Los dos terremotos con epicentro en Turquía han golpeado el norte de Siria, un país y una región que sufre una guerra civil de casi 12 años con miles de muertos, millones de desplazados y destrucción de viviendas e infraestructuras.
La situación de la población ya era vulnerable antes del seísmo: en la zona hay más de cuatro millones de desplazados, según la ONU, más de un millón de ellos malviviendo en campos de refugiados. Las estructuras de muchos edificios ya estaban debilitadas por los continuos bombardeos y ahora se han venido abajo. Muchos sirios se han quedado sin hogar y buscan refugio a la intemperie, en vehículos o en parques.
Mientras los equipos de rescate y los voluntarios continúan trabajando las 24 horas del día para localizar a los que aún pueden estar atrapados, Naciones Unidas proporciona comida, ropa de invierno y apoyo psicológico a las víctimas del desastre.