Eran confidenciales o secretos. Pero ahora estos papeles dejan al desnudo el lado oscuro de la diplomacia estadounidense con mensajes nada diplomáticos sobre muchos líderes mundiales.
Vládimir Putin aparece retratado como el "macho alfa" que mueve los hilos de Rusia. Del líder libio Muamar el Gaddafi dicen que le gustan las enfermeras rubias y voluptuosas. De Berlusconi, que participa en fiestas salvajes. A Ahmadineyad lo llaman 'Hitler'; y a Sarkozy, el "emperador desnudo".
Reprochan a Angela Merkel su incapacidad para asumir riesgos y su falta de creatividad; y al príncipe Andrés de Inglaterra, sus críticas a los investigadores anticorrupción y algunos ingresos de dudoso origen. Y llegan a pedir información sobre la salud mental de la presidenta argentina, Cristina Fernández.
The Guardian, Le Monde, The New York Times, El País y Der Spiegel no sólo publican esas descalificaciones. También documentos que cuestionan la política exterior de la Casa Blanca, que ordenó espiar al secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, y vigilar de cerca la "agenda islamista" del primer ministro turco.
Y sobre el programa nuclear iraní, revelan recelos entre países árabes. El rey saudí pide a Washington que "corte la cabeza de la serpiente" y Abu Dhabi dice que prefiere una guerra ahora a un Irán nuclear mañana.
El fiscal general de Estados Unidos ha abierto una investigación criminal por la filtración masiva de documentos. Una filtración que viene de Wikileaks, la web que se está convirtiendo en una auténtica pesadilla para la Administración Obama.