Un mes contando fallecidos con coronavirus en España: cronología de la pandemia que lo cambió todo
- Hace un mes supimos que el coronavirus mataba en España, y ya van más de 10.000 fallecidos, el 20% de todo el globo
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Tres de marzo de 2020. El coronavirus SARS-CoV-2 era una epidemia que nació en China en diciembre y había llegado España con el caso de un turista alemán en La Gomera el 31 de enero. Entonces se contabilizaban 150 casos, 49 de ellos en Madrid, y apenas una quincena en País Vasco, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía. Ese día la Comunidad Valenciana confirmó la primera muerte de un paciente con coronavirus en España, un hombre de 69 años que había fallecido el 13 de febrero por una neumonía y al que se le realizó un análisis retrospectivo. Al día siguiente el País Vasco confirmó el segundo fallecimiento, un hombre de 82 años con enfermedades crónicas que tenía neumonía.
Tres de abril de 2020. El coronavirus es una pandemia global. España es el tercer país del mundo en número de casos, con más de 112.000 -hace tres días que superó a China-, casi un 10% de todos los casos del mundo, y es el segundo en número de fallecidos tras superar el jueves la barrera de los 10.000 muertos, el 20% del total mundial, a día de hoy. Hay casos y fallecidos en todo el país, liderados por la Comunidad de Madrid y Cataluña, con un ritmo de expansión del coronavirus que tampoco pueden ralentizar de momento Extremadura, Baleares y Canarias.
Solo ha pasado un mes y España y el mundo entero han dado un vuelco inimaginable hace apenas cien días. Parece tan irrelevante como lejano que hace un mes, mientras Italia contaba ya ocho decenas de cadáveres atribuidos al Covid-19 y en Francia los empleados del Louvre reivindicaban su derecho a no trabajar, quedara hueco el relato informativo para la nueva ley del Gobierno para eliminar la diferencia entre abuso y agresión sexual, la reforma educativa, el 'supermartes' en las elecciones primarias en Estados Unidos y no faltaba el capítulo diario de la política catalana.
El deporte seguía día a día, aunque con recelos por las gradas llenas de aficionados, y la economía celebraba un descenso del paro en febrero a niveles de 2008 y un crecimiento del empleo sin parangón en cinco años. Un mes después, la pandemia invade toda la realidad, el coronavirus ha destruido casi 834.000 empleos en marzo y deja la peor cifra de paro de la historia, y sabemos que todo el ocio, la cultura y el deporte están detenidos y no habrá Juegos Olímpicos este año.
Dan igual la hemeroteca y la historia reciente, todo parece haberse paralizado, disuelto. La vida en España y en el resto del mundo han dado un vuelco en cuatro semanas en todas las dimensiones de la vida, con un horizonte incierto y una recuperación ansiada pero sin fecha a la vista. La incertidumbre cabalga al lado del hashtag #TodoSaldráBien y el mundo se une en torno a un mandamiento cívico, "quédate en casa".
Esta es la foto actual de España, un mes después de empezar a contar muertos con coronavirus a diario:
El desafío sanitario: "aplanar la curva", las UCI, los test rápidos...
En este tiempo hemos aprendido la importancia de "aplanar la curva" y de evitar que cada contagiado infecte a su vez a más de una persona, el motivo por el que hemos sido confinados en casa. El modelo más señalado para contener la expansión del coronavirus es el de Corea del Sur, con su estrategia de análisis masivos y responsabilidad ciudadana, además del polémico uso de las nuevas tecnologías para la geolocalización y seguimiento de los posibles contagiados.
Pero el objetivo prioritario es que no se muera la población y para ello hay que garantizar la adecuada atención hospitalaria, la derivación de pacientes a urgencias y unidades de cuidados intensivos (UCI) y la dotación humana y material de estos servicios. Las medidas sanitarias principales llevan a esta misma línea de actuación: conocer y controlar el número de contagios para evitar el colapso de la Sanidad, y ofrecer una respuesta médica suficiente, dos tareas titánicas que han desbordado al sistema de Salud español.
Sobre todo la segunda. En España hay a fecha de 2 de abril 6.092 ingresados en UCI, mientras que los datos de Sanidad de 2018 indican que en España hay 4.267 camas de UCI en hospitales públicos y privados. El aumento de ocupación de cuidados intensivos crece a menor ritmo, tiende a la estabilización, pero sigue siendo crítica porque la estancia de los pacientes es muy larga y la necesidad de recursos es acuciante: equipos de protección individual para los sanitarios, mascarillas (Sanidad afirma haber repartido 7,47 millones desde el 10 de marzo), gafas protectoras, respiradores... que tratan de proveer empresas e iniciativas privadas de todo tipo, desde pequeños talleres y fábricas a universidades y hasta veterinarios.
Respecto al primero, los problemas con la adquisición de los test rápidos han impedido aumentar el seguimiento de la enfermedad en España, que el Gobierno estimaba en 15.000-20.000 pruebas PCR al día. El Gobierno anunció que iba a comprar seis millones de test, pero ha tenido que devolver partidas defectuosas compradas a una empresa china sin licencia y una nueva partida no ha cubierto las exigencias de sensibilidad esperadas.
Lógicamente, y pese a la información continua de nuevos contagios y la obsesión por su tendencia, la medición disponible no será exacta mientras no se puedan practicar o realizar a tiempo las pruebas diagnósticas. Un estudio publicado en el Reino Unido ha estimado que España sería el país europeo con mayor número de personas infectadas, que podría llegar a siete millones de contagios, aunque cree que las medidas adoptadas han evitado 16.000 muertes.
A medio camino entre la emergencia sanitaria y la social, el drama de las residencias de ancianos, convertidas en focos de contagio entre residentes -población vulnerable por excelencia por su edad y situación dependiente- y unos cuidadores desbordados. Se cuentan contagios masivos y un cúmulo de fallecimientos en estas residencias a lo largo del mes de marzo, el Ejército encontró a ancianos muertos en sus camas, una situación que se empezó a investigar pero que ha frenado la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, para delegarla en cada territorio.
La situación en las residencias de ancianos está siendo una de las más duras y controvertidas de esta insólita crisis. No hay una cifra exacta de fallecidos por Covid-19 pero está ya muy por encima de los 2000. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha calculado que alrededor de 3.000 personas mayores han fallecido en las residencias de la región, unas 2.000 más de lo habitual, aunque ha precisado que es "muy difícil" saber si estas muertes se deben directamente a la pandemia.
["Estoy desesperada, si pudiera sacar a mi madre de la residencia lo haría"]
España, 19 días en estado de alarma, y los que estén por venir
El 14 de marzo el presidente del Gobierno anunció que se convertía en la única autoridad y decretaba el estado de alarma en España, una situación prevista en la Constitución y que solo se había desplegado en 2010, por la crisis de los controladores aéreos. Una situación inédita para un presidente del Gobierno en España que se añade a la insólita biografía política de un Pedro Sánchez que, en solitario en la Moncloa comprometía "todos los recursos del Estado" en la lucha contra el coronavirus" y arengaba a que "el heroísmo también es quedarse en casa".
[Qué puedo y no puedo hacer durante el estado de alarma]
Sánchez creó de entre su Consejo de Ministros un comité de gestión técnica del coronavirus integrado por los ministros de Sanidad, Interior, Defensa y Transportes que junto a unos asesores técnicos ayudan a un Ejecutivo volcado en ruedas de prensa diarias, con una escenografía sin preguntas en directo que se ha convertido en norma habitual y protestada por los medios de comunicación-.
El miércoles 25 de marzo el Congreso votó la prórroga del Estado de alarma por 15 días más, hasta el 12 de abril a las 00:00 horas, y lo avaló entre duras críticas a la gestión de Sánchez y su gobierno de coalición, que se ha visto menguado por los positivos de la vicepresidenta Carmen Calvo y las ministras Irene Montero (por dos veces) y Carolina Darias, además de la cuarentena del vicepresidente Pablo Iglesias.
Y después se ha añadido una modificación para endurecer el confinamiento y cerrar toda actividad económica no esencial, aplicada desde el 31 de marzo hasta el 9 de abril, aprovechando la llegada de la Semana Santa para reducir la movilidad durante ocho o nueve jornadas laborales al nivel de un domingo, mediante la introducción de un "permiso retribuido recuperable".
[Qué actividades económicas paran por el estado de alarma y cuáles son esenciales]
Será la evolución de los datos sanitarios la que marque si se prorroga aún más el estado de alarma, y el grado de apertura de las actuales medidas de aislamiento y restricción de la movilidad y la actividad económica. En Wuhan (China), el confinamiento ha durado más de dos meses, e Italia, que sobre el papel tiene previsto terminar el suyo el 13 de abril, no descarta ampliarlo, en vista de que aún no ha registrado un descenso en el ritmo de contagios y fallecimientos.
Todo un país confinado en casa, testigo de la pesadilla
El aislamiento decretado por el Gobierno ha llevado al confinamiento en sus domicilios de toda la sociedad: trabajadores, niños, estudiantes, personas mayores y dependientes, con los problemas en la vida diaria que ello supone, sin poder salir a la calle más que para las compras imprescindibles, acudir al trabajo si este es considerado esencial y el cuidado de personas o el paseo de las mascotas. Vivimos al mismo tiempo en el mismo país las consecuencias tanto de la convivencia como de la soledad forzosas, con el temor por el bienestar de nuestros allegados, no solo por su salud física sino por su estabilidad emocional, cuando ni siquiera se puede guardar duelo por los muertos.
Los colegios fueron los primeros en cerrar. Primero fueron el 9 de marzo los de la Comunidad de Madrid y La Rioja y, tres días después, tras un goteo incesante, todas las comunidades autónomas decidieron cerrar los centros educativos para frenar el coronavirus, a lo que se sumaron las universidades. Las clases se empezaron a impartir online y, donde no llegaba el profesor, llegaban los deberes para continuar el aprendizaje, convirtiendo a las familias en tutores primerizos.
Ahora, el Gobierno estudia la posibilidad de permitir que los niños salgan en algunos momentos a la calle durante el confinamiento. Otra decisión pendiente es si los universitarios podrán volver o no a dar clases presenciales y cómo se evaluará el curso o se harán las prácticas, la última palabra la tendrá cada universidad.
Las manifestaciones culturales también se han detenido. Tras varios titubeos, las Fallas de Valencia fueron aplazadas cuando muchos monumentos ya estaban plantados en las calles. Tardaron algo más, pero también se suspendieron las procesiones y celebraciones de Semana Santa. Cines, teatros, conciertos, museos, bibliotecas y otros eventos culturales han desaparecido del mapa, condenando al cierre forzoso a todas las manifestaciones culturales, reducidas ahora a las pantallas, las descargas y las plataformas digitales.
Pasamos a ver la vida desde los balcones, desde donde se recupera la vida vecinal a las 20:00 horas para compartir unos aplausos a los sanitarios y a nosotros mismos como sociedad, pero desde los que a veces se practica también una indeseable labor de persecución social que ha afectado a los niños autistas, que sí contaban con autorización para pasear con sus progenitores.
De la mayor caída de la Bolsa al peor mes para el empleo en España
El 12 de marzo, el mismo día en que China dio por superado el pico de transmisiones de coronavirus en todo el país, el IBEX 35 sufrió la mayor caída de su historia, en un fenómeno no aislado, sino en línea con lo que les sucedió al resto de bolsas mundiales. El índice de referencia en España terminó el mes de marzo con el peor trimestre de su historia.
La previsión asumida es que esta pandemia desencadenará una recesión económica comparable a la de 2009, "tan mala o peor" que la causó casi una década perdida en la economía. De manera inmisericorde, un mes después de que se registrara el primer fallecido con coronavirus en España, el impacto del coronavirus ha llegado con toda su crudeza al mercado laboral.
Marzo ha sido el peor mes de la historia para el empleo en España: se han destruido unos 830.000 empleos, ha habido 833.000 afiliaciones menos a la Seguridad Social, y el número de parados ha ascendido en más de 300.000 personas, un fenómeno claramente coincidene con la situación derivada del estado de alarma y la paralización de la actividad económica considerada no esencial.
[Parados por el coronavirus: "Todo va a ser muy distinto, vamos a tardar en volver a arrancar"]
Los trabajadores afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) se elevan ya a 620.000 y 250.000 empresas han presentado un ERTE, una herramienta que facilitó el Gobierno para evitar la destrucción de empleo, ya que a la vez impide que las empresas que se acojan a ellos puedan despedir en seis meses.
El mes pasado, el Gobierno aseguró que movilizará el equivalente al 20% del PIB, 200.000 millones de euros, para combatir el impacto económico y social del coronavirus, y ha desplegado una batería de medidas económicas de distinto calado: prórroga de los bonos sociales eléctricos hasta el 15 de septiembre, un aplazamiento de seis meses del pago de cuotas a empresas y autónomos, microcréditos para inquilinos "vulnerables", moratoria en el pago del alquiler y prohibición de desahucios durante la pandemia, un subsidio extraordinario para trabajadores temporales sin derecho a paro y para empleadas del hogar
[Guía de las ayudas para hacer frente al coronavirus]
A la vez, el Ejecutivo mira de reojo a las instituciones de la Unión Europea. Mientras el Banco Central Europeo ha insuflado oxígeno a las economías europeas con un programa de compra de deuda por importe de 750.000 millones y ha hecho una apuesta decidida por los bonos de deuda, los "coronabonos", los Veintisiete no han logrado ponerse de acuerdo en este punto.
Todo queda pendiente de una nueva reunión dentro de una semana, para que los jefes de Estado y de Gobienro decidan si ponen en marcha un fondo de 100.000 millones para ayudar a las empresas y evitar despidos, y si aceptan la propuesta de que el presupuesto europeo del próximo ciclo sea una especie de 'Plan Marshall' para reactivar la economía europea.
La carrera por la vacuna del coronavirus
El 11 de marzo, la OMS calificó al coronavirus como una pandemia, y el Covid-19 ha desatado una carrera contrarreloj en la comunidad científica para encontrar una vacuna contra el SARS-CoV-2. Hace un mes, se publicaban artículos sobre los fármacos que ya han demostrado su efectividad contra otros coronavirus, como el lopinavir, el ritonavir y la cloraquina. En cualquier caso, las expectativas más optimistas apuntaban a que la vacuna no estará lista hasta dentro de un año.
Actualmente, se trabaja en laboratorios de todo el mundo para encontrar la piedra filosofal, la vacuna contra el Covid-19. En España, el ministro de Ciencia ha asegurado que "antes del final de abril tendremos un primer candidato a vacuna" y cree que hay "muchas posibilidades de que esa vacuna se descubra en nuestro país".
Otra vía de investigación se dirige al plasma de los pacientes curados, a partir del cual se plantea crear anticuerpos contra el Covid-19, una iniciativa del gigante biotecnológico Grifols que aspira a tener un remedio que podría aplicar en Estados Unidos en julio y que replica un tratamiento experimental que se usó durante la epidemia del ébola en 2014.
Hasta la victoria final, se desea que haya una tregua, en verano, si se cumple la hipótesis de que el coronavirus es estacional, como otras enfermedades respiratorias, y su virulencia se detendrá con el buen tiempo. La evidencia científica al respecto es escasa, e incluso contradictoria: solo el tiempo lo dirá.
La otra gran enfermedad infecciosa con la que hay que batallar día a día es la de los bulos que, entreverados en la sobreinformación que ya crea de por sí una ansiedad añadida, difunden falsas noticias sobre todo a través de las redes sociales y las cadenas de whatsapps. Si hemos de mantener una dieta informativa abundante, por lo menos añádase al menú un suplemento de verificación de noticias, como el que ofrece RTVE, la radiotelevisión pública.