En el Reino Unido, el nuevo Gobierno laborista acelera la liberación de presos para evitar el colapso del sistema penitenciario. Desde octubre del año pasado, unos 10.000 reclusos han salido de las cárceles británicas.
La medida se pondrá en práctica a partir de septiembre, y podría poner en la calle a varios miles de reclusos que cumplan varias condiciones: que hayan sido condenados a penas inferiores a cuatro años, y que no hayan cometido delitos sexuales, violentos o de terrorismo.
Por otra parte, el Gobierno también ha anunciado que contratará a unos 1.000 agentes más para vigilar el cumplimiento de la libertad condicional.