(Entrevista de Manuel Sollo). "Si entierras una palabra, crecerá una imagen". Este verso que cierra "Fotopoemario", el libro conjunto de Joan Brossa y Chema Madoz, revela los vínculos que ambos artistas establecen entre lenguaje y objeto, escritura y fotografía. Una fascinación que Madoz (Madrid, 1958) descubrió en su infancia y que retomó en 1990, a los 32 años, cuando una crisis creativa le abrió el camino a un estilo que le ha convertido en uno de los fotógrafos españoles de más calado artístico y proyección internacional. Ahora reedita el volumen "Obras maestras", publicado por La Fábrica en 2009. Son más de 300 imágenes, 21 de ellas nuevas, desde la década de 1990 a hoy. Incluye cuatro textos críticos y una detallada cronología, ilustrada con fotos personales del artista. Madoz forja su carrera con una mirada inédita a todo tipo de objetos, a los que ha ido incorporando referencias naturales y culturales. Los dibuja, los manipula, los reinventa, hasta convertirlos en esculturas y diseños previos a la fotografía. De la metáfora a la paradoja, altera una realidad en la que nada es lo que parece y a la que devuelve un nuevo significado. El resultado son poemas visuales despojados de artificios, en blanco y negro y bajo una luz natural. De los motivos de su carrera dialogamos con este madrileño crecido en San Blas y residente en la Sierra de Guadarrama, que en 2000 fue Premio Nacional de Fotografía y Premio PHotoEspaña, y que ha expuesto sus creaciones en numerosas galerías y pinacotecas europeas y americanas.
(Entrevista de Manuel Sollo). Hay prisiones que se asemejan como sombras a la sociedad que las construye, territorios que reproducen las relaciones de poder, sus abusos y corrupciones, la religión como asidero, la violencia y la muerte como único horizonte. Es el escenario de la nueva novela del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán "Los días de la peste" (Malpaso). La Casona es una cárcel situada en Los Confines, una remota región de un país latinoamericano innominado. El Gobernador, vigilantes y presos que viven con sus familias se hacinan en el recinto, donde profesan culto a una diosa justiciera y vengativa. Horror y supervivencia, modernidad y tradición, superstición y razón se entretejen en una treintena de voces que configura las tramas hasta la aparición de un virus feroz que diezma a unos y otros. De esta obra, de fuerte carga alegórica y ecos de Defoe y Camus, dialogamos con el autor de Cochabamba, que reside desde hace una veintena de años en Estados Unidos. También nos avanza una próxima obra sobre el enfrentamiento fronterizo de este país con México.