Durante los últimos años, las infecciones de transmisión sexual sufren un crecimiento que alarma a algunos sectores médicos. Entre 2016 y 2019, los casos de Clamidia han subido un 145%. Entre 2009 y 2019, los de sífilis, en un 130% y los de gonorrea en un 500%. Tampoco se queda atrás el Virus del Papiloma Humano que ha sido, desde hace años, la más frecuente. A diferencia de las otras, para esta hay vacuna, y por eso desde Sanidad se recomienda la vacunación de las niñas a partir de 12 años.
Para evitar los contagios, bastaría con contemplar en las relaciones sexuales el uso de métodos profilácticos, como los preservativos, masculino o femenino, o las bandas de látex para el sexo oral. Pero se ha relajado la prevención y la sensación de peligro ante infecciones por vía sexual. Desde algunos sectores se entiende esta relajación como positiva, ya que es debida, dicen, a una mayor libertad sexual, y a un extraordinario avance en el tratamiento de algunas de estas enfermedades y ven como prioritario la realización sistemática de pruebas para romper las cadenas de contagio. Mientras que en otros foros siguen apostando por la prevención general y la educación sexual.
Las aplicaciones móviles que favorecen las relaciones sexuales esporádicas, y la moda de mezclar sexo con drogas, o sexo químico (chem sex) son algunas de las nuevas tendencias que han favorecido el aumento de las ITS. Y a pesar de que para muchas ITS el tratamiento es sencillo, no todas se curan. Es el caso del VIH, que implica la necesidad de medicarse de por vida, y que fuera de países con un sistema sanitario público, es mortal para millones de personas.
