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Rusia ha vuelto a atacar a la población civil y a la infrastructura energética de Ucrania, a pesar de que Putin dijera ayer que no veía necesarios más ataques masivos. "Yo creo que son signos de desesperación. No es una respuesta al ataque al puente de Crimea, sino que es una operación que se había planificado desde hace tiempo", expresa Borja Lasheras, investigador de CEPA. Sin embargo, está consiguiendo todo lo contrario: "Rusia no tiene un número ilimitado de misiles y la industria militar rusa ha sido muy dependiente del suministro occidental. Por eso estamos viendo que están comprando drones a Irán y que buscan artillería de Corea Norte".

Rusia está perdiendo la guerra y, por lo tanto, su respuesta inmediata es escalar, expresa Lasheras, que está ahora en Járkov. El investigador asegura que, a diferencia de febrero, lo que se encuentra en las calles es "cierta normalidad tensa": "Lo primero que te dicen es que no tienen miedo, lo que tienen es mucha rabia". Asegura que, aunque Rusia busca castigar a la población civil, lo que está logrando es más resistencia y más sentimiento de victoria.

En España, hay 2,7 millones de personas voluntarias, que dedican su tiempo a ayudar a otros. Los voluntarios tienen perfiles muy diferentes y prestan ayuda en situaciones tan diversas como el acompañamiento a domicilio u hospitalario, que hacen Alba y María en la ONG Nadie Solo, Amparo en Mensajeros de la Paz, o Guillermo en el Banco de Alimentos. "Lo que queremos nosotros es cariño, hablar de cuando eras joven, de las fotografías, de todo un poco", cuenta Amparo, que recibe a Alba en su domicilio todos los sábados. "Lo de sentirse solo cuando estás enfermo te llega muy dentro y te cala muy duro la tristeza, entonces yo no quiero que nadie se sienta de esta manera", explica María. Guillermo es un militar retirado que decidió poner su grano de arena como voluntario en el Banco de Alimentos, tras la experiencia que había tenido en misiones. Amparo compagina su trabajo con el voluntariado social, dando desayunos y comidas. En total, el 6,4% de la población española son voluntarios, pero siguen haciendo falta muchas manos. 

Foto: Voluntarios y ciudadanos ucranianos trabajan en la iglesia del Perpetuo Socorro, en Barcelona, en la recogida de medicinas, alimentos, ropa de abrigo, mantas, y material de higiene para la población ucraniana. EFE/Marta Pérez.

La polémica generada con las fotografías de 'influencers' y personas famosas blancas en África, en las que se muestran imágenes de menores negros y frases simplistas, se repite cada verano. En Las mañanas de RNELas mañanas de RNE hablamos de por qué ocurre esto con Moha Gerehou, periodista, activista y expresidente de SOS Racismo. "Esa imagen que se ha ido construyendo durante siglos, al final hace que, casi como un acto reflejo, una vez que uno va a ayudar o incluso de turismo a un país africano, tenga la necesidad de sacarse una foto con un niño negro, cosa que no se haría en ningún otro caso en ningún otro contexto con niños que no sean negros", afirma. Culpabiliza de esto a las campañas de las grandes ONG, que han perpetuado la imagen de los menores en estos países y la creencia de que necesitan ser salvados. Es lo que se conoce como 'el complejo del salvador blanco'.

"Es impensable que alguien llegue y empiece a hacerse fotos con niños en el parque del Retiro sin pedir permiso a los padres, que lo suban luego a las redes sociales, presuponiendo un montón de cosas sobre esos niños", critica, y lamenta la deshumanización de los menores que él califica "con apellido": "Tenemos una idea de lo que son los niños, cuyos derechos hay que respetar y pedir permiso a los padres, y luego están los niños que tienen un apellido: los niños negros, los niños migrantes. Aquí ha pasado muy recientemente con lo que se ha conocido como MENAS. Contra ellos, como no se les considera niños, se les permite hacer toda esa criminalización, todos esos ataques".

Uno de los problemas, señala Gerehou, es la romantización de la pobreza y los viajes de "volunturismo". "Esto no deja de ser un negocio para mucha gente, que completan esos paquetes turísticos en los que te ofrecen una experiencia, que básicamente es estar rodeado de gente pobre", dice. "Subir una foto con un niño negro dice mucho, que eres una persona solidaria, de mundo. Entonces hay muchos empresarios que han visto aquí un filón de negocios". Para no caer en esto, afirma Gerehou, que "no hay que hacer nada que no hiciéramos en otro país del mundo", respetar la intimidad de los menores y ceder el protagonismo y la voz de la denuncia de lo que está pasando allí a las personas que lo están viviendo.

En la guerra de Ucrania, la iniciativa particular de los ciudadanos es clave para que el ejército pueda tener suministros básicos. Desde que comenzó la invasión, muchos voluntarios se han organizado para ayudar en la defensa territorial del país. Odesa está sembrada de barricadas en las calles y todos los sacos terreros los han hecho voluntarios con arena de las playas. "Hacemos estas redes para que sus equipos, sus vehículos de combate estén más seguros", dice Nila, mientras anudatrozos de tela en una red que después se destinará a camuflar instalaciones militares en el frente.

Un centenar de personas van cada día al centro donde acude ella para hacer a mano estos sistemas de protección. "Para mí, estos equipamientos militares ayudan a nuestros soldados a seguir vivos", explica orgulloso uno de los responsables de otro centro en Odessa, desde donde se envía al frente chalecos antibalas de fabricación casera. Hacen uniformes, calzado y todo lo que se pueda necesitar, dicen, para apostar por el futuro de su país.

Informan Aurora Moreno y David Velasco, enviados especiales

La comunidad ucraniana se siente muchas veces perdida porque los procesos administrativos en España son muy distintos a los de su país. Dónde vivir, cómo legalizarse, cómo obtener una educación y cómo adaptarse en un país nuevo son algunas de las preguntas que han formulado hoy en Valencia.

“Tema de administración es la que hay allí, la que hay aquí. Son muy diferentes. La forma de proceder es muy diferente”, expresa Katerina, bielorrusa y voluntaria.  Julia, una de las organizadoras de las jornadas, cree que esta iniciativa será beneficiosa a nivel psicológico para los propios refugiados: “Encontrar contactos útiles, conocerse, distraerse y pasar un día sin noticias de Ucrania”. Unas jornadas que permiten dar un respiro ante tanto drama y dejar aparcadas las noticias devastadoras que llegan cada día desde su país, en el Palacio de Exposiciones de Valencia.

Informa Nacho Marimón

La ciudad de Zaporiyia, al sur de Ucrania, acoge a los civiles que logran escapar de la asediada Mariúpol Allí, la ONG World Central Kitchen reparte comida caliente y alimentos para varios días para los desplazados. Sin embargo, los corredores de evacuación fracasan y decenas de civiles no pueden salir de la ciudad. Allí está Fran Sevilla, enviado especial.

¿Cómo se alimenta una población en guerra? La ONG World Central Kitchen está trabajando en Járkov, bajo las bombas. Cary Fukunaga, director de cine y voluntario, nos cuenta cómo trabajan para cocinar y dar de comer a la población víctima de los ataques.

Pablo, desde Moscú, nos cuenta que está en contra de la guerra, pero que también entiende la amenaza de occidente acercándose a la frontera rusa.

La foto es la imagen de la oscuridad cuando se apagan las luces en la guerra de nuestro enviado especial Víctor Guerrero.

Leópolis continúa siendo el epicentro del envío de la ayuda internacional que se reparte entre los más de 10 millones de ucranianos que han abandonado sus hogares. Allí, Yuriy Vizniak, el director del Centro Humanitario de la ciudad, pide “productos de alimentaciónmedicamentos y medios para la defensa personal, como chalecos antibalas y cascos”. Desde este centro más de 300 voluntarios se encargan de clasificar todo lo que llega y señalan que están "muy agradecidos" a la sociedad europea y "sobre todo a España" por haberles apoyado desde el primer día.

Enviados especiales Carmen Julia Hernández y Luis Montero.

Si abandonar Ucrania es difícil para todos, aún lo es más para mujeres mayores, que viajan con muchos hijos o que realizan el trayecto solas. Tatiana viene sola del Donbas, donde trabajaba como cajera de supermercado y, aunque ha decidido quedarse cerca de la frontera ucraniana, explica que solo volverá "si Ucrania sigue siendo libre". Valentine también es de Lugansk, desde donde salió sola cuando los bombardeos y ataques aéreos destruyeron su casa. Ha tardado 3 días en llegar a Rumania y su destino es Bélgica, donde viven unos amigos de su hijo. Él, sin embargo, se ha tenido que quedar en el frente, combatiendo con el ejército ucraniano. Para ambas, el polideportivo de Dumbreveni es, de momento, su nuevo hogar.

Informa Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales

En el polideportivo de Dumbreveni, a unos 40 minutos frontera ucraniana, han pasado la noche entre 70 y 80 personas.  La mayoría de ellas ya ha partido hacia España o Italia, aunque una decena permanece. Se trata de mujeres mayores que viajan solas o mujeres como Nina, que está embarazada y tiene 5 hijos. Se queda en el polideportivo para esperar a su marido y poder ir juntos a otro país europeo. Cuenta la tristeza que ve en su hijo mayor y añade que quiere que el niño que espera solo vea sonrisas, y no lágrimas. Nicolás, que vivió en Barcelona y trabajó en la construcción, espera para poder volver a Ucrania y cree que no se ha hecho lo suficiente para frenar la guerra: "Las cosas no se han hablado".

Informan Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales

La ciudad de Chernivtsí, a tan solo una hora de distancia de la frontera rumana, se ha convertido en un punto clave: un sitio seguro para aquellos que tienen que huir, pero no quieren abandonar su país. Llegan ucranianos desde Kiev, Mariúpol y Zaporiyia, donde encuentran un lugar para quedarse hasta que puedan regresar a sus casas. Se trata sobre todo de familias que no quieren separarse y hombre que han llevado a sus mujeres e hijos a Rumanía. Voluntarios de Media Luna Roja reparten comida y bebida caliente y ofrecen ayuda psicológica. También continúan llegando voluntarios que, de forma individual, ayudan con lo que pueden, como André, un conductor de autobuses. En la ciudad se instalan carpas para que puedan descansar, aunque la mayoría de los que llegan son acogidos en hoteles, casas particulares o escuelas.

Informan Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales.

En España, ya son más de 40 mil los desplazados por la guerra de UcraniaCasi 18 mil personas tienen ya el estatuto de refugiados y otros 20 mil han pedido cita para acogerse a esta protección temporal. En nuestro país se han habilitado 4 centros en las zonas donde más ucranianos llegan: Madrid, Barcelona, Alicante y Málaga. Allí reciben ayuda y acompañamiento psicológico y pueden alojarse durante 72 horas hasta ser derivados a hogares de acogida. Según fuentes del Ministerio, casi el 40% de las personas atendidas son menores y de las mujeres adultas, cerca del 64% tienen estudios superiores. Las comunidades autónomas se harán cargo de la educación y sanidad.

Informa Ángeles Bazán

El éxodo ucraniano no cesa y, aunque la mayoría sale del país por la frontera polaca, el flujo migratorio se nota también en otros países, como Rumanía. En Suceava, a 50 minutos de la frontera ucraniana, han habilitado polideportivos, hoteles, colegios y hasta iglesias para acoger a los ucranianos. Hay 1.300 camas disponibles y, aunque las primeras semanas eran insuficientes, esta noche solo han sido ocupadas un centenar de ellas. Esto es así porque intentan encontrarles rápidamente un alojamientoValentine es un voluntario rumano que lleva más de 3 semanas ayudando allí: "El primer día yo estaba emocionalmente caído y después me acostumbré, tengo que ser fuerte para esta gente", expresa.

Informan Laura Alonso y Sergio Jiménez, enviados especiales

Ya no quedan periodistas internacionales y cuesta saber qué está pasando en Mariúpol. Nuestra enviada especial Ebbaba Hameida ha estado en Zaporiyia, donde Rusia bombardeó la mayor central nuclear de Europa. Ahora la ciudad está tranquila, pero hasta allí están llegando ucranianos que huyen de Mariúpol. Otros muchos, sorprendentemente, hacen el camino contrario. Te contamos por qué. Al otro lado del país, Alina sigue en Jarkóv. Allí las bombas la acompañan en su día a día, por ejemplo, en la cola del supermercado. Y seguimos en contacto con Lina, que ya está en Tenerife y nos cuenta que una señora que se llama Gloria le ha dejado una casa durante un año. La foto la hace desde la frontera de Polonia nuestro enviado especial Fernando Martínez.

En los pasos fronterizos polacos el goteo de refugiados es constante, aunque se caracteriza por grupos pequeños que huyen de Ucrania. Allí les esperan los voluntarios y las organizaciones para ayudarles. En el punto fronterizo de Budomierz se encuentran los enviados especiales de RNE, Fernando Martínez y Juan Miguel Sanz, que han podido hablar con varios de ellos. Daniel es un joven británico que ayuda como intérprete, ya que estudió ruso en la universidad. Admite que la experiencia es muy abrumadora e intenta romper el hielo con los refugiados, que la mayoría hablan ruso, para poder ayudarles. También han llegado 35 bomberos franceses para reforzar a los compañeros polacos y montar clínicas de campaña, acompañados de médicos y enfermeros. Cuentan que no están acostumbrados a vivir crisis como esta, pero hacen todo lo posible para poder ayudar.

La guerra sigue provocando un éxodo incesante de refugiados, sobre todo hacia Polonia. En el punto fronterizo de Medyka, donde se encuentran los enviados especiales de RNE, Fran Sevilla y Fernando Martínez, llegan cada sábado centenares de voluntarios desde todas partes de Europa. Dejan material humanitario y se llevan a refugiados. Hoy lo ha hecho un grupo de 9 catalanes, llegados desde Barcelona, que han hecho crowfunding para poder lograr los medios. Salieron el jueves por la noche, con tres furgonetas y un coche, y pretendían volver y parar a dormir en Francia, pero su ruta se desvía hasta Cracovia para seguir recogiendo a más personas.

Algunos de esos refugiados llegan desde hace días a España, donde se enfrentan a la incertidumbre de haber dejado atrás sus casas y a un largo trámite burocrático. En Barcelona, el pabellón 7 de la Feria ha estado recibiendo refugiados ucranianos toda la noche. El ambiente es tranquilo, pero los ucranianos que se han acercado para tramitar los permisos de trabajo y residencia explican que es muy complicado conseguir cita y los teléfonos están colapsados.

Informa Juanfra Álvarez