Casi 25 millones de estadounidenses han votado ya por anticipado en los estados que lo permiten. Nevada es uno de ellos, un estado bisagra que puede decantarse tanto por demócratas como republicanos. Al contrario que en elecciones anteriores, el expresidente Donald Trumo no ha criticado esta modalidad de sufragio. Quizá porque ha visto que sus votantes también se benefician de ella. Entretanto, los demócratas sí la promocionan. El candidato a vicepresidente, Tim Walz, lo ha hecho predicando con el ejemplo en Minnesota y el presidente Obama en un mitin en Wisconsin. "Si queréis, id ahora mismo. No me sentiré ofendido", bromeaba. "Yo mismo fui y mi guardaespaldas más joven descubrió lo que era un buzón". Sin embargo, en otros lugares, como en el condado de Maricopa, Arizona, se acuerdan perfectamente de lo que pasó cuando Donald Trump puso en duda el voto anticipado. Cientos de personas, muchos con armas, hostigaron a los trabajadores que contaban votos, y muchos siguen recibiendo amenazas hoy.
La ciudad de Flint, en Michigan, lleva años sufriendo a partir del cierre de la empresa estadounidense General Motors, que daba trabajo a muchos de los habitantes de la misma. En los años 60, la empresa controlaba la mitad del mercado estadounidense: uno de cada dos coches que se vendían eran suyos, ahora no lo son ni uno de cada cinco. Actualmente, el hueco que dejó la compañía automovilística no se ha llenado y la calidad de vida de los habitantes de Flint ha disminuido considerablemente.
Michigan es uno de los estados clave para estas elecciones, reparte concretamente 15 votos electorales, por lo que las preocupaciones de las personas que viven en una de sus ciudades más representativas, que pasó de 150.000 habitantes a 80.000 según los datos censales, son importantes. Los candidatos lo saben, por eso tanto Kamala Harris como Donald Trump la han visitado en el último mes, prometiendo revitalizar la ciudad y su industria sin muchas concreciones de cómo lo harán.
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El aborto es uno de los temas clave en las próximas elecciones estadounidenses del 5 de noviembre. Kamala Harris, la candidata demócrata, ha hecho bandera de ello y, si llega a la Casa Blanca, promete intentar recuperar ese derecho a nivel federal, aunque es muy complicado que el Congreso tenga la mayoría necesaria para sacar adelante una regulación federal sobre el aborto. El candidato republicano, por su parte, presume de haber puesto en el Supremo a tres de los jueces que lo echaron abajo en su día.
Una decena de Estados llevan propuestas para que el aborto se reconozca como un derecho en la Constitución estatal, como Arizona, donde está permitido hasta la semana 15 de gestación y después, si la vida de la madre o del feto están en riesgo. Pero en la práctica es una excepción. Por el contrario, hasta una veintena de Estados han legislado en contra del aborto, varios incluso lo han prohibido casi completamente, hasta en casos de violación.
Los hispanos son casi un 15% de los ciudadanos con opción a voto en los Estados Unidos, constituyendo la minoría más amplia del país y pueden ser clave en Estados bisagra como Arizona, Nevada o Pennsylvania. Según las últimas encuestas del Pew Research Center, un 57% planean votar por Kamala Harris y un 39% por Donald Trump. Los candidatos son conscientes de la importancia de este sector poblacional y tienen sus propias estrategias de captación.
Donald Trump les corteja con su propia versión musical y explota el discurso del agravio, el de que los inmigrantes irregulares se quedan con el trabajo y con las ayudas que deberían ser para los que llevan aquí más años. Por la contra, el equipo de Kamala Harris emplea anuncios en español en los que prometen soluciones para los ciudadanos que llevan décadas en el país, que trabajan, que pagan sus impuestos, pero que viven y mueren en la ilegalidad.
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McDonald's ha entrado de lleno en la campaña electoral en Estados Unidos. La candidata demócrata a la Presidencia, Kamala Harris, contó con pasión que, durante un verano, trabajó en un McDonald's mientras estudiaba. Por su parte, el candidato republicano, Donald Trump, le acusó de mentir y, este fin de semana, él mismo se ha puesto el delantal en uno de esos restaurantes.
FOTO: Doug Mills/The New York Times via AP
El hombre más rico del mundo no escatima pasión ni dinero para llevar a otro multimillonario, Donald Trump, hasta la Casa Blanca. El CEO de X y Tesla, Elon Musk, se define como Dark Maga, una versión oscura y agresiva del movimiento trumpista. Su última ocurrencia: sortear diariamente un millón de dólares entre los votantes registrados de los 7 estados que pueden decantar la presidencia de Estados Unidos. La única condición, asegura, es firmar una petición pro-Trump a favor de la Constitución. En concreto, la Primera y Segunda enmiendas, centradas en la libertad de expresión y el derecho a llevar armas. Para Pensilvania, abre aún más la billetera. Promete 100 dólares para cada votantes registrados allí y 100 más si lo recomiendan a un amigo. "Ni siquiera tenéis que votar luego", aclara Musk. El multimillonario quiere mantener esta lotería hasta la jornada electoral. El gobernador de Pensilvania ya pide una investigación para determinar si es o no ilegal esta acción, al considerarse una interferencia electoral.
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Mientras que hay Estados que son puramente demócratas, como California, o que se inclinan hacia el Partido Republicano, como Texas, hay lugares que pueden cambiar el curso de las elecciones estadounidenses: son los llamados Estados bisagra o púrpura, por no ser ni rojos ni azules, y es donde más tiempo pasan los candidatos. De esta forma, Pensilvania adquiere un protagonismo especial cuando se trata del periodo electoral de Estados Unidos, pues es el más poblado de los púrpura y el que más votos electorales reparte, concretamente 19.
En 2016 fue Donald Trump quien se llevó el Estado y en 2020, Joe Biden. María Carou, corresponsal de RNE en Estados Unidos, visita Pensilvania para entender qué preocupa a sus ciudadanos y cómo lo que voten puede determinar el futuro de los próximos cuatro años de este país.
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En Estados Unidos, Donald Trump y Kamala Harris endurecen el tono en sus mítines, con descalificaciones que en el caso de Trump incluyen insultos. A poco más de dos semanas para las presidenciales, los candidatos se emplean a fondo en una campaña muy polarizada.
En Míchigan, un estado clave, esta campaña hay algo diferente. Aquí es muy normal colocar carteles electorales, pero esta vez no se ven tantos. La gente no se quiere arriesgar, por miedo, asegura David Dulio, profesor de la universidad de Oakland. Molly es de ellas: "Es un nivel de valentía que no tengo", confiesa. Jack sí se atreve, en su jardín se lee "Votar demócrata te convierte en ignorante o estúpido".
En las últimas semanas se han registrado casos aislados de intimidación o violencia contra vecinos que se han posicionado aquí. Está relacionado con la polarización, explica Dulio. Según un estudio, el ambiente político está afectando a los estadounidenses. Seis de cada diez estadounidenses limita la cantidad de información que consume sobre política para evitar sentirse estresados.
Quedan poco más de 15 días para las elecciones presidenciales en Estados Unidos y esto se nota en la campaña. Los candidatos han redoblado esfuerzos en sus mítines, especialmente, en estados decisivos como Pensilvania o Georgia. Las tácticas, sin embargo, son muy diferentes. Mientras el republicano Donald Trump ha optado por el apoyo del multimillonario Elon Musk en sus apariciones y los insultos directos a la candidata demócrata Kamala Harris; esta insiste en subrayar la diferencia de edad con Trump y se rodea de cantantes como Usher o 'pesos pesados' de la política como el ex presidente Barack Obama. Foto: EFE/EPA/Andi Rice / POOL
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