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(Entrevista de Manuel Sollo). La poesía puede encarnar cualquier discurso, crear una realidad distinta a partir del lenguaje. Es el reto estilístico que afronta Joaquín Pérez Azaústre en su último libro, "Poemas para ser leídos en un centro comercial" (Colección Vandalia, Fundación José Manuel Lara). El cine es el eje que revela una educación sentimental y moral. Actores y héroes de comic representan una visión histórica y política. El culturalismo y lo popular se engarzan a la memoria y la intimidad. El autor parte de la II Guerra Mundial para mostrarnos los escombros de la cultura europea, el azufre de la posguerra española en tebeos infantiles, la radical defensa de la democracia simbolizada en trescientos espartanos, los vínculos con las solitarias formas de consumo en una sociedad en cambio. Alterna verso y prosa, ironiza sobre la poesía social y se impregna de compromiso colectivo asomado a la Plaza Sintagma, de Atenas. La inspiración aflora de cintas como "Metrópolis", "El Padrino" o "Gilda", de estrellas como John Wayne, Anita Ekberg, Paul Newman o Robert Reford, de personajes como Indiana Jones, el Capitán Trueno o Michael Corleone. Ante esta pantalla, dialogamos, entre otros asuntos, sobre la certeza de que "un hombre son sus principios" y la necesidad de protegerse, "porque vienen los persas y queremos vivir".