Los arquitectos y urbanistas empiezan a trabajar con materiales poco agresivos con el medioambiente y que son capaces de soportar el calor, el frío o la lluvia. Los entornos naturales se convierten en oasis térmicos. Reducen la temperatura varios grados tanto dentro de los parques como en sus alrededores. Pero también tienen un efecto beneficioso a nivel psicológico.
Foto: Jardín vertical en Madrid (Getty Images)