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Los asesinatos de menores son considerados en el Código Penal español como homicidios agravados y las penas son más elevadas que en otros casos. Un crimen se considera agravado cuando hay alguna circunstancia agravante como alevosía. La única persona a la que se ha aplicado hasta el momento la prisión permanente revisable es el parricida de Moraña que acabó con la vida de sus hijas.