Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

Los parlamentarios británicos han interrumpido sus vacaciones de Pascua para aprobar en una sesión extraordinaria un proyecto de Ley de Medidas Especiales para la Industria Siderúrgica. El objetivo es que el Reino Unido pueda seguir produciendo su propio acero y proteger a las empresas británicas que se dedican a ello, como British Steel, de la que dependen más de 3.000 trabajadores.

Downing Street quiere salvar la planta, aunque no descarta nacionalizarla. La siderúrgica es propiedad de una empresa china, que quiere cerrarla. Alegan pérdidas de 700.000 libras diarias.

Cientos de sus empleados han salido a las calles a protestar. Tras la sesión en la Cámara de los Comunes el primer ministro, Keir Starmer, se ha reunido con varios de ellos.

Foto: El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, habla con un grupo de trabajadores de British Steel (Peter Byrne/Pool Photo via AP)

Los vaivenes en la aplicación de los aranceles de la Administración Trump acaban afectando a la economía global, especialmente a los particulares.

Uno de los primeros efectos en la economía producido por los aranceles cruzados entre Washington y Pekín es un aumento de la inflación global. Los precios aumentan para todos los consumidores, sea cual sea su país de residencia.

En un mundo globalizado donde buena parte de las economías están interconectadas, el sobrecoste arancelario recortará el poder adquisitivo del ciudadano. Este sobrecoste será aún mayor al comprar productos estadounidenses, o ensamblados allí, como un teléfono móvil.

Los aranceles ya encarecen materias primas como el grano. China, al dejar de comprar soja a EE.UU., querrá comprarla en Brasil, que es el mayor suministrador de la UE. Jorge de Saja, director de la Confederación de Fabricantes de Piensos para Animales (Cesfac), aclara que "los fuertes aranceles que China ha impuesto a EE.UU. hace que China vaya a comprar más soja brasileña, lo que reduce aun más los suministro alternativo a la soja americana".

El impacto de una soja o maíz más caros, supone el encarecimiento de los piensos y por tanto la subida del precio de la carne para los consumidores. Este tipo de efectos directos e indirectos pueden hacer rebotar el IPC alimentario.

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, se reúne con los consejeros autonómicos para abordar la guerra arancelaria de Trump. La consellera de Innovación, Industria y Comercio de la Generalitat Valenciana, Marián Cano, explica que acude al encuentro con voluntad de diálogo y colaboración. "Reivindico una postura firme, unida e inteligente por parte de la UE. A nivel nacional, pido diálogo y transparencia con una participación de las comunidades autónomas", asegura en 'Las Mañanas de RNE'. Sobre el acuerdo con Junts, Cano dice que no entiende que existan negociaciones bilaterales al margen de otros territorios: "Se debe negociar en una mesa con todas las partes afectadas. La Comunidad Valenciana es netamente exportadora, con una penetración importante en el mercado americano".

Sobre la investigación de la dana, la consellera asegura que confían en la justicia y que "se actuó donde se tenía información". "El esfuerzo del Consell está centrado en la reconstrucción y en la recuperación [...] Que se exija a Bruselas que se establezca un marco temporal que permita ayudar a las empresas de manera efectiva y no con limitaciones". Cano añade que la Comunidad Valenciana tiene que ser tratada con la justicia que se merece e insiste en que se solucione la infrafinanciación del territorio.

"Es la principal relación comercial del planeta", explica Daniel Flores de RTVE.es Datos. "Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones europeas y, en bloque, la Unión Europea es el principal comprador de productos estadounidenses", comenta Flores.

Añade que la mayoría de los países miembros de la UE tienen un saldo comercial favorable con EE.UU., pero si se "examina país por país esa relación comercial no es tan intensa entre unos y otros", aclara.

Los superávit comerciales son muy pronunciados en países como Alemania, Italia o Irlanda, pero no lo son tanto en Países Bajos, Polonia o la propia España.

El impacto de estos aranceles será desigual, "dependerá de la exposición de cada país y de cada sector a las ventas a Estados Unidos", comenta Flores. Entre los productos más afectados se encuentra el sector automovilístico europeo, con países expuestos como Alemania o Italia, pero los gravámenes tendrán un efecto muy amplio sobre toda la cadena de producción.

En el caso de España, el 4,6% de las exportaciones nacionales tienen como destino los EE.UU. y no es de los más expuestos. "Pero, si se examina por sectores, por ejemplo, el vino, el año pasado fue su segundo mercado", declara. Supone un 10% de sus ventas, 256 millones de euros.

El ascenso de China cada vez es más real. El país asiático está en la ropa, en la mesa, en la pantalla que está usted mirando. El embajador de España en Pekín entre 2018 y 2024, Rafael Dezcallar, define a China como capitalista y leninista, es decir, innovación y planificación con control social. Pero en su expansión, China ha tropezado con la otra gran potencia global, Estados Unidos, y también suenan tambores de guerra en Taiwán. El diplomático sostiene que "no podemos permitirnos el lujo de no conocer a China porque China está en todas partes (...) No hay que demonizarla: necesitamos entender a China para saber cómo oponernos a ella cuando haga falta, pero colaborar con ella cuando sea posible". Según Dezcallar, Europa y Estados Unidos deben dejar de culpar de sus propios fracasos a China, que —mientras tanto— ocupa el espacio que dejan los errores del Viejo mundo.

Si nada cambia, a partir del miércoles los aranceles de Estados Unidos hacia los productos europeos serán del 20%, pero, ¿qué supone para España?

El mejor ejemplo es el del producto español más vendido en EE.UU.: el aceite de oliva. Una empresa compra el aceite para venderlo allí. Al llegar a la aduana hay que pagar ese 20%. En 2024 nuestro aceite costaba 8,47 € el litro. Con esta subida habría que sumar 1,69 € más, que o lo asume la empresa americana, o negocia para que el vendedor español baje el precio. Al final, lo más probable es que el consumidor de EE.UU. acabe pagando al menos una parte de esa subida.

A los analistas el impacto de esta guerra comercial va mucho más allá, porque de forma colateral también salen perjudicados otros sectores que no exportan tan directamente a Estados Unidos, pero sí a países europeos. Afecta, por ejemplo, a la industria agroalimentaria, donde ya reconocen la preocupación.

Reportatge de Rosa Cullell sobre el joc a Catalunya. Loteria, travesses, Casino de Sant Pere de Ribes, crupiers. Entrevistes a empresaris d'un bingo. Imatges del canòdrom i entrevistes a responsables. 'Ansovell, un poble sense vida', reportatge de Conxa Parramon sobre aquest poblet de Cava, a l'Alt Urgell. 'Colònies tèxtils', reportatge de Jordi Llonch sobre el passat i el present d'aquestes colònies, amb imatges de la Colònia Sedó a Esparreguera, la Colònia VIladomiu a Barcelona, i d'una indústria tèxtil.

Tras el sector aeronáutico, el naval es el que más ventas genera en la industria de defensa española: el 15%. Navantia es la compañía que destaca. "El submarino es nuestra punta de lanza ahora mismo. Solamente hay diez países en el mundo que tienen la capacidad de construirlo. Es un reto tecnológico de última generación, equiparable a una nave espacial", ha destacado Ricardo Domínguez, presidente de la compañía.

La tecnología es importante también para la construcción de corbetas o fragatas. Actualmente desarrolla cinco F-110 para la Armada española. Contarán con un gemelo digital. Una sexta fragata inteligente que analizará datos y permitirá adelantarse en la toma de decisiones.

Las pequeñas empresas del sector aportan mucha innovación, pero necesitan más apoyo. Esperan que el mayor gasto en defensa pueda ayudarles a seguir creciendo.

Foto: Submarino S-81 Isaac Peral atracado en los astilleros de Navantia de Cartagena (EFE/Marcial Guillén)

Estados Unidos impondrá aranceles del 25% a todos los coches que no se hayan fabricado en el país. De este modo, las exportaciones serán más caras para sus ciudadanos. Pero este impuesto no aplica solo a los vehículos completos, también gravará las piezas. Esto es lo que afectará directamente a España, que no exporta coches a Estados Unidos, pero sí componentes. El año pasado, por valor de mil millones de euros. La Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) pide una respuesta "desde el punto de vista industrial". "Europa y España tienen que tener un plan específico", ha declarado su director general, José López Tafall.

Foto: Coches en la planta de Stellantis en Figueruelas (Zaragoza). RAMÓN COMET - EUROPA PRESS