Mujeres, hombres y niños de Honduras, El Salvador o Venezuela combaten el frío con fuego y mantas en Chihuahua, en el norte de México, con la mirada en la frontera con Estados Unidos, a 300 kilómetros.
Estados Unidos presiona a México para que impida a los migrantes llegar a los pasos fronterizos.
El Gobierno mexicano ya ha empezado a detener algunos de los trenes de carga que circulan hacia el norte.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se reunía ayer con el secretario de Estado estadounidense Antoni Blinken para negociar cara a cara soluciones a la crisis migratoria y a cambio acordar la reapertura de pasos fronterizos cerrados, algo que perjudica económicamente a México.
La Casa Blanca ha endurecido su discurso migratorio a menos de un año de las elecciones presidenciales mientras el expresidente Donald Trump promete la mayor deportación de inmigrantes irregulares si es reelegido. Entretanto, la crisis humanitaria alcanza niveles nunca vistos en la frontera.
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