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Una embarcación militar egipcia ha sido destruida este jueves al ser alcanzada por un cohete en el mar Mediterráneo, según ha confirmado el propio Ejército. El ataque, no obstante, no ha casado víctimas entre la tripulación, según las mismas fuentes. La organización Wilayat Sina (Provincia del Sinaí), la rama egipcia del Estado Islámico (EI), se ha atribuido el ataque.

Una mujer ha sido detenida en Arrecife (Lanzarote) acusada de reclutar niñas y adolescentes y facilitarles el desplazamiento a zonas controladas por el Estado Islámico (EI).

La Policía trata de determinar "el alcance de la actividad" de reclutamiento que logró desplegar la detenida y si llegó a cumplir sus objetivos de enviar a Siria a alguna de las jóvenes y adolescentes que captaba a través de las redes sociales para el Estado Islámico.

En Túnez, cinco días después del atentado, las autoridades se vuelcan en la búsqueda de los posibles cómplices del terrorista que hizo los disparos. La Policía tunecina ha arrestado en las últimas horas a varias personas por su supuesta vinculación con el atentado yihadista que el pasado viernes mató a 38 personas, en su mayoría británicos, en un hotel de la ciudad de Susa. El número de ciudadanos británicos muertos en el atentado del viernes en Túnez asciende a 21, pero se estima que hay otros nueve, informó hoy Downing Street, residencia oficial del primer ministro, David Cameron.

En un año, ha aprovechado para expandirse por dos Estados en descomposición: Siria, una nación en guerra, e Irak, un país en reconstrucción en el que encontró campo de cultivo en todo el entramado suní desmantelado con la caída de Sadam. Se le reivindica en Asia, con ecos hasta en Australia. También en África. Con sólidos emplazamientos en todo el Magreb y la amenaza a Europa, donde los servicios de inteligencia vigilan las redes de captación.