En su último acto público en el Vaticano antes de que mañana a las ocho de la tarde de Roma deje de ser pontífice, Benedicto XVI ha recordado el "enorme peso" que sintió cuando fue elegido para ocupar el trono de Pedro el 19 de abril de 2005 y también lo difícil que fue renunciar a él.
"Amar a la Iglesia significa también tener la valentía de tomar decisiones difíciles, teniendo siempre presente el bien de la Iglesia y no el de uno", ha señalado y ha vuelto ha subrayar que ha renunciado al papado "en plena libertad", al notar que sus fuerzas han disminuido y no por su bien particular, "sino por el bien de la Iglesia".
"He dado este paso sabiendo su profunda gravedad y novedad, pero con un ánimo sereno", ha asegurado.