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Crece la polémica sobre la gestión política de esta emergencia. La pregunta sobre dónde estaba el presidente valenciano la tarde de la catástrofe, sigue sin respuesta. Y se sabe que el sistema de alertas a los móviles está operativo en la Comunidad Valenciana desde hace año y medio, a pesar de que la consejera responsable de Emergencias dijo ayer que se enteró de que existía la misma tarde de las riadas.

La carnicería de Esther y de Susana es muy conocida en Albal, la abrió su bisabuelo y, solo en unas horas, han visto como un tsunami se llevaba por delante 180 años de historia. "Lo hemos perdido todo. El esfuerzo de nuestra familia, de nuestros abuelos, de nuestros bisabuelos y de toda una generación de carniceros", cuentan las afectadas. Además del daño a las instalaciones, los cuerpos de seguridad y los trabajadores han tenido que sacar 25 toneladas de carne que tenían acumuladas en las cámaras y llevarlas a incineración.

Continúa el cruce de declaraciones políticas en torno a la gestión de las primeras horas de la catástrofe en Valencia. El secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, sostiene que la Generalitat Valenciana era conocedora de la predicción meteorológica. Entrevistado en Radio 5 desde Valencia, Morán cuestiona que quienes tenían las competencias despreciasen esa información. Y se pregunta por qué no se tomaron medidas antes.

La búsqueda de víctimas continúa por tierra, mar y aire. Los equipos de rescate se centran ahora en el litoral de la costa y en la Albufera. El capitán Sergio Hernández Gómez, del Grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil, asegura que, según la información de la que disponen, la zona más probable en la que encontrar desaparecidos es la Albufera. En sus oscuras aguas no trabajan solo los buceadores, sino que es necesario un largo y complejo trabajo previo de análisis de cada zona: "Son zonas en las que no se ve nada y es muy importante recibir toda la información previa". "La esperanza no la perdemos nunca" - añade- "Seguimos con la idea de rastrear cada palmo del terreno y no vamos a parar hasta descartar que haya desaparecidos". "Hemos vivido situaciones muy difíciles, pero esto está siendo un reto para todos y tenemos que asumirlo como tal", asegura.

Desde la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) han abierto un teléfono (900 10 18 16) a través del que ofrecen asesoramiento y apoyo a todos los autónomos afectados por la DANA. "Prácticamente el 50% de las llamadas nos hablan de que sus negocios son siniestro total", lamenta el presidente de ATA, Lorenzo Amor, durante su intervención en La Hora de La 1.

Además, ha valorado las ayudas publicadas el pasado miércoles como "un escudo social importante". Aun así, recuerda que esta situación es más grave que durante la pandemia: "Cuando nos fuimos a casa, volvimos y los locales estaban intactos". Por eso, pide al Gobierno que también dirijan las ayudas, por ejemplo, a todos los autónomos que estaban en tránsito en las zonas afectadas durante la riada.

Foto: EFE/Salas

Continúa la búsqueda de desaparecidos tras la DANA. Según las cifras del Centro de Integración de Datos (CID), hay 93 personas desaparecidas, y 54 cadáveres sin identificar. Cada mañana, varios voluntarios en Torrent se organizan para coordinar la búsqueda. Su empeño no cesa y muchos llevan su propio material.

Nueve días después de la riada siguen apareciendo en Valencia animales perdidos. La fuerza del agua también se los llevó a ellos por delante. Algunos de sus dueños han desaparecido y, otros, no saben si su mascota ha sobrevivido. A este campo de fútbol llegan los animales que rescatan los voluntarios en la zona cero. Y ya han conseguido hogar para 400 animales, 300 de ellos perros.

La mayoría de los comercios están arrasados tras la riada. En algunos de ellos no ha quedado ni un tabique y recuperar la normalidad sigue siendo una utopía. Pero hay quien se empeña en afrontar la catástrofe volviendo a la normalidad.

Bernabé lleva quitando trastos y barro de su gasolinera a la entrada de Catarroja desde el primer día. Este jueves ha querido abrir, aunque resulta chocante porque en el pueblo, mires donde mires, no hay ni un coche circulando. Es algo simbólico porque ayuda a sentir que todo podrá volver a ser normal.

Amalia ha llorado al ver que la óptica estaba abierta. Había perdido sus gafas en la riada y como en este comercio el agua no llegó a los productos, ha abierto sus puertas. "La vida sigue -dice Amalia- pero tardará mucho en recuperarse".

Alberto muestra a las cámaras de TVE el sarpullido que le ha salido y las heridas que tiene por limpiar, pero ya tiene lista la lavandería y, en cuanto pueda, la abre.

Más de dos metros de escombros tiene aún María Teresa en la puerta de su cafetería. Necesita arreglar el cuadro eléctrico y reabrir ya "por salud mental y por el futuro, que tengo cinco hijos a mis espaldas", explica.