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Se dispara la tensión en Oriente Próximo después de los intensos bombardeos entre Israel e Hizbulá de las últimas horas. Está siendo el mayor intercambio de fuego en casi un año y es un paso más hacia una guerra abierta. 

El fuego de las bombas israelíes ilumina fugazmente la noche del sur del Líbano. De día queda el incendio. Israel dice que ha destruido decenas de lanzaderas de cohetes de Hizbulá. No es posible verificarlo.

Con la luz de la mañana, las patrullas de la ONU cruzan sin detenerse por pueblos fantasma. Lo que eran casas, tiendas o centros de salud hoy son escombros. 

Naciones Unidas mantiene a 10.500 cascos azules -656 españoles- desplegados en la línea divisoria entre Israel y Líbano. Su portavoz pide una desescalada urgente.

Los blindados israelíes vigilan desde los ocupados Altos del Golán, desde los que podría lanzarse una eventual invasión. El Gobierno hebreo prohíbe a los pocos habitantes de la zona grabar los movimientos de su Ejército. La división 98 se dirige hacia allí. Así quedó Jan Younis, en Gaza, después de su paso por el territorio palestino.

En la capital del Líbano, los hospitales se preparan. Este médico dice que por ahora tienen suministros, pero que nadie está realmente listo para la guerra: que cuande llegue, les pondrá al límite.

En Beirut todavía no se han recuperado del pánico causado por la explosión de los aparatos de comunicación de Hizbulá.

FOTO: AP Photo/Bilal Hussein

Mientras la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza continúa, el conflicto se extiende cada vez más al norte de la región. Hoy Hizbulá ha lanzado su respuesta hacia Israel desde el Líbano, tras una noche de intensos bombardeos israelís lanzados contra las posiciones de la milicia.

La ola de ataques se ha producido después de que el líder de Hizbulá diera un discurso televisado en el que prometía venganza por "todas las líneas rojas que ha cruzado Israel" tras los ataques a los buscas y walkietalkies de sus miembros. Unos ataques en los que las propias autoridades libanesas responsabilizan al Mossad, la agencia de espionaje israelí.

Desde el 8 de octubre, cuando Hizbulá lanzó cohetes a Israel como apoyo a Hamás, la tensión en la frontera ha ido en aumento. Ahora, los libaneses se preparan para una escalada del conflicto.

Con la Franja de Gaza en ruinas y más de 41 mil muertos, el ejército israelí ha cambiado su objetivo hacia el Líbano y su lucha contra Hizbulá. En Cisjordania, soldados israelís han tirado desde un tejado al vacío los cuerpos de varios hombres palestinos que habían asesinado unos minutos antes. 

El Ejército israelí confirma ataques aéreos contra un centenar de lanzadores de misiles de la milicia chíi libanesa Hizbulá, algunos de los cuales estaban “listos para disparar contra Israel”. Según un comunicado castrense, publicado minutos antes de la medianoche, cazas israelíes bombardearon intensamente durante dos horas, “bajo la dirección de inteligencia” del Ejército, atacando unos 100 lanzadores e infraestructura adicional que, en total, contenían unos 1.000 barriles de lanzacohetes.

El Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), Jesús Núñez, ha sido entrevistado en La Noche 24 Horas, donde ha destacado que "la guerra (entre Hizbulá e Israel) lleva declarada desde hace mucho tiempo", aunque no formalmente, sí sobre el terreno.

Núñez cree que el Estado hebreo pretende "limpiar la zona sur del Líbano" tras "inventarse" un nuevo objetivo en la guerra declarada con Hamás desde el 7 de octubre: devolver a 60.000 israelíes a sus casas en el norte del país.

El codirector del IECAH reprocha que, para ello, Israel realizará una operación militar "desconsiderando un Estado soberano" y alerta que" Hizbulá podría lanzar miles del cohete al día", en lo que sería "un combate más crudo y peliagudo que el que estamos viendo en Gaza".

Foto: EFE/EPA/ATEF SAFADI

Aviones de combate israelíes han roto la barrera del sonido sobre Beirut este jueves y no es la primera vez que lo hacen, pero en esta ocasión los estruendos llegan en plena escalada y justo cuando el líder de Hizbulá se dirigía a los libaneses por televisión. 

"El enemigo ha traspasado todos los límites, las líneas rojas", ha asegurado Hasán Nasrala, refiriéndose a los ataques masivos del martes y el miércoles, atribuidos a Israel. 

Una declaración de guerra para el jefe de la milicia libanesa que reconoce el golpe y promete vengarlo. Es lo que piden sus seguidores mientras entierran a milicianos, pero también a civiles, incluidos niños, por unos ataques indiscriminados. Por ahora sigue siendo un misterio cómo cientos de buscas primero, y walkie-talkies más tarde, explotaron simultáneamente y sobre todo quién puso las cargas explosivas en cada uno de ellos. Las empresas fabricantes, en Japón y Taiwán, investigan los hechos, pero niegan cualquier responsabilidad y apuntan a otras empresas intermediarias -en Hungría y Bulgaria-, donde por ahora no dan explicaciones. Podrían ser tapaderas del Mossad, los poderosos servicios secretos israelíes en el exterior. 

El ministro de Defensa israelí no se refiere a los ataques, pero asegura que han entrado en una nueva fase de la guerra. Gaza, pese a que no han conseguido los objetivos que se propusieron, pasa a un segundo plano. Ahora gana protagonismo el frente norte. De ahí el envío de más tropas a la frontera con el Líbano, donde el Ejército israelí y Hizbulá llevan casi un año bordeando una guerra directa que parece cada vez más inevitable.

Las explosiones de los dispositivos electrónicos en Líbano prometen un escenario muy complicado para Hizbulá. Una intervención en la cadena de suministro ha comprometido la seguridad de las comunicaciones de la organización. La consultora experta en ciberseguridad Selva Orejón repasa las principales claves de esta maniobra.

Los fabricantes de los buscas y los walkie-talkies que han explotado en Líbano defienden que no tienen nada que ver con el ataque, por lo que las sospechas se dirigen a las empresas intermediarias. Una de ellas, ubicada en Hungría, es una tapadera del Mossad, el servicio de espionaje exterior de Israel, según una investigación del diario The New York Times.

Foto: Sede de la compañía húngara sospechosa de haber fabricado los artefactos explosivos en Líbano. AP Photo/Denes Erdos

Israel está reforzando con tropas la frontera con Líbano. Camino de esa zona un equipo de TVE se topa por la carretera con camiones militares que portaban misiles, tanques, y con un autocar en el que están siendo traslados los miembros de la Séptima brigada blindada, una de las principales fuerzas de combate del Ejércitro israelí. No quieren hablar a cámara pero cuentan que vienen de estar tres meses en Gaza y que ahora les llevan al norte, donde habrá, dicen, una guerra segura. Son jóvenes, rondan los 20 años. Han perdido a nueve compañeros en la guerra.

Algo más cerca de la frontera con Líbano, a apenas 2,5 Km, está Shhar Yeshuv, un pueblo blindado donde los vecinos reservistas vigilan 24 horas. 

La mitad del pueblo ha sido evacuado por temor a los ataques de Hezbollah. Algunos de los que se han quedado, como Guideon, cuentan que las amenazas son diarias 

En estos pueblos del frente norte, temen ahora las represalias de Hezbollah, después de las dos oleadas de ataques que han casusado en Líbano decenas de muertos y miles de heridos. La vida se puede complicar aún más para quienes han decidido quedarse y seguir viviendo cerca de la frontera. Y ello pese al temor a que finalmente se desencadene una guerra abierta en la zona.  

FOTO: EFE/EPA/ATEF SAFADI

La explosión de miles de dispositivos de comunicación de Hizbulá es una maniobra de guerra híbrida, que sorprende a expertos como el especialista en ciberseguridad Antonio Fernández. Los buscapersonas y walkie talkies son, en principio, una tecnología más segura que los móviles, pero el supuesto ataque a la cadena de suministro ha desencadenado decenas de muertes. Todo ello apunta a una escalada de tensión en el conflicto.