Cadáveres y heridos abarrotan las pocas instalaciones médicas que aún funcionan en el norte de Gaza. Los que llegan son víctimas del último bombardeo israelí contra un edificio de Beit Lahia, que deja más de 80 muertos.
En este hospital no dan abasto para aliviar el dolor de tantos pacientes, muchos de ellos mujeres y niños, tirados en el suelo por falta de medios. Médicos sin Fronteras pide a Israel cesar de inmediato su asedio a los hospitales. Ni siquiera aquí se libran de las bombas, los cortes de electricidad y la falta de agua.
Según OXFAM, otra ONG, Israel ha matado a cuatro ingenieros que iban a reparar infraestructuras del agua. Muertes que, denuncian, violan el derecho internacional y agravan la crisis humanitaria.
Israel emite órdenes de evacuación masivas a una población exhausta, famélica y muchas veces enferma que no tiene a dónde huir. "Avisaron en plena noche de que iban a bombardear las casas y tuvimos que salir corriendo, incluso descalzos. Estamos muertos en vida", lamenta Fátima.
Achaf relata que el Ejército israelí separa y se ensaña especialmente con los hombres. "Nos sacaron a punta de pistola, nos desnudaron y nos registraron con lentes y cámaras durante horas", asegura.
Heridas psicológicas que muchos llevarán para siempre, ocultas entre tanta devastación. La destrucción es tal, que según un relator de la ONU, reconstruir Gaza podría llevar 80 años.
Foto: ISLAM AHMED / AFP