El 'regalo envenenado' de la inyección de liquidez de la Reserva Federal de EE.UU.
- Ha anunciado este miércoles una inyección de más de 425.000 millones de euros
- Los economistas difieren sobre ventajas e inconvenientes de la operación
- Podría dirigir el capital hacia países con intereses más elevados
Evitar la inflación o luchar contra el desempleo, reactivando la actividad económica. Ésa es la disyuntiva ante la que se ha debatido la Reserva Federal estadounidense (Fed), que ha anunciado este miércoles nuevas medidas de flexibilización monetaria que despiertan algunas tímidas esperanzas y muchos miedos.
Durante dos días, y con el rumor de las elecciones legislativas de fondo, el Comité de Política Monetaria de la Fed se ha reunido en Washington para decidir la adopción de nuevas medidas que impulsen la todavía débil recuperación económica de la primera potencia mundial.
Con la tasa de interés director casi en cero desde diciembre de 2008, éste es el único instrumento monetario que le quedaba a la Fed, ya que no puede rebajar más el precio del dinero para aumentar la liquidez del sistema.
600.000 millones de dólares para comprar deuda
La Reserva Federal ha anunciado una inyección de 600.000 millones de dólares (428.000 millones de euros) en compras de bonos de la deuda del Tesoro, a un ritmo de 75.000 millones mensuales (53.000 millones). A esa cantidad se sumarán entre 250.000 y 300.000 millones de dólares del rendimiento obtenido por activos inmobiliarios en poder del banco central estadounidense.
Esta forma de intervención se denomina flexibilización cuantitativa y consiste en inyectar directamente liquidez en el sistema financiero, con el fin de que se utilice para préstamos a los agentes económicos y fomentar así la inversión y el consumo.
Con esta compra de deuda, el dólar podría devaluarse mucho más de lo que ya lo ha hecho en los mercados de divisas y también caerían los tipos de interés de hipotecas y otros valores. Por contra, se beneficiaría la renta variable y las materias primas.
La inyección de liquidez dificultará la financiación de la deuda externa de Estados Unidos. Con intereses tan bajos, no es fácil colocar grandes cantidades de deuda en el mercado, ya que otros países ofrecen tipos más altos y, por tanto, hacen la inversión es más atractiva.
Este tipo de intervención ya fue utilizado por la Reserva Federal en medio de la crisis económica, pero el programa de compras concluyó en marzo pasado (después de 15 meses de duración) y desató ya numerosas críticas.
"Un pacto con el diablo"
Dentro de la propia Fed, algunos miembros de la dirección avisan que el flujo de moneda podría disparar la inflación y tener sólo un efecto muy limitado sobre la actividad económica.
Es el caso de Thomas M. Hoenig, presidente de la Reserva Federal del estado de Kansas, quien ha calificado el plan como "un pacto con el diablo" porque -en su opinión- generará desequilibrios y volatilidad. De hecho, Hoening ha sido el único voto en contra de la inyección monetaria.
Fuera del banco central, muchos economistas adviertien de que el sistema bancario del país cuenta con unas reservas sin utilizar cercanas a los 900.000 millones de dólares y las empresas estadounidenses disponen de una cantidad similar en tesorería.
"Las compañías ya disponen de montañas de dinero, y no invierten. Los créditos a los consumidores ya son baratos, y el consumo no aumenta", ha subrayado Mark Thoma, economista de la Universidad de Oregón.
Y en el extranjero, muchos países y economistas acusan a la Reserva Federal de desestabilizar la economía mundial al inudarla de dólares.
Guillermo A. Calvo, de la Universidad de Columbia, advierte de que ríos de dólares se dirigirán hacia economías emergentes con rápidos crecimientos como las de Latinoamérica y Asia, donde los tipos de interés son elevados. Eso aumentará enormemente las tensiones inflacionistas y también comerciales, ya que esos países tratarán de frenar la llegada de capital a sus economías.
Pero, en Estados Unidos, con la inflación bajo mínimos (por debajo del 2%), el paro en máximos históricos (9,6%) y un raquítico crecimiento de la economía, el presidente del banco central estadounidense, Bern Bernanke, ha llegado a la conclusión de que no puede quedarse de brazos cruzados.
Una crisis "a la japonesa"
Muchos economistas creen que el movimiento de la Reserva Federal no arreglará la situación, que algunos comparan con la crisis vivida los últimos 15 años en Japón.
En opinión de Robert J. Gordon, de la Universidad Northwestern y miembro del comité que determina cuándo empieza y termina una recesión, "las consecuencias para la población estadounidense serán mucho más severas que en Japón, porque nuestro paro es más alto, carecemos de una red social de seguridad, nuestro sistema liga el seguro médico al empleo en lugar de convertirlo en un derecho de los ciudadanos, y contamos con una mayor desigualdad y un mayor nivel de pobreza".
"El problema central de Estados Unidos es la ruptura del canal del crédito, especialmente el del préstamo a pequeñas empresas y trabajadores", explica Guillermo A. Calvo. Por eso, continúa este economista, "comprar bonos del Tesoro a largo plazo destinará el crédito hacia un sector que no lo necesita".
Así, otro economista, James K. Galbraith, de la Universidad de Texas, concluye que "la flexibilización monetaria sólo conseguirá inundar los bancos con dinero en efectivo que usarán, como mucho, para especular más que para prestar".