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Un año en 365 instantáneas

Ver también el especial del primer     año en antena

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Belén sobrevuela la ciudad de San Francisco en helicótero

Siempre lo he dicho, creo que somos unos privilegiados. Y las fotos lo demuestran. Así, un repaso rápido, este año, he pisado todos los continentes, he nadado con delfines, he visto de cerca al gran tiburón blanco, he volado en un túnel de viento, me ha impactado la belleza de Petra, he buceado con leones marinos, no sé cuántas avionetas hemos tomado, jamás había estado rodeada de tantos pingüinos, hemos visto maras patagónicas, leones, jirafas, canguros, koalas, leopardos, hipopótamos, las noches blancas de San Petersburgo me han deslumbrado, he pisado dos glaciares, uno en el polo norte y otro muy cerquita del polo sur, he flotado en el mar Muerto, he entrado en la casa de Santa Claus, he tomado una sangría con hielo milenario, me he estremecido cuando los ojos de un delfín se han clavado en los míos, a sólo unos centímetros de distancia, y todo en estado salvaje, sin rejas, sin vallas.

Pero, sobre todo, lo que de verdad me ha golpeado, con lo que me quedo y lo que llevaré siempre clavado a fuego en la memoria y lo que me hace sentirme, de verdad, privilegiada, es la gente. Siempre recordaré la inocente mirada de Shamira, en Zanzíbar, el arrojo y valentía de María, en Petra, la elegancia artística de Pepa, en Ámsterdam, la presencia de la madre de Atela, la naturalidad de Grace y su familia, en Alaska, la sonrisa de Amjad en el desierto más bello del planeta, la espontaneidad de Carmina y el cariño de su familia masai. Podría enumerar sin fin y me quedaría corta.

Somos unos privilegiados porque los españoles que visitamos nos reciben como si fuéramos de la familia y nos abren sin restricciones su casa, su entorno y sus amigos, nos muestran una realidad inaccesible para turistas. En mi caso, me he colado en las vidas de unos 70 españoles repartidos por el mundo. Y todos, sin excepción, nos han dado lo mejor. Gracias a todos ellos por hacernos sentir tan especiales. Gracias por darnos tanto calorcito.

Y me siento afortunada por compartir todas estas experiencias con el mejor equipo. Mis compañeros son de lo mejorcito. Son de esos que aguantan horarios infernales y jornadas eternas con el mejor humor. Porque lo de viajar sólo dos, a veces, puede resultar complicado. Ellos, lo hacen fácil.

En fin, que gracias a todos, ha sido un año increíble y estoy más feliz que una perdiz.