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Las ciudades del interior han sufrido menos daños de los esperados gracias a las medidas de evacuación. No hay víctimas mortales. El ciclón va perdiendo fuerza y ha pasado de categoría 5 a categoría 2 en las últimas horas.

Aunque a su paso por la costa noreste ha causado serios destrozos. Los planes de evacuación y la estructura de las viviendas ha evitado daños más graves. De hecho, de momento no hay noticias de víctimas mortales.

Hay 300.000 evacuados que han dejado vacías decenas de localidades, y aeropuertos cerrados. Las autoridades advierten de que los vientos huracanados tendrán proporciones catastróficas.

Y se sigue buscando a centenares de desaparecidos. De momento, la catástrofe no le ha pasado factura a la nueva presidenta brasileña, Dilma Roussef, que ha gestionado con éxito esta emergencia nacional.

Un niño de ocho años ha muerto ahogado. Es la primera víctima mortal en el sur. Las autoridades estiman que el agua ha causado pérdidas por valor de 15 mil millones de euros en todo el país, aunque los expertos reconocen que la gestión de esta catástrofe ha sido excepcional.

El Gobierno reconoce que hay cinco millones de personas viviendo en zonas de riesgo y anuncia la creación de un sistema de alertas.