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Podríamos decir que siempre, en algún lugar de este mundo, se está representando alguna obra del dramaturgo Jordi Galcerán.

 Le hemos invitado a nuestro plató para que nos hable de su oficio de contador de historias y del estreno de “El nombre”.

Galcerán ha adaptado este texto del que originalmente son responsables los franceses Mathieu Delaporte y Alexandre de la Patellière.

Autor de “El método Grönholm”, Galcerán ha firmado muchas obras de éxito, “El crédito”, “Burundanga”, “Cancún”… Suya es la versión en español del libreto de “El Rey León” o de la versión teatral de “Conversaciones con Mamá” que ahora giran por España Juan Echanove y María Galiana.

Hablamos de un hombre que tiene antepasados indios, criollos y vascos, que jugó al fútbol, practicó boxeo y cantó con Edith Piaf, pero que, sobre todo, es uno de los mayores referentes de la música folclórica argentina, Atahualpa Yupanqui. El Teatro de la Abadía de Madrid acoge hasta el 28 de mayo Atahualpa, los ejes de una vidaun espectáculo que rinde homenaje al cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino Héctor Roberto Chavero Aramburu, y en el que se interpretan algunos de sus temas y se recitan sus versos. En la obra participan el guitarrista flamenco Rafael Andújar y la cantaora María Lavalle bajo la dirección de Jaime Chávarri (12/05/14).

'Un trozo invisible de este mundo', de Juan Diego Botto, se ha convertido en uno de los fenómenos teatrales de la temporada, un proyecto pequeño que ha estado de gira un año y medio y que es una de las grandes favoritas a los premios Max. Ahora vuelve al escenarió donde empezó, Madrid.

  • “Las dos bandoleras” de Lope de Vega habla de la situación de la mujer en una época en la que apenas tenía más opciones que casarse
  • Carme Portaceli no sólo dirige la puesta en escena sino que ha participado en la adaptación del texto

 El actor Javier Gutiérrez visita nuestro plato para hablar con Cayetana Guillén Cuervo de  “Los Mácbez”, la adaptación que Juan Cavestany ha hecho del clásico de Shakespeare. Ambientada en época actual y cambiando Escocia por Galicia, esta nueva versión intenta actualizar el tema de la desmedida ambición por el poder político.

Andrés Lima dirige este montaje en el que Javier Gutiérrez comparte cartel con Carmen Machi.

Después del éxito de El crèdit, de Jordi Galceran, que ha estado siete meses en cartel, La Villarroel de Barcelona apuesta por una comedia romántica que por lo visto tendrá también un largo recorrido. El gérmen inicial de Losers, de Marta Buchaca, igual que El crèdit, surgió del Torneo de Dramaturgia, un singular combate teatral que organiza el Festival Temporada Alta de Girona.

 "Las dos bandoleras", el clásico de Lope de Vega sobre la venganza de dos hermanas deshonradas, vuelve al teatro... en Madrid.... Y lo hace con dos horas de versos, peleas y duelos a espada ..que ponen a prueba la energía de sus protagonistas.

 

Usos y costumbres de Anabel Alonso

Anabel Alonso, siendo adolescente, le dijo a sus padres que quería ser actriz a pesar de que aquello, en su ambiente, sonara a chino. Sospechaba que no lo iba a conseguir y que se ganaría los cuartos con otro oficio. Daba por hecho que acabaría haciendo cosillas con un grupo amateur o lo que la vida le fuera permitiendo. Pero la vida le dio la razón y le dijo “Hola, Anabel, bienvenida. Aquí la tele, un teatro, un cine”.

Yo la conocí cuando presentaba con Antonio Resines “Objetivo indiscreto”, porque yo formaba parte de uno de los equipos que hacían cámaras ocultas. Nunca fui mucho a plató y no tuvimos apenas contacto. Recuerdo que la encontraba especialmente graciosa en montaje, cuando veíamos los tiempos muertos.  Llamo “tiempos muertos” a esos momentos que se graban porque van justo antes del “cinco y acción”. Siempre son instantes mágicos. Todo el mundo está relajado. No existe la presión de hacerlo bien y los ingenios se sueltan, y ella tiene ingenio.

Ahora está haciendo algo inusual y difícil. Se ha metido en una sala alternativa, el madrileño Espacio Labruc, para poner en escena un manual de buenas costumbres. Esta mujer que no confió en triunfar pero que triunfó enseguida, apuesta ahora por algo diferente.

Esta necesidad de riesgo, de cambio, la expresó en la entrevista de una forma que llamó mi atención. Dijo algo así como que quería poder fracasar. No es que quiera fracasar, sino que exista la posibilidad de fracasar y que ésta no sea el fin del mundo. La posibilidad de fracaso está ahí cuando desconoces el resultado de algo que vas a hacer. Y si lo desconoces, es porque no lo has hecho antes, es nuevo para ti y para los que te ven.

Me acordé entonces de unas pintoras que conocí en mis 20. Pintaban a la limón. Lograron éxito enseguida. Vendían todo lo que presentaban en ARCO, por ejemplo. Su marchante les reclamaba más y más cuadros porque parecían estar colocados incluso antes de concebirlos. Una de ellas me confesó su hartazón. Yo me metí a artista –dijo- para no trabajar en un banco y ahora no me da tiempo ni a pensar. 

Claro. Sus compradores querían uno como el que habían visto en casa de un amigo, en una sala,  en un catálogo… Querían un “producto de marca”. Así que las dos pintoras se sentían obligadas a aprovechar el tirón y posponer su evolución artística para momentos menos comerciales.

Escuchando a Anabel sentí que, con este nuevo proyecto, había decidido  atender una necesidad personal. Habló de tomar las riendas de su carrera, de no esperar a que decidan por ella qué es lo siguiente que le toca interpretar. 

Lo que vi en el espacio Labruc me hizo pensar en esa magia que precede al cinco y acción. Cuando no arrastras el peso de tener que acertar, de ofrecer lo que se espera de ti porque ya lo has ofrecido. Creo que permitirse el lujo de poder fracasar, la ha llevado al acierto. 

 

Usos y costumbres de Anabel Alonso

Anabel Alonso, siendo adolescente, le dijo a sus padres que quería ser actriz a pesar de que aquello, en su ambiente, sonara a chino. Sospechaba que no lo iba a conseguir y que se ganaría los cuartos con otro oficio. Daba por hecho que acabaría haciendo cosillas con un grupo amateur o lo que la vida le fuera permitiendo. Pero la vida le dio la razón y le dijo “Hola, Anabel, bienvenida. Aquí la tele, un teatro, un cine”.

Yo la conocí cuando presentaba con Antonio Resines “Objetivo indiscreto”, porque yo formaba parte de uno de los equipos que hacían cámaras ocultas. Nunca fui mucho a plató y no tuvimos apenas contacto. Recuerdo que la encontraba especialmente graciosa en montaje, cuando veíamos los tiempos muertos.  Llamo “tiempos muertos” a esos momentos que se graban porque van justo antes del “cinco y acción”. Siempre son instantes mágicos. Todo el mundo está relajado. No existe la presión de hacerlo bien y los ingenios se sueltan, y ella tiene ingenio.

Ahora está haciendo algo inusual y difícil. Se ha metido en una sala alternativa, el madrileño Espacio Labruc, para poner en escena un manual de buenas costumbres. Esta mujer que no confió en triunfar pero que triunfó enseguida, apuesta ahora por algo diferente.

Esta necesidad de riesgo, de cambio, la expresó en la entrevista de una forma que llamó mi atención. Dijo algo así como que quería poder fracasar. No es que quiera fracasar, sino que exista la posibilidad de fracasar y que ésta no sea el fin del mundo. La posibilidad de fracaso está ahí cuando desconoces el resultado de algo que vas a hacer. Y si lo desconoces, es porque no lo has hecho antes, es nuevo para ti y para los que te ven.

Me acordé entonces de unas pintoras que conocí en mis 20. Pintaban a la limón. Lograron éxito enseguida. Vendían todo lo que presentaban en ARCO, por ejemplo. Su marchante les reclamaba más y más cuadros porque parecían estar colocados incluso antes de concebirlos. Una de ellas me confesó su hartazón. Yo me metí a artista –dijo- para no trabajar en un banco y ahora no me da tiempo ni a pensar. 

Claro. Sus compradores querían uno como el que habían visto en casa de un amigo, en una sala,  en un catálogo… Querían un “producto de marca”. Así que las dos pintoras se sentían obligadas a aprovechar el tirón y posponer su evolución artística para momentos menos comerciales.

Escuchando a Anabel sentí que, con este nuevo proyecto, había decidido  atender una necesidad personal. Habló de tomar las riendas de su carrera, de no esperar a que decidan por ella qué es lo siguiente que le toca interpretar. 

Lo que vi en el espacio Labruc me hizo pensar en esa magia que precede al cinco y acción. Cuando no arrastras el peso de tener que acertar, de ofrecer lo que se espera de ti porque ya lo has ofrecido. Creo que permitirse el lujo de poder fracasar, la ha llevado al acierto.