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Hoy tiene su primer examen en las urnas la coalición de conservadores y liberales que desde hace casi un año gobierna en Reino Unido. Hay elecciones locales y autonómicas pero a escala nacional, se vota en referendum la modificación del sistema electoral. Si se cumplen los pronósticos y no sale adelante tendrá graves consecuencias para el gobierno.

Las reacciones a la muerte de Bin Laden no se han hecho esperar en la comunidad internacional. El primer ministro brtiánico, David Cameron, ha dicho que la muerte de Bin Laden es un gran paso contra el terrorismo. El Gobierno español ha felicitado al presidente Obama por la operación que ha culminado con la muerte de Bin Laden. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, lo considera una derrota histórica del terrorismo. Por su parte, el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ha dicho que esta es una noticia importante y ha pedido a los talibanes que abandonen la lucha armada. Las felicitaciones a Estados Unidos llegan desde Alemania, Rusia y otros países. Ahora el temor es que se produzcan atentados como represalia. Por eso el embajador español en Pakistán, Gonzalo Quintero, ha dicho que los ciudadanos españoles que viven en este país han sido avisados de que registren sus movimientos.

Reino Unido ha decidido expulsar al embajador libio por los violentos actos vandálicos de hoy contra su embajada y la de Italia. La ONU, además, retirará a su personal de la capital libia por falta de seguridad tras la última operación de la OTAN contra objetivos en Trípoli.

  • La pompa británica es la que más vende y ha vuelto a batir récords
  • Más allá de las cuotas de audiencia, exportan una imagen de unidad
  • ¿Ha sido un rejuvenecimiento de la monarquía o un espectáculo popular?

Ver también: Especial  Boda real inglesa

  • Los servicios de limpieza ya han borrado las señales de la fiesta
  • Los turistas han vuelto a tomar las calles como cualquier fin de semana
  • Los 8.000 periodistas acreditados ya han comenzado a recoger sus equipos

Apenas tocadas las once de la mañana Kate Middleton ha bajado del Rolls Royce real, ya restaurado, y ha mostrado al mundo el secreto mejor guardado de esta boda, su vestido de novia. Del brazo de su padre, que no es aristócrata, sino un exitoso hombre de negocios, Kate ha entrado en la abadía de Westminster.

La iglesia de las coronaciones desde la invasión de los Normandos. La iglesia donde se casó la reina. Y la iglesia donde el Príncipe Guillermo con 15 años asistió al funeral de su madre, Diana de Gales.

Algunos estuvieron entonces y han vuelto este viernes. En total han asistido 1.900 invitados. Unos, por protocolo: el Gobierno, los representantes de la Commonwealth, el cuerpo diplomático, otras realezas. Y otros porque son familia, amigos o tienen algún vínculo, civil o militar, con los novios.

El momento del sí quiero ha llegado en un cuarto de hora. El príncipe Guillermo y Kate Middleton han intercambiado los votos. Y en el caso de ella se ha suprimido lo de obedecer al marido. Más acorde con los tiempos, como lo ha sido su noviazgo, que ha durado más de ocho años y ha incluido convivencia. Una relación que consideran más sólida tanto para su matrimonio como para la monaquía, cuya útima crisis la desenadenó la muerte de Diana.

Si se cumple el guión, la pareja volverá a la abadía para la coronación del Príncipe Carlos y, después, para la coronación del propio Guillermo. Sin adelantar acontecimientos, el balance es de una celebración sin percances, ni lluvia. Y la mayoría de británicos vuelven a decir orgullosos que nadie como ellos para organizar estas pompas.

Los ingleses se han echado este viernes a la calle de puro fervor monárquico para celebrar con los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, su boda real.

Sin embargo, también hay quien ve en esta celebración un derroche que podría haberse evitado en momentos de crisis. También ha sido un día para que los republicanos británicos reivindiquen el fin de la monarquía y para que turistas y locales den un pequeño empujón al consumo en la capital del Reino Unido.