Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

Decenas de miles de personas se han concentrado para exigir a Pekín reformas democráticas. Llama la atención que, al contrario de lo que ocurrió el fin de semana, la policía se ha retirado y ha decidido no actuar. Por eso, la manifestación está discurriendo de forma completamente pacífica.

 

El pulso entre Pekín y Hong Kong empezó el mismo día de la reunificación. El día en que el Reino Unido lo devolvió, después de que fuese su colonia siglo y medio. El imperio británico lo conquistó en la primera guerra del Opio y China lo recuperó en el 97. Un regalo un tanto envenenado... porque Hong Kong ya era un símbolo del capitalismo, con libertad de prensa y reformas democráticas en marcha.  Por eso Pekín y Londres pactaron el famoso "un país, dos sistemas": durante 50 años, hasta el 2047, Hong Kong sería autónomo menos en defensa y política exterior. Cada vez que China ha intentado controlarlos, los hongkoneses han salido a la calle. Así evitaron, por ejemplo, tener que estudiar patriotismo chino en el colegio. Sus 1.100 kilómetros cuadrados se han convertido en el gran centro financiero de China, el segundo de Asia... Mueve tanto dinero que los créditos de sus bancos superan a su PIB. Pero la riqueza no les basta, si no tienen democracia.

 

Los yihadistas, que aprovecharon la guerra de Siria para hacerse fuertes, extorsionan, saquean, piratean petróleo y roban bancos como si fueran un ejército medieval pero con métodos del siglo 21.

Decenas de miles de jóvenes han vuelto a concentrarse para pedir a Pekín más democracia. Le llaman la revolución del paraguas porque es la única defensa que utilizan ante los gases lacrimógenos de la policía china. Reclaman elecciones libres en 2017 y sufragio universal. 

  • Su investidura llega seis meses después de las controvertidas elecciones
  • Es el primer relevo democrático en la historia reciente del país
  • La insurgencia talibán crece al aproximarse la salida de las tropas de la OTAN

Más de una semana duran ya las manifestaciones que reclaman más democracia en Hong Kong. Miles de personas siguen concentradas en el centro de la ciudad, desoyendo los reiterados llamamientos de las autoridades para que regresen a sus casas. Empieza a hablarse ya de la “revolución de los paraguas”, ya que los ciudadanos recurren a ellos para protegerse de los gases lacrimógenos que utiliza la policía. De esas protestas donde se han registrado momentos de tensión hablamos con Manel Ollé, coordinador del Máster de Estudios Chinos de la Universidad Pompeu Fabra.