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En pleno siglo XXI el mundo asiste hoy al décimo aniversario de una guerra sin visos de terminar, compleja y salvaje. Naciones Unidas ha denunciado crímenes contra la humanidad de los dos bandos en Siria.

El país, aunque dirigido todavía por Bachar Al Asad, está dividido en zonas de influencia exterior. Hoy se conmemora el inicio de las protestas populares inicialmente pacíficas y la brutalidad con la que fueron reprimidas. En los años posteriores la guerra se fue librando a múltiples bandas: Rusia, Irán, Turquía, EE.UU., Daesh, las fuerzas kurdas... con una principal víctima: la población civil, que fue asediada, masacrada, forzada a huir, detenida, torturada y atacada con armas químicas.

Los menores de 10 años no han conocido la paz. El presidente rechaza toda solución política, sostenido por Moscú y Teherán. Las víctimas buscan justicia.

En el décimo aniversario del comienzo de la guerra de SiriaLas mañanas de RNE con Íñigo Alfonso se vuelca con el análisis del que ya es el peor conflicto internacional del siglo XXI. Abordamos la crisis humanitaria con Francico Otero, coordinador general de Médicos sin Fronteras en este país, además, conectamos con Aurora Moreno, enviada especial a la frontera con Turquía. Los corresponsales de RNE en Oriente Medio y Reino Unido repasan la geopolítica del conflicto y no nos olvidamos del incalculable valor del patrimonio histórico y cultural sirio. Además, nos visitan Leila Nachawati, Profesora de Comunicación en la Universidad Carlos III, especialista en oriente próximo y autora de la novela "Cuando la revolución termine", sobre los procesos revolucionarios de 2011, y Gabriel Garroum Pla, investigador doctorado en el departamento de Estudios de La Guerra en el King´s College de Londres.

Siria lleva diez años inmersa en una guerra que parece no tener fin. Lo que empezó siendo una guerra civil contra Bachar al Asad ha desembocado en un enfrentamiento entre diversas potencias, que miden sus fuerzas en el escenario sirio. Irán y Rusia están con Al Asad, mientras que Estados Unidos, Israel, Arabia Saudí y Turquía están en su contra. Pero la consecuencia más dramática son las víctimas civiles. La guerra deja medio millón de muertos y ha provocado el mayor éxodo desde la Segunda Guerra Mundial: 5,6 millones de sirios han tenido que huir de país y 6,7 millones son deplazados forzosos en el interior del país.

Foto: Imagen de archivo (21/02/2016) de varios curiosos congregados en el lugar tras un atentado doble perpetrado en la ciudad siria de Homs (EFE/STR)

Con un apoyo mayoritario, un joven Bashar Al Assad llegaba al poder hace 20 años. Junto a su esposa, pretendía dar un aire nuevo a la Siria que heredaba de su padre. Hasta que llegaron las protestas sociales de 2011, aplastadas contundentemente. Las revueltas degeneraron en una guerra civil cruenta que ha dejado casi 400.000 muertos y millones de desplazados. En medio del caos, el Daesh llegó a controlar buena parte del territorio.

Bashar al-Ásad es el único dirigente que queda tras la primavera árabe. Llegó al poder hace dos décadas tras la muerte en accidente de su hermano, bajo promesas de cambio y esperanza que se han convertido en una guerra interminable que ha destrozado la región. En 2011 decidió reprimir las movilizaciones populares que enfrió la primavera.  20 años después de su toma de posesión gestiona, con el apoyo de Rusia e Irán, un país en ruinas, en el que la mitad de la población ha huído de sus hogares y sumido en una gran crisis económica. Lo cuenta Cristina Sánchez, corresponsal.

El presidente sirio, Bachar al Asad, ha destituido este jueves por sorpresa al primer ministro, Imad Khamis. El cese se produce cuando el país, destrozado por una guerra civil desde 2011, vive una de las peores crisis económicas.

Khamis, que ocupaba el cargo desde junio de 2016, será sustituido por el ministro de Recursos Hídricos, Husein Arnous. 

Khamis es apartado de su cargo días después de que inaugurara la primera sesión parlamentaria tras un receso de la Asamblea por la pandemia, y en un momento en el que Siria vive una de sus peores crisis económicas por el colapso de la moneda local, la libra siria.

Esta situación ha dado lugar a manifestaciones en contra del Gobierno en la ciudad de Al Sueida, las más destacadas desde la revuelta popular de 2011 que degeneró posteriormente en un conflicto armado.

Según fuentes no oficiales, citadas por Efe, el país registra una inflación del 50%, después de nueve años de guerra y el agravamiento desde finales de 2019 de la situación económica en Líbano, hasta ahora una válvula de escape para la economía siria, que ha provocado protestas en el país vecino.

Los líderes de los 27 estados miembros de la Unión Europea acordaron este jueves la puesta en marcha un fondo de recuperación para relanzar la economía del continente tras la pandemia, pero dejaron para más adelante la estructura del mecanismo. Lo analizamos en este programa, donde hablamos además del nuevo tablero geopolítico después de la pandemia, con el analista Lucas Martín, y repasamos la evolución de la COVID-19 en países como Estados Unidos o el Reino Unido. También tratamos del inicio del Ramadán en el mundo musulmán, y del inicio en Alemania del proceso contra Anwar Raslan, que fue el alto cargo de los servicios secretos sirios. Se trata del primer juicio del mundo por crímenes de lesa humanidad contra miembros del régimen del presidente de Siria Bachar al Asad.

Los tres ataques investigados por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas se produjeron en marzo de 2017 en el oeste de Siria. Según las conclusiones del informe, tres aviones del ejército de Bachar Al Asad habrían disparado proyectiles con gas sarín y cloro contra tres localizaciones, entre las que se encontraría un hospital. Damasco y Rusia, principal aliado de Al Asad, siempre han negado el uso de armas químicas en la zona.

El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata ha procesado a un tío del presidente sirio Bashar Al-Ásad y a parte de su familia por blanqueo de capitales. En concreto una cantidad de más de 600 millones de euros. Según el auto, el tío de Al-Ásad se marchó de Siria en los años 80 con 300 millones de dólares de las arcas públicas. Un dinero que ocultó por toda Europa a través de sociedades administradas por su familia y por testaferros.

En España, los fondos se invirtieron en más de 500 inmuebles y en varios negocios, la mayoría de ellos en la Costa del Sol y en concreto en la localidad de Marbella. Según el escrito, la clave del éxito durante tantos años de este grupo criminal ha sido el reparto de tareas y la perfecta coordinación entre todos los miembros de la familia que lideraba Rifaat Al-Ásad.