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Hace cinco años y medio sorprendía esta imagen: las llamas devoraban la cubierta y la icónica aguja de Notre Dame. El presidente Emmanuel Macron salía enseguida al paso: "La vamos a reconstruir". Y así ha sido.

La catedral reabre con una gran ceremonia para alegría de unos y desesperación de otros, por las molestias que provoca el despliegue de seguridad. París se blinda para recibir a 40 jefes de Estado y de Gobierno. Entre ellos, el presidente alemán, los reyes belgas, la todavía primera dama estadounidense o el presidente ucraniano.

Está previsto que Volodímir Zelenski se reúna con Macron antes de la ceremonia, igual que Donald Trump. Es su primer viaje a Europa desde que ganó las elecciones y Macron busca convencerle de que apoye a Ucrania.

El presidente francés aprovecha la reapertura de Notre Dame para reforzar su figura de líder internacional mientras en casa todavía tiene varios incendios por apagar: con sus niveles de popularidad en mínimos y un país sin Gobierno, porque el primer ministro que él designó, con polémica, ha caído tras una moción de censura.

Foto: EFE/EPA/TERESA SUAREZ

Decenas de miles de surcoreanos han acudido a las puertas del Parlamento para pedir a los diputados que votaran a favor de la moción de censura contra el presidente Yoon Suk-yeol, que ha pedido perdón en un discurso de apenas dos minutos por haber declarado la ley marcial.

El dirigente no ha dimitido y su partido ha boicoteado la moción de censura de la oposición. "Esta situación tiene tres aspectos: golpe de estado, traición y guerra civil", explica el veterano analista político Kim Gap Su, frente a la Asamblea Nacional.

Antes de la votación, los diputados del Partido del Poder Popular, en el Gobierno, abandonaron la cámara. En la calle, la rabia crece: "No puedo entender que nuestros representantes nos fallen cuando hay tanta gente pidiendo lo mismo", se indigna Kim Gi Yeon.

La votación se ha anulado por falta de quorum. Entre la multitud, más rabia y decepción.

Foto: EFE/EPA/JEON HEON-KYUN

El 15 de abril de 2019 París sufrió uno de los episodios más trágicos de su historia. El tejado de la catedral de Notre Dame comenzó a arder, coincidiendo con unas obras de restauración en su interior. El incendio arrasó el techo de la catedral y el fuego engulló la aguja central hasta provocar su caída. Sin embargo, los bomberos salvaron la estructura de esta obra maestra del arte gótico.

Aún no está claro qué causó exactamente el incendio; las autoridades francesas apuntan a que pudo deberse a un fallo eléctrico o a un cigarrillo encendido. Durante estos años, miles de personas han trabajado en las labores de limpieza y la consolidación, primero, de la estructura. Después, se pasó a la reparación de las gárgolas, la creación de una nueva aguja de roble, así como la restauración de las piezas artesanales y la reconstrucción de la bóveda de la catedral.

Tras la visita oficial del presidente francés, Emmanuel Macron, cinco años y medio después del incendio, Notre Dame reabre sus puertas al público general, aunque las obras continuarán hasta 2030.

Los rebeldes sirios han celebrado su llegada a Hama, la última localidad capturada en su ofensiva contra el régimen de Al-Asad. El siguiente paso es la ciudad de Homs. Algunos combatientes aseguran que ya están a las afueras. Entretanto, miles de personas han huido a otras zonas del país.

El observatorio de Derechos Humanos sirio asegura que el ejército de Al-Asad ya se ha retirado de Homs, pero el ministro de Defensa lo niega. Por otro lado, el presidente turco, Erdoğan, asegura que ha intentado hablar con el presidente sirio sobre el futuro del país, sin obtener una respuesta positiva. Pese a ello, el ministro de exteriores turco estará en la reunión convocada en Catar de este fin de semana junto con el ruso y el iraní. Por otro lado, Jordania ha anunciado el cierre de su frontera con Siria, e Israel ha reforzado sus efectivos en los ocupados Altos del Golán, limítrofes con Siria.

"Llevamos tres semanas en casa hablando solo de política. Estamos muy preocupados por si gana Georgescu", señala Patriccia, estudiante de arquitectura en Bucarest. Ella y sus compañeros han tenido miedo estas semanas de que su futuro como jóvenes europeos se evaporara.

Los eslóganes del ultranacionalista Calin Georgescu, que hablan de energías que fluyen o de renunciar a las propiedades, han triunfado entre los nostálgicos de la primera era de Ceaucescu, la considerada época "más próspera" del comunismo rumano. La reciente anulación de la primera vuelta de las elecciones presidenciales por el Tribunal Consitucional ha dejado en el aire el futuro político del país.

"Me he enterado al salir del trabajo y me he quedado estupefacta", dice Theodora, una ciudadana. "He visto un país muy desinformado", declara. Rusia ya lo hizo con Moldavia. No sé cómo no lo han visto venir", alega Vasile, otro de los residentes de Buscarest.