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El calentamiento del mar está comportando que sus habitantes se desplacen a otros territorios con aguas más frías para hallar condiciones de vida más favorables. Es lo que ha comprobado un equipo del Institut de Ciències del Mar-CSIC, en colaboración con el Centro de Investigación Marina y Alimentaria Azti, con un estudio que confirma que el cambio climático lleva 20 años transformando las capturas y los ingresos pesqueros.

La investigación, centrada en la costa catalana, muestra una tropicalización, es decir un aumento de especies de aguas cálidas, y una disminución de especies de aguas frías lo que se conoce como deborealización. En el litoral catalán la temperatura del mar ha subido cerca de 2 grados en casi 50 años si se toma como referencia la temperatura de las Medes con datos que ha ido recogiendo desde 1974 el meteorólogo aficionado Josep Pascual, conocido como el notario del mar de l’Estartit, unas mediciones que le han valido el reconocimiento de la NASA.

El aumento de la temperatura ha provocado que las gambitas de Huelva, que se solían pescar en el Estrecho de Gibraltar, ahora se capturen en la costa catalana con un incremento del 10 por ciento anual. De pescarse pocos gramos o ninguna hace unas décadas ahora se pueden coger hasta un centenar de kilos en una jornada. En cambio, la caballa se ha ido en busca de aguas más frías al igual que el pulpo y el salmonete de roca mientras que el atún, antes estacionario, ahora está todo el año en el litoral catalán.

Este 21 de marzo la Unesco celebra por primera vez el Día Mundial de los Glaciares. Más de 2.000 millones de personas en el mundo dependen del deshielo como fuente de agua dulce y las proyecciones señalan que un tercio de los glaciares podría desaparecer en 2050.

Los glaciares de Cachemira se funden a marchas forzadas. La situación condena a la sequía a esta región localizada en el llamado tercer polo, porque abastece de agua a más 120 millones de granjeros, pero el deshielo la convierte en un bien escaso. Es una de las zonas más afectadas.

Si contamos los glaciares de todo el mundo, desde 1975 se han perdido nueve billones de toneladas de hielo. Estos gigantes son el reflejo de la crisis climática. La mitad pueden desaparecer a final de siglo en un adiós a cámara lenta.

Foto: Glaciar en Islandia (Getty Images)

Ya es oficial, 2024 fue el año más caluroso registrado. La temperatura media anual mundial fue de 1,55 °C por encima de la media de 1850 a 1900. Una temperatura que supera el récord anterior establecido justo un año antes, en 2023, de 1,45 °C, según el informe sobre el estado del clima 2024 de la Organización Meteorológica Mundial.  En España, 2024 ya es el tercer año más caluroso de la historia con una temperatura media de 15 grados. Y en verano, uno de cada cuatro días estuvo bajo la influencia de una ola de calor.

Y es que a nivel global, los diez años más calurosos registrados han ocurrido en la última década. Y a falta de los datos de 2024, 2023 tuvo concentraciones récord de gases de efecto invernadero alcanzando sus niveles más altos en 800.000 años.

Nuestro planeta emite cada vez más señales de alarma pero este informe demuestra que aún es posible limitar el aumento de la temperatura global a largo plazo a 1,5 grados Celsius. Por lo que la comunidad científica hace un llamamiento a la clase política a intensificar los esfuerzos para lograrlo, aprovechando los beneficios de las energías renovables con nuevos planes nacionales sobre el clima.

Puede que estemos ante el final del glaciar de Monte Perdido. Esta joya helada del Pirineo podría desaparecer para siempre en los próximos años porque el hielo se está derritiendo drásticamente. Lo acaban de incorporar oficialmente a la lista de glaciares en estado crítico.

La salida de EE.UU. del Acuerdo de París, el tratado internacional para frenar el cambio climático, agita el tablero geopolítico mundial. Su retirada no se hará efectiva hasta enero del 2026, pero la atención ya está en el resto de países y en quién asumirá el liderazgo de la acción climática. China, segunda economía mundial, ya invierte miles de millones al año en energías renovables y en la descarbonización de la economía y ve ahora una oportunidad para aventajar a EE.UU. en la carrera por la transición a un modelo menos contaminante. Pero hay matices que hacen complicado que ocupe directamente su lugar.

Como un déjà vu, la vuelta a la Casa Blanca de Donald Trump ha supuesto de nuevo la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, el compromiso alcanzado en 2015 por prácticamente todos los países del mundo para reducir las emisiones y frenar el cambio climático. Sin embargo, el panorama ha cambiado profundamente desde que Trump anunció al inicio de su anterior mandato su salida del pacto climático en 2016, apenas unos meses después de su firma.

El mundo se ha transformado a nivel económico, energético y geopolítico, y su decisión, una de las primeras que ha firmado el nuevo presidente tras tomar el poder, no pilla a nadie por sorpresa.

El programa europeo Copernico monitoriza el clima de la Tierra. 2024 es el año más cálido registrado, superando el umbral de calentamiento de 1,5 grados con respecto a los niveles preindustriales.

El impacto afecta a las empresas agroalimentarias como las que elaboran cerveza que buscan nuevos productos.

Más información en el blog "Canal Europa" de RTVE https://blog.rtve.es/europa/2024/12/cambio-climatico-afecta-produccion-agricola-e-industria-cervecera-podcast.html

En una entrevista en el canal 24 horas, la periodista de RTVE, Pilar Requena, ha presentado el documental "Svalbard, deshielo y tensión". Requena ha explicado que el deshielo está afectando a la ciudad de Svalbard, Noruega y a todo el Ártico y que debido a ello se van a producir muchos cambios. Estos cambios tendrán que ver con el acceso de recursos naturales y la aparición de nuevas rutas marítimas por el norte. Además, ha añadido que el documental no solo se centra en el cambio climático y el calentamiento global, sino en las consecuencias que va a tener en la geopolítica ese deshielo.

Un desprendimiento de rocas en una ladera de Groenlandia, sucedido hace un año y causado por el debilitamiento de un glaciar, generó un enorme tsunami de 200 metros de altura y una señal sísmica que duró nueve días, algo que no había sucedido antes pero que probablemente será cada vez más habitual.

El evento, registrado en septiembre de 2023 en Groenlandia oriental, ha sido estudiado por un equipo internacional y multidisciplinar liderado por el geofísico Kristian Svnnevig, del Instituto de Investigaciones de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), y los detalles se han publicado en la revista 'Science'.

La avalancha de rocas y hielo que desencadenó este fenómeno fue provocada por la pérdida de grosor del glaciar, como consecuencia del cambio climático.

Algunas zonas de España ya empiezan a decir adiós al verano con tormentas, chubascos y granizo. Una vaguada que se puede convertir en DANA y tras la que ya no se espera que vuelvan las temperaturas máximas que hemos vivido este verano. Las olas de calor son cada vez más frecuentes. Este verano ha habido cuatro y el aumento en las temperaturas también se está dando en el mar Mediterráneo, registrando máximas que han rozado los 32 grados. Y esto tiene otra consecuencia tormentas más potentes y más destructivas. En 24 horas de RNE, Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), nos ha explicado que las temperaturas "seguirán subiendo y siendo aún más extremas de lo que hemos vivido hasta ahora".

El director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus ha recalcado la importancia de adaptarnos a esta nueva realidad: "Tenemos que adaptar todo nuestro sistema económico, productivo y social porque básicamente hasta ahora siempre hemos mirado al pasado para juzgar y gestionar el riesgo climático y meteorológico". Para Buontempo es importante, modificar estos sistemas y emplear el conocimiento científico sobre el cambio climático para prepararnos para "un futuro climático que será muy distinto".

También ha comentado que no es necesario mirar al futuro para ver el impacto que tienen estos cambios de temperatura en la mortalidad, ya que en los últimos 20 años las muertes causadas por el calor han subido un 30% más. Un hecho que ha pasado en todo el territorio europeo y aún más en la parte mediterránea. Escucha la entrevista completa en RNE Audio.

Manuel Vargas, investigador del Instituto Español de Oceanografía, ha explicado en Las mañanas de RNE que el calentamiento del Mediterráneo, que se está produciendo de manera rápida y más intensa que en otras partes del planeta, se debe al calentamiento global. Los océanos, como ha indicado, están absorbiendo el 90% de la energía que está reteniendo el planeta por causa del cambio climático, lo que hace que vaya aumentando la temperatura. "Pero en el Mediterráneo esto ocurre más rápido. Las tasas o la velocidad a la que se calienta el Mediterráneo en algunos lugares pueden ser dos y tres veces superiores a las que encontramos en otros lugares del planeta”, ha asegurado.

Las consecuencias, por tanto, pueden ser de diversa índole, tanto en el medio ambiente como en nuestra salud. "Cuando llega esta época de final de de verano, esos procesos de Dana ahora cada vez son más intensos, cada vez son más dañinos”, ha dicho. También ha señalado que otras de las consecuencias son una subida del mar, un oleaje que se adentra cada vez más en la costa y una temperatura en el ambiente más cálida.

Los glaciares tropicales de los Andes están experimentando un retroceso sin precedentes, con zonas de hielo que no habían estado expuestas en 11.700 años, desde que comenzó la actual edad geológica del Holoceno.

Los Andes, que albergan más del 99% de los glaciares tropicales, pueden ser los primeros en mostrar impactos significativos del cambio climático inducido por el ser humano a escala regional, indica un estudio recién publicado en la revista 'Science'

La investigación, encabezada por el Boston College (Estados Unidos) revela que los trópicos ya se han calentado más allá de los límites vistos por última vez a principios de la era del Holoceno.

El análisis de muestras de rocas adyacentes a cuatro glaciares de la cordillera de los Andes da pruebas “bastante sólidas” de que estos son ahora "más pequeños de lo que han sido en cualquier momento de los últimos 11.000 años", afirma Jeremy Shakun, firmante del artículo publicado por la institución académica estadounidense.

España es un país candidato perfecto a la desertificación, ya que se junta el cambio climático con la actividad del ser humano. Aunque en el último años ha llovido un 6% más desde septiembre, lo ha hecho de forma desigual. Y esto se ha notado, sobre todo, en dos zonas: el sur peninsular, sobre todo el tercio sur, que se encuentra en sequía duradera desde hace 8 años, y Cataluña, cuya sequía alcanza una intensidad nunca vista desde mediados del siglo XX.