aspirantes. En 2012, en la elección parcial (by-election) de Manchester Central, que es un feudo tradicional de los laboristas, sólo el 18% de los electores acudieron a las urnas.

La noche electoral será larga y a ella le seguirán varios días de negociaciones

El escenario político que se presenta en estas elecciones es tan incierto que nadie se atreve a predecir con certeza lo que va a pasar. Algunos expertos hablan de una lottery election en la que pequeños cambios en la distribución del voto o en la participación pueden tener grandes consecuencias en la asignación de escaños. La noche electoral será seguramente muy larga y a ella le seguirán varios días de negociaciones entre los distintos partidos para tratar de conformar una mayoría estable.

¿Una reforma electoral?

Por segunda vez consecutiva el FTPT va a fracasar a la hora de conseguir su principal objetivo: un gobierno fuerte y monocolor sustentado en una amplia mayoría parlamentaria. Históricamente los partidarios del FPTP han defendido la conveniencia de sacrificar proporcionalidad a cambio de estabilidad pero lo que mucha gente se plantea ahora es si tiene sentido mantener un sistema electoral tan poco representativo si ni siquiera es capaz de proveer un ejecutivo fuerte que no tenga que depender del apoyo de otras fuerzas políticas.

Desde hace tiempo los partidos minoritarios presionan a conservadores y laboristas para que accedan a reformar un sistema electoral del que son principales beneficiarios.

En 2010 los Liberal Demócratas exigieron a los tories la convocatoria de un referéndum para modificar la ley electoral a cambio de integrarse en la coalición de gobierno. La consulta se celebró en 2011 y los británicos votaron mayoritariamente (67%) a favor de seguir con el FPTP. Will Brett de la Electoral Reform Society atribuye el resultado al hecho de que la única alternativa que se proponía al sistema era en realidad una versión enmendada del FPTP. El resultado –asegura- podría haber sido diferente de haberse ofrecido la posibilidad de implantar un sistema puramente proporcional.

Algo que, dicho sea de paso, no es desconocido para los británicos: en las elecciones europeas rige ya un sistema proporcional de circunscripción única y Escocia, Gales e Irlanda del Norte utilizan sistemas proporcionales para elegir sus asambleas regionales. Tras las elecciones de este 7 de mayo es más que probable que los partidos minoritarios vuelvan a exigir a conservadores y/o laboristas una reforma de la ley electoral a cambio de su apoyo parlamentario.