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En Kiev, el inicio del curso ha tenido cierto tono festivo. Los más pequeños han llegado con flores para los maestros y todos han cantado y aplaudido canciones patrióticas. Pero solo un 40% de los estudiantes ucranianos tendrán clases presenciales. La guerra obliga a un millón y medio de niños a seguir el curso online.

"Estamos muy felices por los que pueden venir a la escuela, muchos han vuelto desde el extranjero", dice Valentina, la directora. Hoy también han llegado incluso militares desde el frente. "He pedido permiso para poder traer a mi hija hoy", nos cuenta Alexander.

Comienza el curso escolar, pero solo pueden abrir los colegios que cuentan con refugios antiaéreos.

La guerra no ha respetado ni a los niños. Desde el inicio de la invasión rusa más de 1.300 escuelas han quedado completamente destruidas.

FOTO: Roman Pilipey / AFP

Ucrania es el principal tema de negociación en esta reunión informal de ministros de Defensa y Exteriores de la Unión Europea que arranca hoy en Toledo.

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, propuso hace semanas un fondo específico y permanente para financiar armas y ayuda para Kiev: 20.000 millones de euros en cuatro años. Cifras concretas y a largo plazo que varios países entre los Veintisiete no quieren asumir de forma obligatoria y sobre las que se discute hoy, aunque las decisiones se deben ratificar en el Consejo Europeo de octubre.

El otro foco está en el Sahel, donde la situación sigue deteriorándose. Los Estados miembro estudian sanciones para los golpistas en Níger y medidas para apoyar a los países de África Occidental.

FOTO: EFE/EPA/IDA MARIE ODGAARD

La contraofensiva ucraniana parece avanzar, aunque muy lentamente, en los últimos días y cada vez son más frecuentes los ataques de Kiev en territorio ruso. Mientras tanto, Rusia niega que las tropas de Zelenski hayan conquistado el pueblo de Robotine, en el frente sur, y las bajas por la contraofensiva ucraniana aumentan. Según la cadena británica BBC, Kiev podría haber perdido más de 50.000 soldados desde abril.

Foto: TVE

Darina tiene 15 años y vino a España, un país del que apenas sabía que existía, sola. Sus padres, abuelos, toda su familia, viven a 40 kilómetros al norte de Kiev y otros tantos de Bielorrusia. Su pueblo fue ocupado por los rusos. Nico tiene 11 años y salió de Crimea hace dos meses. Su padre, ucraniano, no quería ir a luchar contra sus compatriotas. Sasha tiene 17 años. En cuanto cumpla 18 quiere ir a Ucrania a luchar por su país. No tiene miedo a morir, dice. Tatiana irá a la Universidad el año que viene en Ternópil. Se fue con nueve años y tiene claro que quiere volver.

Darina, Nico, Sasha y Tatiana, van todos los sábados al colegio Dyvosvit de Alcorcón. Es un punto de encuentro, un lugar donde aprender la lengua, la cultura y la historia de su país, el de sus padres y abuelos. Natalia Bondarenko, la presidenta de la asociación Centro cultural educativo Dyvosvit y directora del colegio, nos guía por sus aulas, en las que estudian ahora 400 niños, y escuchamos sus voces y sus historias, todas ahora marcadas por la guerra.