Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha propuesto un referéndum para reformar la constitución. Un gesto político para intentar atajar el descontento social en su país, pero que de momento no ha frenado las manifestaciones populares

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha propuesto la celebración de un plebiscito para emprender una profunda reforma política, en respuesta a la ola de protestas sociales que han sacudido Brasil, informa Efe.

La mandataria anunció la propuesta de organizar un plebiscito "que autorice un proceso constituyente específico para la reforma política", en una reunión con gobernadores y alcaldes en el Palacio do Planalto, la sede presidencial, convocada para responder a las demandas de los ciudadanos, en relación al sistema político, la salud, la educación y el transporte.

La declaración de Rousseff supera la propuesta de pacto nacional por la mejora de los servicios públicos que hizo el viernes pasado cuando las protestas ya habían obligado a los alcaldes de las principales ciudades a revocar los decretos con los que habían subido las tarifas del transporte público, origen de las manifestaciones.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha propuesto la celebración de un plebiscito para emprender una profunda reforma política, en respuesta a la ola de protestas sociales que han sacudido Brasil, informa Efe.

La mandataria anunció la propuesta de organizar un plebiscito "que autorice un proceso constituyente específico para la reforma política", en una reunión con gobernadores y alcaldes en el Palacio do Planalto, la sede presidencial, convocada para responder a las demandas de los ciudadanos, en relación al sistema político, la salud, la educación y el transporte.

Previamente, Roussef se había reunido con activistas del Movimiento Pase Libre, que lideró las protestas que han sacudido al país en estas dos últimas semanas. Varias organizaciones sociales, como el colegio de los abogados o el episcopado, habían presentado este lunes el borrador de un proyecto de ley de iniciativa popular para reformar el sistema político, y en particular para prohibir a los políticos presentarse a unas elecciones si han sido condenados.

En Brasil, la presidenta Dilma Roussef tiene previsto reunirse con los 27 gobernadores del país y con los alcaldes de las principales ciudades para comenzar a debatir la mejora de los servicios públicos.

En Brasil, las protestas no han cesado en las calles de varias ciudades. El discurso a la nación ayer de la presidenta, Dilma Russeff, no parece haber calmado los ánimos.

La presidenta de Brasil ha roto su silencio tras una semana de multitudinarias protestas. Ha ofrecido diálogo con los manifestantes pero también ha dicho que no tolerará actos de vandalismo. Entre sus propuestas: un gran pacto.

El ministro secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, ha expresado su preocupación en una reunión con varias autoridades para tratar los preparativos de la visita del pontífice. El jueves murieron dos personas en las multitudinarias manifestaciones. La plataforma que lideró la protesta por el transporte público da una tregua.

Las protestas más multitudinarias en dos décadas en el país se incrementan con el paso de los días. Ya no se conforman con la retirada de la subida del transporte: piden más transparencia para acabar con la corrupción y mejores servicios públicos.

Cerca de un millón de brasileños han salido a las calles en todo Brasil para exigir mejores servicios públicos, entre otras reclamaciones, después de haber logrado la bajada del precio del transporte urbano, el motivo inicial de las protestas.

Convocados por las redes sociales, los manifestantes respondieron en masa a la llamada a gritar en el espacio público brasileño con movilizaciones muy numerosas en ciudades como Río de Janeiro, Sao Paulo, Recife y Brasilia. Fue un movimiento pacífico, con escasos incidentes, que se desarrolló en un clima festivo.

En uno de estos incidentes, una persona ha muerto atropellada en la ciudad de Riberão Preto, en el estado de São Paulo, mientras participaba en una de las protestas que ocurrieron en casi 80 municipios del país para exigir mejores servicios públicos, entre otros motivos.

Sao Paulo y Río de Janeiro, las dos mayores ciudades de Brasil, cedieron el miércoles a la presión de las mayores protestas en dos décadas y bajaron el precio del transporte público, que era la reclamación inicial de los cientos de miles de manifestantes que han salido a las calles desde la semana pasada.