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La tripulación del barco Astral de la ONG española Proactiva Open Arms recuerda en su travesía hacia Libia los rescates que más les han impactado. "Nos encontramos de todo, gente en el agua, lanchas casi hundidas", cuenta Mariona, la cocinera del barco. En el tercer día de viaje, el barco ha conseguido esquivar una tormenta en el Mediterráneo y prevé que su misión de "observación y denuncia" llegue a las aguas fronterizas con Libia en dos días.

Juan Matías Gil, Coordinador General de MSF en Bosnia-Herzegovina, relata las agresiones de que son objeto aquellos que intentan cruzar la frontera croata y son interceptados por los cuerpos de seguridad de este país: "Sí se empiezan a ver muestras de violencia en las personas que vuelven de los intentos de cruzar la frontera. Se trata de muestras de violencia físicas evidentes contra hombres y mujeres, además del robo sistemático de sus únicas pertenencias, que son sus móviles y su dinero".

Zamir es un niño afgano que se cobija junto a su familia en un edificio abandonado en Bihać, Bosnia Herzegovina, cerca de la frontera con Croacia. Quizás el verbo adecuado no sea "cobijar", puesto que en realidad, junto a ellos se hacinan más de 3.000 personas en esta construcción de cinco plantas en ruinas. Zamir y su familia forman parte del flujo de refugiados y migrantes que a través de la ruta de los Balcanes intentan llegar a un país donde lograr condiciones dignas de vida y un futuro. "Quiero ir al colegio, jugar al fútbol y ser médico", dice el niño, que junto a su familia lo ha intentado repetidas veces pero siempre es devuelto a este lugar, donde su vida se ha atascado. Lo dice con una sonrisa, a pesar de "hacer sido deportado 11 veces" desde Croacia, explica, y haber "caminado jornadas de 20 y 13 horas seguidas. Zamir lo dice sonriendo, porque él, a pesar de su corta vida de niño, ha conseguido entender que "no todo es malo". Eso dice: "todos los países", y también "las personas", añade, "tienen algo bueno y algo malo". Esta familia afgana forma parte de los 4.000 migrantes y refugiados que malviven en asentamientos y edificaciones en ruinas a lo largo de la frontera de Bosnia con Croacia. Ellos eligieron la ruta de los Balcanes, que alcanzó gran relevancia en la crisis de 2015, por ser la ruta terrestre elegida por este río de desesperados para alcanzar una vida mejor en Alemania, Bélgica o Francia.

Tres años desde que estallara la crisis de los refugiados en Europa que saturó a la isla griega de Lesbos, la situación de los 17.000 migrantes irregulares que aguardan la resolución de sus solicitudes de asilo continúa empeorando. Un ejemplo es el campo de refugiados de Moria, que tiene capacidad para 2.000 personas y que ahora alberga a 10.000.  Ahmed, que trabajaba para la ONU en Afganistán y huyó de la violencia, explica a TVE la vida en el campamento.

  • Varios menores han intentado suicidarse en los últimos meses en el centro para inmigrantes de Nauru
  • El Consejo de Refugiados de Australia denuncia un repunte en los niveles de trauma, abuso y desesperación entre los refugiados en la isla

Un nuevo estudio presentado este miércoles por ACNUR refleja que aproximadamente cuatro millones de niños refugiados en el mundo no están escolarizados, medio millón más de menores sin acceso a la educación con respecto al año anterior.
El estudio "Invertir la Tendencia: la Educación de los Refugiados en Crisis" publicado este miércoles por la organización, refleja la realidad de los más de 25,4 millones de personas refugiadas en el mundo, más de la mitad son niños, entre los que figuran 7,4 millones de ellos en edad escolar.