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La palabra 'Shems' significa 'Sol' en árabe. También es el nombre de la Escuela Nacional de Circo instalada a las afueras de Rabat en Marruecos. Bajo su carpa, jóvenes marroquíes se ejercitan como acróbatas y aprenden los secretos de un espectáculo a medio camino entre el arte del entretenimiento y el deporte de élite.

Esta particular escuela de circo 'Shems' o del 'Sol', nació como un proyecto social para rescatar a niños de la calle. Sobre la pista, han aprendido el oficio de fascinar al público, y a otros niños. El circo les ha alejado de una incertudumbre abocada a las drogas, la miseria y la prostitución. Pero ese tiempo de sombras quedó atrás bajo la la 'luz' de 'Shems' -valga la redundancia-. Bajo la atenta mirada del director de la institución, Alain Laëron, los jóvenes practican saltos, equilibrios y piruetas, y adquieren la mágica capacidad de 'iluminar' a su público.

Un nuevo caso de violación vuelve a sacudir Marruecos: esta vez ha sido un menor de 14 años, violado por tres de sus vecinos en la ciudad de Casablanca, una agresión que grabaron con el móvil y que amenazaban con difundir en internet si los denunciaba. El caso vuelve a destapar la violencia sexual que sufren muchos menores en Marruecos y que en numerosas ocasiones queda impune.

Una zona muy popular donde habitan sobre todo sirios, subsaharianos y marroquíes sin recursos. La gran mayoría no tiene acceso a la sanidad. Por eso es tan importante el pequeño gabinete médico que acaba de abrir este doctor. Aquí atiende a los que no pueden pagar una consulta. Desde hace un año los inmigrantes regularizados tienen derecho a un seguro médico en Marruecos. Pero está muy lejos de ofrecer una cobertura amplia y de calidad. La sanidad sigue siendo la gran asignatura pendiente en un país con solo 6 médicos por cada 10 mil habitantes.

Cerca de la localidad marroquí de Annual, unos pocos españoles consiguieron salvar la vida gracias al sacrificio de un regimiento de caballería, el Cazadores de Alcántara Nº 14, que cargó una y otra vez hasta ser prácticamente aniquilado.
 

El primer contacto con el combatiente yihadista, ahora arrepentido, fue a través de Facebook. Se comprometió a darnos una entrevista después del Ramadán. El encuentro fue en una ciudad del norte de Marruecos, pero la policía marroquí le tenía vigilado. Se presenta como Alubía, su nombre de guerra. En septiembre de 2014 viajó en avión desde Casablanca a Estambul y luego, a Antioquía.

Esta mujer marroquí de 39 años, Samira, tenía media cara oculta bajo un tumor y vivía un auténtico calvario rechazada por su entorno social y familiar. El tratamiento de reconstrucción de su cara ha sido posible gracias a la cooperación internacional con la implicación de la ONG ADRA, la Fundación Cavadas y el Hospital de Manises. Un tratamiento que ha necesitado de un año y tres intervenciones, y que requerirá un seguimiento prolongado. Ahora Samira y gracias a la ayuda de la ONG ADRA emprenderá una nueva vida en Marruecos.