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Las peores previsiones meteórologicas se han cumplido: No ha parado de llover durante toda la noche en el Estado de Rio de Janeiro y así llevan semanas. Barrios enteros han quedado sepultados bajo un mar de lodo. El agua se lo ha llevado todo. Helicópteros desde el aire y equipos de salvamento en tierra, intentan rescatar a los supervivientes.

Más de 250 personas han muerto en las últimas horas por las lluvias torrenciales en el sureste de Brasil, una tragedia que se repite periódicamente en el país y que por primera vez afronta la flamante presidenta Dilma Roussef. El estado de Rio de Janeiro ha vuelto a ser el más afectado después de que el año pasado las lluvias de esta estación causaran también decenas de muertos en localidades de la periferia de la ciudad que albergará los Juegos Olímpicos del 2016. En esta ocasión, las lluvias se han cebado en Teresópolis, una ciudad de 180.000 habitantes enclavada en una zona montañosa a unos 90 kilómetros de Río. Sólo allí han sido confirmadas 122 muertes. (13/01/11)

Brasil, la octava economía del mundo, ha comenzado el año con un cambio histórico. Por primera vez, una mujer asume la presidencia del país. Uno de los principales retos de Dilma Rousseff es continuar la senda de su padre político, Lula da Silva, y erradicar la pobreza extrema que padecen 22 millones de personas. Su modelo de gobierno tendrá además otra prioridad: acabar con la economía especulativa. El momento más emotivo de su discurso de investidura fue cuando recordó sus tres años en la cárcel como guerrillera que luchó contra la dictadura brasileña.

La política exterior de Dilma era una de las grandes incógnitas del nuevo gobierno. Consciente de ello, la nueva presidenta apuntó en su investidura las que serán sus líneas maestras.

Dilma Rousseff, economista de 63 años, recogió el testigo de la era Lula asumiendo como primera presidenta de Brasil en un acto celebrado en el pleno de la Cámara de Diputados, en Brasilia. En el discurso inaugural de su mandato, Rousseff se ha comprometido a "erradicar la pobreza extrema" en el país carioca.

Lula mantiene el protagonismo en el día de la toma de posesión de Dilma Roussef. Brasil ha votado a Dilma porque quiere continuidad. Aunque también hay peticiones muy concretas: más del 50% de viviendas en Brasil no tienen saneamiento y el presupuesto en educación apenas llega al 5% del Producto Interior Bruto. El mayor reto: mejorar la vida de más de 20 millones de personas que todavía viven en la pobreza extrema. Lula tampoco pudo avanzar en reformas estructurales: todavía hoy 46.000 personas entre 193 millones de habitantes poseen de la mitad de las tierras de Brasil.

En la rampa del Palacio de Planalto de Brasilia, Dilma Rousseff no sólo se convertirá en la primera mujer que dirija Brasil tras recibir de manos de Lula la banda presidencial: se convertirá también en líder de una las potencias emergentes y de una nación que es referente política, económica y diplomáticamente en Sudamérica. Durante su mandato Dilma tendrá el gran reto de suceder a su mentor, el popular y carismático Luiz Inácio Lula da Silva, deberá aprovechar su legado o ser, simplemente, un paréntesis ante un posible regreso de Lula a la presidencia del país. De momento, y según las encuestas, el 70% de los brasileños confían en que hará un excelente o buen gobierno.

Entro los retos que afronta se encuentra el acabar con la violencia en grandes ciudades como Río de Janeiro. La militarización de los barrios más conflictivos está acorralando a las bandas criminales.

Lula deja la presidencia de Brasil con un 80% de aprobación gracias, en buena medida, a su lucha contra la pobreza. Y el símbolo de esa pobreza son las favelas. TVE ha entrado, con el ejército brasileño, en el Complexo do Alemao, una favela arrancada al control de los narcotraficantes hace solo un mes. Ver aquí a los soldados simboliza que el Estado quiere llegar por fin a estos territorios marginales donde malviven los más pobres, rodeados de droga y bandas armadas.

El verdadero reto es mejorar las condiciones de vida de la gente, que tengan la oportunidad de conseguir un trabajo digno lejos de la delincuencia. Por eso el gobierno acompaña la presencia militar con proyectos sociales. Y si Lula amplió el tiempo de escolarización, el gran reto de Dilma será mejorar la calidad de la enseñanza.