Claudette es palestina, y no ha podido volver a entrar en su casa, en Jerusalén occidental, desde que Israel ocupó esa parte de la ciudad tras la primera guerra árabe-israelí (1948). Su antiguo barrio es ahora uno de los más caros de la ciudad. Su casa está valorada en varios millones, pero ella no ha recibido nada.
Jerusalén. Antes de las seis de la mañana se inicia el primer recorrido de la línea roja del tranvía urbano. Palestinos e israelíes suben a uno de los pocos espacios que comparten en esta ciudad. Con cristales blindados en puertas y ventanas, el tren tiene 23 paradas, algunas con nombres poco adecuados para la convivencia. Su recorrido de casi 14 kilómetros se adentra por la Jerusalén ocupada. "Aquí hay murallas invisibles que distinguen entre los judíos y los palestinos, aquí estamos prácticamente no en una ciudad con dos partes sino en dos planetas distintos", explica al programa En Portada de TVE Meir Margalit, historiador y escritor israelí. Margalit fue antiguo concejal de Jerusalén una ciudad a la que ahora ve más dividida que nunca: "Lo que yo veo es un temor, un temor mutuo, todos en esta ciudad viven con miedo."
El tranvía conecta los asentamientos judíos construidos en la parte oriental con la parte occidental de la ciudad. Para los palestinos este transporte es un símbolo de la ocupación. Los israelíes ya tienen planificadas ocho líneas MÁS de tranvía para unir otros barrios de Jerusalén.
Al menos 5.000 personas están desaparecidas en Indonesia tras el terremoto y tsunami que sacudieron hace nueve días la isla de Célebes, donde el balance de muertos por el desastre ha aumentado a 1.763 y el de heridos graves a 2.632, según han informado este domingo fuentes oficiales. El desastre, además, ha dejado a unas 62.000 personas desplazadas. Los trabajos para recuperar los cuerpos de las víctimas en la isla pararán el próximo jueves, según han anunciado las autoridades del país.
La cifra de fallecidos por el terremoto y tsunami del 28 de septiembre asciende hasta 1.649 personas. Sin embargo las autoridades creen que hay miles de desaparecidos, a los que buscan bajo el barro y el lodo. La catástrofe provocó avalanchas de barro que sepultaron numerosas viviendas en un extraño fenómeno llamado licuefacción del suelo.
La activista iraquí Nadia Murad, secuestrada y víctima de abusos sexuales por la barbarie del Estado Islámico explicaba en 2016 su experiencia a En Portada. Este viernes ha sido galardonada con el premio Nobel de la Paz 2018. Su misión humanitaria arrancó en 2015 con su intervención en el Consejo de Seguridad de la ONU, en la que pidió al mundo que pusiera fin al terrorismo yihadista. Desde entonces, se reúne con políticos de todo el mundo y ayuda a víctimas como ella.
El doctor congoleño Denis Mukwege y la activista yazidí Nadia Murad han obtenido el Nobel de la Paz 2018 "por sus esfuerzos para terminar con el uso de la violencia sexual como arma de guerra y en conflictos armados", según ha informado el Comité Nobel Noruego.
Mukwege (1955) "ha dedicado su vida a defender a las víctimas de violencia sexual en tiempos de guerra" y Murad "es el testigo que cuenta los abusos perpetrados contra ella y contra otros", argumenta el comité Nobel para conceder el galardón.
En cuanto a Murad (1995), el Comité Nobel recuerda que es "una de las cerca de 3.000 niñas y mujeres que han sufrido abusos sexuales como parte de la estrategia militar de Estado Islámico que usaban ese tipo de violencia como un arma contra los yazidíes y otras minorías religiosas".