El dolor y la pobreza aún están latentes en Haití. No son los protagonistas absolutos como lo fueron aquel fatídico 12 de enero de 2010 pero siguen ahí, impidiendo a sus habitantes que sean capaces de vivir su día a día por sí mismos.
Las ONGs desplazadas a la región, la comunidad internacional y el propio gobierno haitiano son conscientes de que el país está muy lejos de la normalidad. Aunque hayan pasado dos años. Sin embargo, es cierto que no todo es negativo, el mensaje más repetido sobre Haití ahora es sencillo: hay síntomas de cambio pero aún no son suficientes.