Ana Orantes, la mujer que rompió el silencio y puso rostro a la violencia de género
- Su exmarido la asesinó el 17 de diciembre de 1997 en Cúllar Vega, en Granada
- Ana había denunciado su maltrato 13 días antes en un programa de televisión
- Su caso supuso un aldabonazo en la lucha contra la violencia de género
- El 36% de las asesinadas en 2016 había denunciado a su agresor como Ana
- El 016 es el teléfono de atención a las víctimas de malos tratos
"Desde ahí vinieron no guantadas, sino palizas. Toda su cosa era cogerme de los pelos, de darme contra la pared. Me ponía la cara así. Yo no podía respirar, yo no podía hablar porque yo no sabía hablar, porque yo era una analfabeta, porque yo era un bulto, porque yo no valía un duro. Así han sido 40 años". Ana Orantes, que entonces tenía 60 años, relató con estas palabras cuatro décadas de maltratos físicos y psicológicos en un programa de televisión de Canal Sur trece días antes de que su exmarido la asesinara quemándola viva el 17 de diciembre de 1997, en la casa que estaban obligados a compartir en Cúllar Vega, en Granada.
Este domingo se cumplen 20 años de un crimen que forzó a la sociedad española a mirar cara a cara a la violencia machista, hasta entonces considerada un asunto privado. Este asesinato supuso un aldabonazo que colocó los malos tratos en el centro del debate público y acabó impulsando cambios en el Código Penal y finalmente, aunque años después, la aprobación de la ley integral contra la violencia de género en 2004.
A pesar de los avances legales, desde que José Parejo mató a Ana Orantes no ha habido tregua en los crímenes machistas. Desde 2003, el primer año con datos oficiales, hasta hoy han sido asesinadas 918 mujeres en España. El 36% de las víctimas del año pasado había denunciado, además, a su agresor como en su día hizo esta mujer granadina, que se convirtió en un símbolo contra el maltrato.
"En la lucha contra la violencia de género es muy importante romper el silencio y el caso de Ana Orantes lo hace. Nos falta la voz de las víctimas. No las escuchamos y no las creemos" aún dos décadas después, explica Nuria Varela, autora del libro La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad (2012). Esta periodista y escritora experta en feminismo y violencia de género considera que el hecho de que no se crea a las víctimas sigue siendo un "agujero negro en los juzgados" que lastra la batalla contra esta lacra.
"Nadie la hizo caso, nadie la protegió. Fue un crimen anunciado"
Subraya la valentía de una "pionera" Ana Orantes, que "rompe el silencio de las víctimas en los medios" y lo hace por solidaridad, porque no quiere que otras mujeres sufran lo que ella ha pasado. Sin embargo, "nadie la hizo caso, nadie la protegió", lamenta Varela, quien subraya que su asesinato fue "un crimen anunciado". Había denuncias previas pero nadie tomó ninguna medida.
Miguel Lorente, exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género (2008-2011) y profesor de Medicina Legal en la Universidad de Granada, cree que esta muerte "supuso pasar de lo que se consideraba como un hecho aislado de la España negra y profunda a convertirlo en un problema social" con un cambio en el tratamiento de estas noticias en los medios de comunicación.
“Supuso pasar de lo que se consideraba un hecho aislado de la España negra y profunda a convertirlo en un problema social“
Hay dos factores decisivos que contribuyen a esta modificación, según Lorente: el hecho de que Orantes apareciera en televisión, porque "nunca conocíamos a las víctimas y en este caso pudimos verla a ella contar toda su situación con naturalidad", y el hecho de que fuera un crimen especialmente violento.
La mayor atención por parte de los medios se tradujo en "una mayor exigencia y demanda política" por parte de la sociedad, pero los cambios legales, sin embargo, no fueron inmediatos. Este experto recuerda, por ejemplo, las polémicas palabras del entonces vicepresidente del Gobierno Francisco Álvarez Cascos, que calificó el asesinato de Orantes de "caso aislado obra de un excéntrico".
Fran Orantes: "Quería callarla, pero con sus hijos no lo ha conseguido"
Francisco Orantes -que decidió hace ya mucho tiempo usar en primer lugar el apellido de su madre- tenía 19 años cuando Ana fue asesinada. Era el único de sus ocho hijos que aún vivía con ella y una sobrina. "En ese momento cuando sucedió, estaba tan sumido en la tristeza que no llegaba a ver el alcance que tuvo el tema, quise borrar el pasado. Luego te llega información de que se están endureciendo las penas y es cuando llegas a darte cuenta" de lo que supuso Ana Orantes en la lucha contra el maltrato, explica a RTVE.es.
“Si yo hago todo esto, es por mantenerla viva. Él no quería que se relacionara con nadie“
Entonces, él y sus hermanos, como hijos de una víctima de violencia de género, no tuvieron ninguna ayuda económica ni psicológica, lamenta. Fran reconoce que aún hoy le cuesta hablar de lo que ocurrió y que ha tenido que volver a consulta porque con motivo del aniversario se le ha empezado "a remover de nuevo" todo, pero que lo hace por ella. "Si yo hago todo esto es por mantenerla viva. Él no quería que se relacionara con nadie, en el momento que veía que hacía amistades, cambiaba de casa. Quería callarla, pero con su hijos no lo ha conseguido", sentencia.
Fran Orantes, que ha participado en el libro recién publicado Hombres por la igualdad, de Nuria Coronado, para reivindicar precisamente la valentía de su madre, la describe al otro lado del teléfono como una mujer "muy trabajadora, muy familiar, muy amiga". "Lo era todo, todo. Era de esas personas a las que todo el mundo quiere, todo el mundo la saludaba".
El "único pero" que le pone a su madre "es que aguantó mucho, no tenía que haber aguantado tanto". Por eso, a las mujeres que están pasando por una situación de maltrato, les pide "que no se callen porque el silencio es lo peor que pueden hacer".
Un método "cruel", "cobarde y traicionero"
Ana Orantes se separó de su marido, José Parejo, tras 40 años de maltratos continuados en verano de 1996, pero siguieron residiendo en la misma casa, que dividieron en dos viviendas. El 4 de diciembre de 1997, ella acudió al programa De tarde en tarde de Canal Sur para contar su caso. Según explicó la presentadora Irma Soriano tras su asesinato, Ana quería "desahogarse" porque había denunciado muchas veces el maltrato sin que pasara nada y porque pensaba que "él no se atrevería" a tocarla tras salir en televisión, pero no fue así.
Parejo la mató el 17 de diciembre arrojándole por la espalda gasolina y prendiéndole fuego después, lo que le provocó la muerte en pocos segundos, según recoge la sentencia de la Audiencia Provincial de Granada, que describió el medio elegido como "cruel", "cobarde y traicionero". El autor fue condenado doce meses después a 17 años de prisión por asesinato y a indemnizar a sus hijos con 30 millones de pesetas (180.000 euros). No llegó a cumplir toda la condena porque falleció en la cárcel en 2004.
Raquel Orantes, otra de las hijas de Ana, escribía esta semana una carta dirigida a su madre y publicada por la Cadena Ser para lamentar que, 20 años después de aquello, los hombres "siguen asesinando con impunidad; seguimos siendo, desgraciadamente, ciudadanas de segunda; y la ley, hoy por hoy, no ha conseguido todo lo que debería".
Lorente: "La educación es parte de la solución pero no la única"
Miguel Lorente y Nuria Varela, como expertos en violencia machista, comparten el mismo diagnóstico y llaman la atención sobre el hecho de que el 36% de las 44 mujeres asesinadas en 2016 había denunciado a su agresor, lo que demuestra, inciden, en que sigue habiendo un problema a la hora de valorar el peligro. Según las estadísticas de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, en lo que va de 2017 han sido asesinadas por sus parejas o exparejas 46 mujeres, de las que 9 habían denunciado.
El exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género cree que se está fallando en la prevención primaria por la falta de campañas, que son "inconexas" y puntuales, por la falta de educación en valores en las escuelas tras la supresión de Educación para la Ciudadanía; en prevención secundaria para detectar los factores de vulnerabilidad como puede ser la discapacidad; y en prevención terciaria a la hora de valorar adecuadamente el riesgo de las víctimas que denuncian.
Lorente advierte también contra el postmachismo, que defiende que las muertes son "inevitables" porque las presentan como fruto de "unos cuantos hombres que están mal de la cabeza" y no como producto del machismo de la sociedad. En este sentido, señala que la educación "es parte de la solución" pero no la única porque no solo hay que trabajar con los jóvenes sino en la concienciación de los adultos y pone un símil médico: no solo hay que prevenir una enfermedad sino que también hay que tratar a quienes ya la tienen.
“Nos hemos creído el relato mediático, político y académico que dice que se está educando en igualdad pero no es verdad“
Nuria Varela destaca que las herramientas legales que existen son buenas pero que el problema es que no se están cumpliendo: "No se presupuestan. Nunca ha habido suficientes recursos, pero en los últimos años ha habido además recortes". Esta experta denuncia que existe un "desdén político importante" hacia la violencia de género, califica el pacto de Estado firmado hace unos meses en el Congreso como "una tomadura de pelo" y un "lavado de cara" y pone el acento en que no se exige formación especializada en género a los jueces y juezas de los juzgados de violencia contra la mujer.
"Nos hemos creído el relato mediático, político y académico que dice que se está educando en igualdad pero no es verdad", añade Varela. En este sentido, señala que no se educa en los colegios e institutos sobre educación afectivo-sexual y prevención de violencia de género y advierte del relato que difunden muchos libros, cuentos, música, etc... "El machismo y la misoginia campan en todos los relatos", concluye esta experta para explicar por qué la violencia de género no está disminuyendo entre los más jóvenes.
Fran Orantes también cree que queda mucho trabajo por hacer en las escuelas: "En el colegio debería haber una asignatura que fuera igualdad, sería más productivo que las matemáticas o la lengua".
"Estamos en un momento con una clarísima ruptura del silencio"
A pesar del retroceso que en su opinión se está produciendo en la lucha contra la violencia de género, Varela cree que "estamos en un momento importante, con una clarísima ruptura del silencio" como en su día ocurrió con Ana Orantes. Empezó con el tren de la libertad, siguió con la manifestación del 7N y el caso de Juana Rivas y llega hasta estos días con la campaña #metoo para denunciar los abusos sexuales tras el escándalo del productor de Hollywood Harvey Weinstein y en España con el #yositecreo para apoyar a la joven que denunció a 'la Manada' por violación múltiple en unos sanfermines en Pamplona.
Este último caso "está mostrando lo que ocurre habitualmente en los juzgados, que no se cree a las víctimas y se las investiga a ellas", explica Nuria Varela. Lo mismo que pasó con Ana Orantes, "nadie la cree, nadie da importancia" a sus denuncias.
"La violencia de género está aumentando pero hay un hartazgo entre las mujeres", añade esta experta que se muestra "optimista" a pesar de todo porque "hay mucha valentía en denunciar con mucha fuerza", de romper el silencio.
"Me daba una paliza y otro día me decía 'Anitilla, perdóname'"
Serena, tranquila y con una enorme dignidad. Ana Orantes, que cuando se casó con su asesino tenía 19 años, dibujó un relato atroz de 40 años de maltrato delante de las cámaras. El primer bofetón se lo dio su asesino a los tres meses de casados. "Yo me quedé... Yo no supe por dónde me venía aquello. Yo di un chillido porque yo creí que me había roto la cara de la que me dio".
Pero aquella agresión fue solo el principio. José Parejo la anuló completamente como persona repitiéndole constantemente que ella no valía nada y aislándola de sus familiares. No le dejó ir a las bodas de sus hermanos, ni siquiera a la de sus propios hijos. Estando embarazada del último, se casaba otro de ellos. "Me dijo que como yo fuera a la boda me daba una paliza que la barriga la echaba por la boca".
"Me daba una paliza y otro día me decía 'Anitilla, perdóname, ya no va a pasar más, ya no te voy a pegar porque esto no es vida, no le hagas caso a un borracho'. Yo le creía, le creía porque tenía 11 hijos -tres de ellos murieron después- no tenía dónde irme porque yo no me podía ir con mis padres ni con nadie, yo tenía que aguantarlo, aguantar que me diera paliza sobre paliza un día sí y otro no y el del medio".
"Yo no le he querido nunca, no le he querido nunca yo no puedo decir que he estado con mi marido porque le quería. Yo le he tenido pánico, yo le tenía miedo, yo le tenía horror, yo era pensar que eran las nueve o diez y no había venido de trabajar que salía a las seis de la tarde y me tenías temblando como una niña chica".
Ana Orantes, que explicó también en Canal Sur cómo su exmarido abusó de sus hijas, terminó su testimonio diciendo que "lo único que le pesaba" era haber tardado tiempo en denunciar, en romper el silencio.