Los cetáceos evolucionaron a partir de mamíferos terrestres que regresaron al mar hace unos 50 millones de años. ¿No os parece increíble que delfines, orcas y ballenas tengan cómo parientes más próximos a los hipopótamos, las vacas o los ciervos y que no tengan nada que ver con los tiburones?
Ciertamente, ambos tienen una forma corporal hidrodinámica. Y, también, aletas pectorales y dorsales que cumplen las mismas funciones. Sin embargo, son órganos análogos, es decir, no tienen el mismo origen evolutivo. De hecho, su estructura interna es muy distinta.
Este fenómeno se conoce como convergencia evolutiva; como delfines y tiburones viven en el mar, la selección natural ha llevado a ambos a desarrollar aletas que les permitan desplazarse. En cambio, la aleta caudal, es decir, su cola, delata que no comparten los mismos ancestros. Mientras que en los peces se mueve de forma lateral, los mamíferos marinos la mueven de arriba abajo.