El Eurogrupo flexibiliza su posición sobre el fondo de resolución para ablandar a la Eurocámara
- Los Estados, dispuestos a reducir el plazo para mutualizar el dinero
- Para cerrar la resolución bancaria, ambas partes deben pactar antes del día 20
Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro acordarán este lunes reducir a menos de 10 años el plazo para mutualizar el futuro fondo de resolución bancaria, que pondrá en común un máximo de 55.000 millones de euros para hacer frente a futuras reestructuraciones o quiebras de bancos de la zona euro. Esta flexibilización de su posición inicial -impuesta por Alemania- pretende ablandar al Parlamento Europeo, que se opone con firmeza a varios puntos del diseño del mecanismo de resolución realizado por los Estados. El visto bueno de la Eurocámara es imprescindible para sacar adelante este pilar de la unión bancaria y, si se quiere cumplir los plazos marcados y aprobarlo antes de las elecciones europeas de mayo, el pacto con el Parlamento debería lograrse antes del 20 de marzo.
El Parlamento Europeo advirtió la semana pasada que las posiciones aún siguen "muy alejadas" y avisó de que, si los Gobiernos no hacen concesiones, no habrá acuerdo. Los eurodiputados rechazan, entre otras cosas, el período transitorio de 10 años impuesto por Alemania para mutualizar el fondo de resolución -durante el cual, los Estados defienden que coexistan compartimentos nacionales para que cada país pague por sus bancos- y denuncian el riesgo de que ese fondo se dote de insuficiente dinero.
Negociación contrarreloj
Para que dé tiempo a aprobar esta última parte del mecanismo común de resolución en el último pleno de la legislatura europea de abril, el pacto con la Eurocámara debe cerrarse el próximo miércoles, después del Eurogrupo del lunes y el Ecofin del martes.
En caso contrario, la Presidencia griega se vería obligada a convocar otra reunión extraordinaria antes del 20 de marzo, fecha que los diplomáticos ven como límite para que el expediente pueda votarse en el pleno de la Eurocámara de abril. De no lograrse, la unión bancaria se retrasará al menos hasta 2015, con lo que se incumplirán los plazos marcados por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE.
Los ministros de los países más grandes de la eurozona -incluido el español, Luis de Guindos- se han reunido en la mañana del lunes, antes del Eurogrupo, para tratar de desbloquear las discusiones. En la reunión estaban presentes el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble; el francés, Pierre Moscovici; y el nuevo ministro de Economía de Italia, Pier Carlo Padoan. Además, han participado el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem; el ministro de Finanzas griego, Giannis Stournaras, cuyo país ocupa la Presidencia de turno de la UE, y el comisario de Servicios Financieros, Michel Barnier, según han informado fuentes europeas.
El mecanismo común de liquidación es el segundo pilar de la unión bancaria. Su objetivo es que sean los bancos los que paguen las futuras crisis bancarias, y no los contribuyentes a través de ayudas públicas, como ha sucedido hasta ahora. Con la unión bancaria, la UE pretende romper el círculo vicioso entre bancos y Estados y ayudar así a que el crédito vuelva a fluir.
Menos tiempo para poner en común los fondos
"Hay consenso entre los Estados miembros para acelerar el plazo de 10 años", ha asegurado un diplomático europeo. Pero todavía no hay acuerdo sobre la alternativa.
Una "muy amplia mayoría" de países, entre ellos España, apoya la solución propuesta por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que consiste en disociar el plazo de mutualización del fondo -que se reduciría de 10 a 5 años- del plazo para aportar el dinero y alcanzar los 55.000 millones de euros, que se mantendría en 10 años para no imponer una carga extra a las entidades financieras.
Pero Alemania solo acepta acortar los plazos de mutualización si al mismo tiempo se aceleran las aportaciones de los bancos al fondo. La solución de compromiso podría ser la que ha propuesto el comisario europeo de Servicios Financieros, Michel Barnier, que consiste en fijar en siete años el plazo tanto para mutualizar completamente el fondo como para llegar al nivel de 55.000 millones de euros.
La contrapartida sugerida por Barnier es que el ritmo de mutualización no sea lineal, sino mucho más rápido al principio. Esta alternativa se acercaría además a las propuestas de la Eurocámara, que exige al menos una mutualización del 50% ya desde los primeros años.
Permitir el endeudamiento del fondo común de resolución
La otra concesión que están dispuestos a hacer los Gobiernos al Parlamento Europeo se refiere al aumento de la fuerza del fondo de resolución y al establecimiento de un cortafuegos para garantizar que en ningún momento se quede sin dinero. Así, se dotaría al fondo común de una capacidad de endeudamiento, de forma que pueda captar dinero en los mercados. Sobre esta cuestión ya hay consenso en el Eurogrupo.
En cambio, sigue sin estar claro si el fondo podrá contar con avales públicos para endeudarse y lograr así mejores condiciones en los préstamos y más dinero extra. El comisario de Servicios Financieros ha sugerido que, en un primer momento, las garantías sean nacionales y que se vayan mutualizando progresivamente.
Sobre estas dos cuestiones se espera ya un acuerdo provisional en la reunión de este lunes, donde participarán los negociadores de la Eurocámara.
Lo que sí está claro es que Berlín se mantiene inflexible en su veto a que el fondo común de resolución pueda acceder a una línea de crédito del mecanismo europeo de estabilidad (MEDE), el fondo de rescate público. Ésta era otra solución sugerida por Draghi para asegurar que siempre habrá dinero. Sin embargo, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, asegura que con esa decisión se trasladaría la factura de la quiebra de un banco de un país a otro Estado.
Debate sobre quién decidirá sobre la quiebra de un banco
En el Ecofin del martes, el objetivo será cerrar un acuerdo para simplificar el sistema de toma de decisiones pactado en diciembre, que según la Eurocámara y el BCE es demasiado complicado e ineficaz para responder a quiebras bancarias que exigen soluciones en cuestión de horas. Sobre estas cuestiones, las posturas están más alejadas, según fuentes diplomáticas, que auguran una larga jornada de negociaciones.
La principal reivindicación del Parlamento Europeo es que los Gobiernos no intervengan en el proceso de toma de decisiones sobre el cierre de bancos, al considerar que ello puede politizarlas. Así, quiere que sea la Comisión Europea la que tenga la última palabra, en contra de lo que decidió el Ecofin en diciembre pasado por exigencia de Alemania.
Ante la presión de la Eurocámara, los ministros están dispuestos a limitar a casos excepcionales la intervención del Consejo de la UE -integrado por representantes de los Gobiernos-, pero no a suprimirla por completo.
El Parlamento Europeo y los Gobiernos también discrepan sobre quién debe determinar que un banco está cerca de la quiebra y debe pasar a resolución. La Eurocámara sostiene que esa decisión debe ser una competencia exclusiva del BCE, que a partir de noviembre será el supervisor común, mientras que los Estados miembros quieren que también pueda participar el nuevo consejo de resolución, donde están presentes los países.
Las decisiones sobre la resolución de bancos se prepararán en este consejo de resolución, formado por un director ejecutivo, un directorio de cuatro miembros y los representantes de las autoridades nacionales de resolución (en España, el FROB). Pero todavía se discute qué decisiones se tomarán en plenario y cuáles en formato ejecutivo (este último integrado por el directorio más los representantes de los Estados afectados por la decisión, en lugar de por todos los países).
Cómo se repartirá el poder de cada Estado
Tampoco hay acuerdo sobre el reparto de poder entre los países, ya que no se ha decidido aún si debe depender o no de la cantidad aportada por cada uno al fondo de resolución.
Sobre ese punto, algunos Estados miembros -en particular, Francia y Alemania- están incómodos porque todavía no se ha concretado exactamente cómo se calculará la contribución que tendrá que hacer cada banco al fondo, que se basará en su nivel de riesgo.
El Ministerio de Economía de España ha cifrado en 8.600 millones de euros la aportación que tendrá que hacer la banca española, con contribuciones muy similares a las ya existentes para el Fondo de Garantía de Depósitos nacional.
Si hay acuerdo el martes, la negociación final con la Eurocámara se cerraría el miércoles.