Los drones de reconocimiento vuelan varias veces al día desde posiciones ucranianas cerca de la frontera con la vecina Bielorrusia, recorriendo el cielo y la tierra en busca de signos de movimiento enemigo. Recopilan información ante una posible ofensiva sorpresa desde el norte, porque temen una repetición de la fallida invasión rusa por la entrada a Kiev del comienzo de la guerra.
Las preocupaciones sobre un renovado impulso militar surgieron en enero después de que Rusia y Bielorrusia realizaran ejercicios conjuntos de la fuerza aérea, un mes después de la visita del presidente Vladímir Putin a Minsk. Pero las Fuerzas Armadas de Ucrania han advertido de que el Ejército ruso no ha retirado sus aviones de Bielorrusia tras concluir los entrenamientos.
El presidente Alexander Lukashenko ha insistido en que no enviará tropas a Ucrania, pero ha reconocido participar en la “operación militar especial”. Ha permitido que el aliado Rusia use su territorio para ir acumulando tropas en la frontera con Ucrania.
Ahora, los residentes de los pueblos cercanos reciben las noticias de las maniobras militares conjuntas con mucha preocupación. Temen que pueda implicar una invasión que empiece justo por sus hogares.