La planta química Azot, el último reducto del Ejército ucraniano en Severodonetsk, resiste ante el avance de las Fuerzas Armadas de Rusia y las milicias prorrusas del Donbás. En el centro de esta ciudad estratégica, las calles están vacías, con muchos edificios gravemente dañados por el intenso bombardeo y algunos completamente destruidos.
Se calcula que alrededor de 1.000 residentes se encuentran refugiados en sótanos bajo tierra dentro y alrededor de la planta. Muchos han sido separados de sus familiares y están ansiosos por la situación. Mientras tanto, los funcionarios y empleados de la sucursal de Severodonetsk del Servicio de Seguridad de Ucrania han huido de la oficina con documentos y ordenadores con información confidencial antes de que se recrudezcan aún más los ataques.