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En la guerra, la muerte no siempre llega por el súbito impacto de un proyectil. A veces se la espera postrado en una cama, sin acceso a una adecuada atención médica. Para que esto no ocurra, en Zaporiya tres furgonetas hacen las veces de clínica móvil, a lo largo de una ruta por 20 pueblos en los que viven unos mil pensionistas, desplazados internos o personas con discapacidad, que necesitan mucha atención médica. Es decir, todos aquellos que no han podido marcharse más lejos de las bombas.

El 24 de febrero de 2022 Rusia invade Ucrania. Tras los primeros momentos de shock, cada ucraniano toma una decisión: irse o quedarse. Ninguna de las dos opciones es definitiva, y ninguna es correcta.

Yulia es de Kiev y Natalia es de Leópolis. Las dos tienen hijos, y las dos vinieron a España cuando estalló la guerra. Pero sus caminos han sido distintos. Pasamos una tarde con Yulia en Madrid con su familia de acogida, y Natalia nos explica por Whatsapp por qué decidió volver a Ucrania.

Al menos siete personas han muerto y otras 88 han resultado heridas,según las últimas informaciones de los medios ucranianos, por el impacto de dosmisiles sobre un edificio de viviendas en la ciudad ucraniana de Pokrovsk, enla región de Dontesk.

El centro de la urbe fue bombardeado dos veces en menos deuna hora, provocando que muchos de los heridos, además de civiles, seanpolicías y rescatistas. También dos niños han tenido que ser atendidos por losservicios médicos.

El ataque ha provocado múltiples daños en bloquesresidenciales, restaurantes, tiendas y edificios de la administración. Tambiénha sido blanco del ataque el hotel Druzhba, popular entre periodistas,trabajadores de emergencias y militares, porque era uno de los pocos queoperaban en la región de Donetsk y tan cerca del frente.